Tegucigalpa

'Mi esposa e hijos, de rodillas, me pedían que huyéramos”: Comerciante extorsionado

Para este empresario narrar lo que vivió no es fácil, pero quiso compartir su testimonio porque aseguró que Dios lo libró del mal.

07.09.2017

Tegucigalpa, Honduras
Un papel nada extraño a simple vista, sin remitente y que no indicaba a quién iba dirigido, llegó a manos de un empresario de la capital de Honduras.

Acostumbrado a recibir miles de papeles cada día debido a que administraba un negocio de varios socios, decidió abrir la misiva sin imaginar que era su sentencia de muerte.

La hoja de papel blanco había sido marcada con unas frases mal escritas, pero eso no le restaba seriedad a su contenido, pues se le exigía el pago de un millón de lempiras a cambio de su vida y la de su familia.

“En la nota se detallaba cada uno de mis movimientos del día y los nombres de mis hijos y esposa, hasta la hora en que salía y regresaba de la casa”, relató.

Ese momento ha sido uno de los más difíciles de su vida, ya que las llamadas amenazantes y los mensajes se volvieron una rutina capaz de llevar al borde de la locura a cualquier ser humano.

“Los teléfonos de mi casa, trabajo, de mis hijos y esposa permanecían intervenidos por los delincuentes, pero decidí no responderles”.

Al no contestar las llamadas, cada vez que la víctima salía en su vehículo era perseguido por personas en motocicletas que le lanzaban escritos con amenazas.

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“Me seguían a todos lados, hasta vigilaban mi centro de trabajo, fue una persecución constante, yo estaba angustiado hasta que Dios nos libró”, relató la víctima. FOTO: EL HERALDO.

“Me seguían a todos lados, hasta vigilaban mi centro de trabajo, fue una persecución constante, yo estaba angustiado hasta que Dios nos libró”, relató la víctima. FOTO: EL HERALDO.


Atentado
Luego las notas eran dejadas en la casa de uno de sus familiares.

“Yo vivía en zozobra, mi esposa y mis hijos, de rodillas, me pedían que vendiéramos todo para irnos para otro lugar, que huyéramos, pero no teníamos adonde ir, por lo que no quedó más que enfrentar la situación”.

Unos dos meses transcurrieron entre aquella ola de amenazas hasta que una tarde le tocó enfrentarse a la muerte.

Estaba por oscurecer, salía de su centro de trabajo en compañía de su familia y un grupo de amigos. Iban rumbo a su casa, pero unas dos cuadras adelante los interceptaron los malvivientes. Eran sicarios que tenían una sola misión: acabar con su vida.

De un momento a otro comenzó un cruce de balas, pues unos amigos que los acompañaban en otros vehículos repelieron el ataque y se hirió a uno de los sicarios y el otro se dio a la fuga, se supo después que era un policía activo.

“Gracias a Dios superamos la prueba, pusimos todo en la mano de Dios”.

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