TEGUCIGALPA; HONDURAS. Somos lo que comemos. Parte de nuestra dieta diaria impacta en el rendimiento de nuestras actividades cognitivas. La salud cerebral depende de muchos factores, la dieta sana es uno de ellos.
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Por ello, es esencial que tomemos buena nota de aquellas sustancias que nuestro órgano pensante necesita para un mejor rendimiento, concentración y memoria.
El cerebro necesita alrededor del 20% de la energía que ingerimos para lograr un buen funcionamiento. Su principal fuente de energía es la glucosa proveniente de alimentos ricos en carbohidratos, pero también se nutre de grasas saludables. Una carencia de los nutrientes necesarios para el cerebro puede predisponer a la aparición de daños en el sistema nervioso y aumentar la posibilidad de tener síntomas como apatía, irritabilidad, nerviosismo, cansancio, falta de atención, fallos de memoria y de concentración.
Esto significa que la capacidad cognitiva puede verse directamente afectada por la dieta. Los alimentos de bajo índice glucémico parecen mejorar la atención y la capacidad funcional, mientras que los azúcares simples se han asociado con dificultad de atención y concentración.
Por otro lado, también se requieren aminoácidos para la síntesis de neurotransmisores, especialmente serotonina y catecolaminas. La serotonina baja se puede asociar a problemas de aprendizaje y memoria.La calidad y el tipo de grasa alimentaria también pueden afectar a la función intelectual y mental.
La elevada ingesta de grasa saturada se ha relacionado con un deterioro cognitivo, mientras que el consumo de ácidos grasos poliinsaturados (docosahexaenoico) tiene efectos beneficiosos en su prevención. Es aconsejable el consumo de dietas con una adecuada proporción (5:1) de ácidos grasos omega-6 y 3 (dieta mediterránea), dado que se asocian con una mejor memoria y un menor riesgo de deterioro cognitivo.