Tegucigalpa, Honduras.- Ducharse es sinónimo de salud, bienestar, higiene y relajación. Pero, como cualquier actividad, tiene una contraparte negativa que se refleja en problemas en la piel.
Aunque a simple vista parezcan inofensivas, la duración de la ducha y la temperatura del agua marcan la brecha entre una piel tersa y luminosa de una que sufre resequedad, irritación y pérdida de elasticidad —independientemente de la edad de la persona—.
Entonces, ¿cuál es la mejor opción para limpiar y cuidar del órgano más grande del cuerpo?
Para comenzar, es importante mencionar que la piel tiene una barrera natural formada por lípidos y proteínas que la protegen de agresores externos y la mantienen hidratada.
Por tanto, cada vez que se extiende una ducha con agua caliente, se elimina gran parte de esa barrera. Pero, ¿por qué sucede esto?
El agua caliente dilata los vasos sanguíneos y elimina los aceites naturales, dejando la piel reseca y vulnerable a afecciones cutáneas como dermatitis.
Esto no significa que deba bañarse con agua fría en plena madrugada, pero sí debe valorar la opción de ducharse con agua tibia durante períodos cortos, que oscilen entre cinco y diez minutos diarios.
Este tipo de ducha permite eliminar impurezas mientras se mantiene la hidratación natural.
Además, al reducir el tiempo bajo el agua, se minimiza el riesgo de irritación, especialmente en pieles sensibles o con condiciones como eczema o psoriasis. La clave está en mantener un equilibrio saludable.
Otros errores que perjudican su piel
El agua dura, rica en minerales como calcio y magnesio, puede tener efectos negativos en la piel. Para minimizarlos, instale un filtro en la ducha que reduzca la concentración de estos minerales. Además, use jabón y champú suave con ingredientes humectantes. Y tenga cuidado con lo siguiente:
- Usar esponjas incorrectamente: el uso agresivo de esponjas desgasta la capa externa de la piel, dejándola más vulnerable. Opte por métodos suaves y limite la exfoliación a unas dos veces por semana.
- No hidratar la piel rápidamente: el mejor momento para aplicar crema hidratante es justo después de secarse, cuando la piel aún está ligeramente húmeda.
- Aplicar productos abrasivos: muchos jabones contienen químicos que alteran el pH y resecan la piel. Lo mejor es utilizar limpiadores suaves, sin sulfatos ni fragancias.
- Secarse bruscamente: frotar la piel con una toalla bruscamente puede irritarla. Lo correcto es secar con toques suaves, utilizando toallas de algodón.
- Ducharse más de una vez al día: el exceso de duchas puede perjudicar más rápido su piel. Aunque si considera necesario bañarse más de una vez al día, use agua tibia y reduzca el tiempo de duración.
El cabello: otra víctima de las duchas incorrectas
Las características de las duchas que tome también repercuten favorable o desfavorablemente en su cabello. Aquí solo algunas consecuencias:
- Caída y pérdida del brillo de su melena: el uso frecuente de agua muy caliente puede inflamar el cuero cabelludo y debilitar los folículos pilosos, contribuyendo a la caída y pérdida del brillo natural de su cabello.
- Irritación del cuero cabelludo: el agua dura (extraída de formaciones rocosas), combinada con duchas largas, puede dejar residuos minerales que irritan el cuero cabelludo, causando picazón y descamación.
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