TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La bestia lo observa. Él apenas respira para no llamar la atención, sabiendo que cualquier movimiento puede alterar al monstruo que se esconde en las sombras cada noche en su cuarto. Levanta su sábana para ver si está seguro.
Su edad -apenas seis años- no le permite defenderse; no tiene las herramientas ni la fuerza necesarias.Un malestar le hace quejarse y, sin saberlo, la bestia detrás de él vuelve a su cuerpo una y otra vez. ¿Cuántas veces? Nadie lo sabe.
Con miedo por lo que pueda pasar, acompañado por su mamá, acude por primera vez al Programa de Servicios Prioritarios, instalado en el centro de salud Alonso Suazo, para denunciar al que cada noche reclamaba con golpes lo que nunca debió tocar: su hijo.
Y con él son 18 varoncitos más los que acudieron al establecimiento médico con signos de haber sido abusados sexualmente por un pariente o amigo cercano a la familia.
Servicios prioritarios
Esta clínica pública se especializa en atender casos de violación sin distingos de edad, género o frecuencia del abuso.
El personal que labora en el Programa de Servicios Prioritarios incluye a un médico general, un psicólogo, un abogado y un trabajador social, quienes se encargan de detener el abuso y apoyar a la víctima.
Fue creado este año y al cierre del primer semestre de 2024 atendió a 75 personas y cada caso lo toman con gran compromiso.
Además, la clínica cuenta con un medicamento especial que pocos países de América poseen, como Brasil, Colombia, México, Perú, Costa Rica, Argentina y ahora Honduras, para prevenir, dentro de las 72 horas, el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).
El tratamiento consta de un frasco de profilaxis post exposición (PEP) que solo puede utilizarse en situaciones de emergencia; su vía es oral y su duración es de 28 días.
Aparte, el paciente se somete a una inyección y un jarabe que previenen las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS), y otro fármaco para tratar el aparato reproductor y el tracto intestinal afectado.
El servicio por abuso sexual
La clínica tiene una ubicación discreta. Dentro de ella solo están los profesionales, y nadie que no acuda por un caso puede estar dentro de la sala.
Al ingresar, las personas pueden encontrarse con cuatro puertas, cada una con un especialista esperando para atender y ayudar al paciente.
La primera sala es con el médico, quien, con el consentimiento del paciente, realiza la revisión y dialoga sobre el momento del abuso para detectar más problemas físicos.
Al salir de la primera etapa, la persona puede ir al área de psicología para una evaluación.
En el caso de un niño, mediante juguetes o dibujos, se busca identificar el abuso sexual y posibles daños de personalidad, al igual que lo puede hacer un adulto.
En estos espacios también se puede definir una evaluación forense para tener las suficientes pruebas para remitir a la parte legal, siempre y cuando la persona agredida lo desee.
En términos judiciales o de leyes, en el Programa de Servicios Prioritarios labora un abogado que puede dar seguimiento al caso o interponer la denuncia ante el Ministerio Público o la Estación Policial Metropolitana Core-7.
Si la persona que requiere los servicios no tiene los recursos para movilizarse a estos lugares, hay fondos que provee el Estado por medio del trabajador social.
Este profesional le realizará un estudio socioeconómico y aportará el capital necesario para movilizarse a las oficinas o cubrir cualquier otra necesidad.
Apoyo en consulta y horarios
El programa también ofrece una oportunidad a la familia de salir adelante mediante talleres y preparación para crear un negocio, sin distingos de género.
Los horarios de servicio comienzan a las 7:00 de la mañana y finalizan a las 4:00 de la tarde, de lunes a viernes.
Si la víctima requiere protección especial de algún organismo de seguridad estatal no dude en acudir, el establecimiento médico garantiza total confidencialidad y los profesionales que lo atienden se encargarán de ayudarle.
