Nuestro individuo en cuestión se encontraba presumiendo de su nuevo encendedor a través de un livestream –porque un nuevo encendedor es algo que no puede esperar—, él lo desempaca y los recarga con combustible mientras se fuma un cigarrillo.
Después el hombre le pasa un pañuelo desechable para limpiar el combustible extra, el cual después deposita en una bolsa llena de papeles sobre su escritorio.
Por alguna razón que nos escapa, el individuo intenta encender un fosforo con el lado del encendedor y después varios intentos lo logra pero algo ocurre con su encendedor.
La situación se vuelve más crítica para el hombre cuando una voz proveniente del chat de su livestream le advierte que hay peligro detrás suyo.