Son muchos los milagros que se atribuyen a la Virgen de Suyapa, entre ellos su propio hallazgo, argumentado en el hecho de que el humilde labriego que la encontró conocía perfectamente el camino y la distancia entre El
Piligüín y la aldea Suyapa.
Al tener que dormir en el bosque, fue la providencia de Dios la que intervino para acercarse al pueblo hondureño al parecer de una manera casual.
Sin embargo, el primer milagro que llama la atención es cuando el capitán Joseph de Celaya, mayordomo de la hacienda San José de El Trapiche, fue sanado del 'mal de piedras' o cálculos en la vejiga.
Se dice que Celaya le prometió a la Virgen de Suyapa que si lo curaba le construiría una pequeña iglesia en la que harían misas en su honor todo el año. Al siguiente día, Celaya expulsó las piedras que lo martirizaban y el milagro se divulgó por todos lados.
“Me ha concedido muchos milagros”
Camina a ritmo pausado y lento apoyada con un andador, pero a paso firme para encontrarse con el amor de sus amores: la Virgencita de Suyapa. Ella es doña Juana Francisca Cruz, quien entre la piel ajada, sus cabellos de plata, unas grandes gafas y sus 80 años, esconde un torrente de devoción y de relatos conmovedores. “Mijito, voy a resumirte mi historia, porque la Virgen me ha concedido un sinfín de milagros”, exclama doña Juana, al momento que suelta una amable sonrisa, acompañada de su dulce timbre de voz.“Mi hija, después de tener su primer retoño, perdió dos embarazos, entonces pedí para que en su último embarazo no perdiera el niño y, en efecto, nació sano”, relata la anciana.Y si de confiar en la patrona de Honduras se trata, doña Juana no claudica ni duda.“Otra hija solo tenía cipotes varones, por lo que le oré a ella para que diera a luz a una niña”, narró la devota mujer.Y como fruto de ese milagro, nació su nieta Gabriela Suyapa, bautizada así en honor a la Virgencita.
“Gracias a la Virgen mejoró mi vista”
El dolor en sus piernas no cesa, pero ella se mantiene firme, concentrada e impávida, contemplando la belleza de la Morenita más hermosa de Honduras. Por un momento la artritis y la osteoporosis amenazaban con que no cumpliera su tradicional visita a la Virgen. Pero doña Elvira Ramos, de 82 años, es un ejemplo en vida de que la devoción mariana le gana el pulso a cualquier problema. “Le tengo mucha fe a Suyapa, ella es muy milagrosa, por eso vengo todos los años a venerarla”, expresó la mujer. Asimismo, reveló que “siempre le rezo por mi salud. Por ejemplo, ahora tengo un terrible dolor en mis piernas, por eso no me arrodillo, pero si no ya me tuviera a sus pies”. La entregada feligresa no pone en entredicho el poder milagroso de la Virgen de Suyapa. Doña Elvira ya lo ha comprobado.“Me encomendé a ella hace un año porque tenía un problema en mi visión y, desde entonces, empezó a mejorar notablemente”, expresó la anciana.
“Este año me dio la fuerza para venir”
Doña Pantaleona Padilla por momentos deja de apoyar su mano derecha sobre el bastón para persignarse lentamente. Luego, la señora de 82 años cuidadosamente vuelve descansar sobre el aparato, para aliviar un poco la presión en sus extremidades. La expresión de doña Pantaleona es de aquella hija amorosa que salta las barreras del sufrimiento para visitar a su madre. A pesar del dolor que arrastra en sus piernas, este año no perdió la oportunidad para encontrarse con Santa María de Suyapa. “Los últimos años me ha acongojado una terrible enfermedad en las piernas, por eso no pude venir el año pasado”, contó la dama de avanzada edad. Sin embargo, señaló que “la bienaventurada madre este año me dio la fuerza para venir”.Y la humilde señora ha reservado cada domingo como el día para recibir la sagrada palabra y venerar a la Madre de Dios. Siempre encomienda a la piedad y ternura de la Virgen de Suyapa la protección de sus 13 nietos y siete bisnietos.
“Tengo una relación lindísima con la Virgen”
Silenciosa y extasiada. Así es la actitud de doña María de los Ángeles Fúnez frente a la efigie de Santa María de Suyapa, que yace en el presbiterio del Santuario. “Tengo una relación lindísima con ella”, expresa la señora de 73 años, dejando entrever que desarrolló una devoción profunda hacia el tesoro hallado hace más de 200 años en El Piligüín. “Ella es mi madre, gracias a mi papá que me inculcó un amor a la Virgencita desde que yo estaba chiquita”, relata la humilde dama. Doña María es nativa de Lepaterique, pero desde hace 28 años vive más cerca del manto protector de la patroncita de Honduras, al trasladarse a la colonia Sagastume II. Sin embargo, desde que residía en su natal pueblo era una fiel peregrina para celebrar el hallazgo de la Virgen Morenita.“Yo la visito a ella desde que la tenían en la ermita de la aldea y yo me venía desde Lepaterique”, recuerda la entregada feligresa. “El principal milagro que la Virgen me ha regalado es la salud y que siempre ha guardado a mis cinco hijos”, relata mientras contempla majestuosa imagen.