Tegucigalpa, Honduras.- Los milagros de la Virgen de Suyapa podrían llenar miles de páginas con relatos conmovedores de personas que han sido bendecidas en diversas manifestaciones sagradas.
Cada testimonio refleja la fe inquebrantable de quienes reciben con devoción sus gloriosas bendiciones.
Un ejemplo es Rosa Martínez, una abuela de 92 años que, junto a su nieta, acudió a encender velas a la Patrona de Honduras en agradecimiento por las innumerables bendiciones recibidas a lo largo de su vida.
“Mi nieta es quien me cuida, quien me da todo, y todo gracias a la Virgencita”, expresó con profunda fe la nonagenaria originaria de Lepaterique.
Por otro lado, Rosinda Sosa Servellón compartió el milagro que vivió cuando uno de sus hijos había desaparecido. Con lágrimas en los ojos y la voz temblorosa, recordó: “Hace poco se me perdió un hijo. Yo le pedí de todo corazón a Dios y a la Virgen para que apareciera, y me hizo el milagro”.
Mientras encendía sus velas blancas, añadió conmovida: “Todo sucedió nomás en el Año Nuevo”. Su fe nunca flaqueó. “Como ella es enviada de Dios, nunca dudé de que mi hijo iba a regresar”, confesó Rosinda, quien visitaba a la Virgen de Suyapa desde la colonia Villa Franca, de Tegucigalpa.
Estos testimonios, como los de Rosa y Rosinda, son apenas una pequeña muestra de los miles que relatan con fervor los fieles que visitan a la “Morenita”, la Patrona de Honduras.
Su manto protector ha obrado milagros incontables, dejando una huella imborrable en los corazones de quienes le confían sus súplicas.
En el templo, a tan solo días de conmemorar los 100 años desde que el Papa Pío XII la declaró Patrona de Honduras en 1925, la devoción es palpable.
El torrente de fe de los peregrinos, como el de doña Rosinda y doña Rosa, refleja la esperanza y la gratitud que llenan cada rincón sagrado.
La Virgen de Suyapa, madre de los hondureños, recibe en la Basílica cada día a fieles de todos los rincones del país, quienes llegan con flores, velas y promesas, buscando consuelo y fuerzas en su presencia divina.