Miami, Estados Unidos
María Vázquez esperó largamente este momento. Desde hace una década, su tienda de regalos en Miami tenía listo para la venta un paquete especial de artículos para celebrar la muerte del líder cubano Fidel Castro.
La canasta incluye una botella de sidra sin alcohol con la etiqueta 'Sólo abrir cuando muera Fidel' y una fotografía del fallecido revolucionario con cuernos de diablo en la cabeza, un rollo de papel higiénico con su rostro y una camiseta blanca con la leyenda 'Muerto el perro se acabó la rabia'.
Vázquez ofrece sus paquetes en una pequeña bolsa con la leyenda 'Viva Cuba libre' por 24,99 dólares. 'Tenía bastantes preparados esperando que llegara el momento', dijo a The Associated Press.
'Era algo para celebrar el día que muriera Fidel', comentó. 'Siempre hicimos esto con ansias de compartir con todo el mundo. Es una manera de cerrar un capítulo', agregó la comerciante cubana de 66 años, que llegó a Miami cuando tenía ocho.
En su tienda ubicada en el corazón de la Pequeña Habana se venden también botellas de salsa picante 'Arde en el infierno Fidel' y camisetas con el rostro de Ernesto 'Che' Guevara y letras rojas que dicen 'Achesino'.
Desde la mañana del sábado, horas después de que se anunció la muerte de Castro, el comercio ha vendido más de 250 paquetes, cuando antes sólo se comercializaban dos o tres a la semana, dijo Vázquez.
Tras el fallecimiento de Castro miles de exiliados cubanos y sus familiares salieron a las calles a manifestar su alegría.
Vendedores ambulantes ofrecían banderas, sombreros y collares con los colores azul, blanco y rojo de la bandera de Cuba y algunas tiendas incluso abrieron el domingo y extendieron sus horarios de atención.
Pero no todos han tomado con la mima euforia la noticia.
'A mí no me gusta eso, no me interesa', dijo Fernando Piedra, un médico cubano de 41 años que vive en Estados Unidos desde hace seis. Su amigo Rogelio Pardo, de 65 años, coincidió. 'El que lo hace es porque lo siente... Pero si fuera yo, calladito la boca. Lo ignoro más todavía', aseguró el paramédico.
A unas 15 cuadras del negocio de regalos, en la misma Calle Ocho, una heladería ofrece desde el sábado un nuevo sabor, 'Vete al infierno Fidel', una mezcla de chocolate con pimienta roja.
Castro 'se murió y me imagino que se fue al infierno en lugar del cielo. Lo hice para él', dijo a la AP Suzanne Batlle, la dueña de la heladería.
George Arango, cuyos abuelos llegaron a Estados Unidos desde Cuba, degustó el helado. 'Lo probé porque me gusta el concepto de él en el infierno y espero que esté allí', dijo el joven estudiante de derecho de 24 años. 'Es muy picante'.
En otro comercio en el lado opuesto de la calle Johnny Cardona aseguró que desde el sábado las guayaberas y camisetas con dibujos de gallos 'se vendieron como pan caliente'.
'Representan la buena suerte para el cubano que ha sufrido mucho, que ha tenido que irse' de la isla, explicó Cardona, de origen puertorriqueño.
El administrador de la tienda contó que en los últimos tres días se vendieron más de 300 guayaberas blancas y más de 100 camisetas con gallos. Las guayaberas, la típica camisa cubana de lino con alforjas al frente, cuestan en promedio unos 68 dólares y las camisetas 20 dólares.
Al parecer las ventas se dispararon también en algunos sitios de comidas típicas cubanas, donde la gente se congregó a celebrar la muerte de Castro.
El gerente del restaurante 'La Carreta', Joaquín Perales, dijo al diario The Miami Herald que se registró un aumento de 30% en los últimos días, lo que convirtió al pasado fin de semana en uno de los más productivos del año.
'Fue una locura, pero todo el mundo estaba contento', manifestó Perales al diario y explicó que las comidas que más se vendieron fueron lechón, pastelitos y café fuerte, típicos de Cuba.
Pedro Llanio, un cubano de 71 años que llegó a Miami cuando tenía 14, dijo que aunque le resultaba 'ridícula' la venta de artículos para festejar, en Estados Unidos 'uno hace lo que quiere, cada uno tiene libertad de expresarse como quiere'.
En Cuba, varias personas que tienen familiares en Estados Unidos expresaron su disgusto por los festejos y la venta de artículos celebrando la muerte del líder de la revolución.
'Eso me parece bastante enfermo', dijo a AP Ernesto Ortega, de 42 años y quien vende libros sobre literatura cubana y la revolución, música y pinturas de la isla. 'No puedo entender una persona celebrando la muerte de otra. En mi cabeza no me cabe, con el respeto de lo que piense cada uno'.
En la tienda de Vázquez, Judith Pérez compró una guayabera blanca para usar el miércoles en una concentración de exiliados cubanos mientras miraba con detenimiento el paquete de cotillón.
'Es una forma de expresar los sentimientos, la felicidad de que va a empezar una nueva vida. Para los cubanos hay esperanza', dijo a AP la empleada del municipio de Miami de 42 años, que llegó a Estados Unidos en 1981.
'Cada quien con su ideología y sus sentimientos. Si muestran ese odio no es culpa mía y ellos tendrán sus razones', dijo Diuber Pérez, de 33 años, que vendía gorros verde oliva y del 'Che' en la plaza de armas de La Habana Vieja. Pero 'es muy feo meterse con alguien que ha muerto, sea quien sea', remató.
María Vázquez esperó largamente este momento. Desde hace una década, su tienda de regalos en Miami tenía listo para la venta un paquete especial de artículos para celebrar la muerte del líder cubano Fidel Castro.
La canasta incluye una botella de sidra sin alcohol con la etiqueta 'Sólo abrir cuando muera Fidel' y una fotografía del fallecido revolucionario con cuernos de diablo en la cabeza, un rollo de papel higiénico con su rostro y una camiseta blanca con la leyenda 'Muerto el perro se acabó la rabia'.
Vázquez ofrece sus paquetes en una pequeña bolsa con la leyenda 'Viva Cuba libre' por 24,99 dólares. 'Tenía bastantes preparados esperando que llegara el momento', dijo a The Associated Press.
'Era algo para celebrar el día que muriera Fidel', comentó. 'Siempre hicimos esto con ansias de compartir con todo el mundo. Es una manera de cerrar un capítulo', agregó la comerciante cubana de 66 años, que llegó a Miami cuando tenía ocho.
En su tienda ubicada en el corazón de la Pequeña Habana se venden también botellas de salsa picante 'Arde en el infierno Fidel' y camisetas con el rostro de Ernesto 'Che' Guevara y letras rojas que dicen 'Achesino'.
Desde la mañana del sábado, horas después de que se anunció la muerte de Castro, el comercio ha vendido más de 250 paquetes, cuando antes sólo se comercializaban dos o tres a la semana, dijo Vázquez.
Tras el fallecimiento de Castro miles de exiliados cubanos y sus familiares salieron a las calles a manifestar su alegría.
Vendedores ambulantes ofrecían banderas, sombreros y collares con los colores azul, blanco y rojo de la bandera de Cuba y algunas tiendas incluso abrieron el domingo y extendieron sus horarios de atención.
Pero no todos han tomado con la mima euforia la noticia.
'A mí no me gusta eso, no me interesa', dijo Fernando Piedra, un médico cubano de 41 años que vive en Estados Unidos desde hace seis. Su amigo Rogelio Pardo, de 65 años, coincidió. 'El que lo hace es porque lo siente... Pero si fuera yo, calladito la boca. Lo ignoro más todavía', aseguró el paramédico.
A unas 15 cuadras del negocio de regalos, en la misma Calle Ocho, una heladería ofrece desde el sábado un nuevo sabor, 'Vete al infierno Fidel', una mezcla de chocolate con pimienta roja.
Castro 'se murió y me imagino que se fue al infierno en lugar del cielo. Lo hice para él', dijo a la AP Suzanne Batlle, la dueña de la heladería.
George Arango, cuyos abuelos llegaron a Estados Unidos desde Cuba, degustó el helado. 'Lo probé porque me gusta el concepto de él en el infierno y espero que esté allí', dijo el joven estudiante de derecho de 24 años. 'Es muy picante'.
En otro comercio en el lado opuesto de la calle Johnny Cardona aseguró que desde el sábado las guayaberas y camisetas con dibujos de gallos 'se vendieron como pan caliente'.
'Representan la buena suerte para el cubano que ha sufrido mucho, que ha tenido que irse' de la isla, explicó Cardona, de origen puertorriqueño.
El administrador de la tienda contó que en los últimos tres días se vendieron más de 300 guayaberas blancas y más de 100 camisetas con gallos. Las guayaberas, la típica camisa cubana de lino con alforjas al frente, cuestan en promedio unos 68 dólares y las camisetas 20 dólares.
Al parecer las ventas se dispararon también en algunos sitios de comidas típicas cubanas, donde la gente se congregó a celebrar la muerte de Castro.
El gerente del restaurante 'La Carreta', Joaquín Perales, dijo al diario The Miami Herald que se registró un aumento de 30% en los últimos días, lo que convirtió al pasado fin de semana en uno de los más productivos del año.
'Fue una locura, pero todo el mundo estaba contento', manifestó Perales al diario y explicó que las comidas que más se vendieron fueron lechón, pastelitos y café fuerte, típicos de Cuba.
Pedro Llanio, un cubano de 71 años que llegó a Miami cuando tenía 14, dijo que aunque le resultaba 'ridícula' la venta de artículos para festejar, en Estados Unidos 'uno hace lo que quiere, cada uno tiene libertad de expresarse como quiere'.
En Cuba, varias personas que tienen familiares en Estados Unidos expresaron su disgusto por los festejos y la venta de artículos celebrando la muerte del líder de la revolución.
'Eso me parece bastante enfermo', dijo a AP Ernesto Ortega, de 42 años y quien vende libros sobre literatura cubana y la revolución, música y pinturas de la isla. 'No puedo entender una persona celebrando la muerte de otra. En mi cabeza no me cabe, con el respeto de lo que piense cada uno'.
En la tienda de Vázquez, Judith Pérez compró una guayabera blanca para usar el miércoles en una concentración de exiliados cubanos mientras miraba con detenimiento el paquete de cotillón.
'Es una forma de expresar los sentimientos, la felicidad de que va a empezar una nueva vida. Para los cubanos hay esperanza', dijo a AP la empleada del municipio de Miami de 42 años, que llegó a Estados Unidos en 1981.
'Cada quien con su ideología y sus sentimientos. Si muestran ese odio no es culpa mía y ellos tendrán sus razones', dijo Diuber Pérez, de 33 años, que vendía gorros verde oliva y del 'Che' en la plaza de armas de La Habana Vieja. Pero 'es muy feo meterse con alguien que ha muerto, sea quien sea', remató.