TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Si la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que “cada año mueren más personas por enfermedades cardiovasculares (ECV) que por cualquier otra causa”, proteger la salud del corazón debería ser más que un propósito para 2024 y volverse una pauta permanente en el estilo de vida.
En Honduras, por ejemplo, un artículo publicado por EL HERALDO en septiembre de 2023 citó que la mayoría de personas que fallecen a causa de un infarto es porque sufren de alguna enfermedad cardiovascular o por no hacer ejercicio. De acuerdo a cifras oficiales de la Secretaría de Salud (Sesal), de enero a dicha fecha (menos de nueve meses), habían muerto 56 hondureños producto de un infarto, siendo los hombres los más afectados.
El mismo organismo hizo alusión a que cada año se registran más de 100 personas fallecidas en el país a causa de un infarto. Es por ello que depositar la debida atención en el tema puede convertirse en un salvavidas.
Factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares
La OMS enlista algunos de los factores de riesgo que influyen en el desarrollo de enfermedades del corazón: edad, sexo, antecedentes familiares, tabaquismo, mala alimentación, falta de actividad física, consumo de alcohol, hipertensión, diabetes y obesidad.
Sin embargo, el cardiólogo hondureño Hugo Chinchilla refiere que la edad ya no es un punto determinante en la salud del corazón, al menos no en cuanto a la hipertensión arterial. “Este es uno de los males con mayor incidencia; alrededor del 50% de la población mundial lo padece”, informó el especialista, mencionando que “he tenido pacientes hasta de 14 y 15 años con presiones altísimas después de la pandemia”.
Lo anterior no quiere decir que muchos males del corazón no pueden ser prevenidos o tratados de manera oportuna manteniendo un estilo de vida saludable.
Para ello, hay que reconocer que el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular (ECV) aumenta por una mala alimentación, que se caracteriza por un bajo consumo de frutas y verduras, y un consumo elevado de sal, azúcares y grasas. También contribuyen la obesidad y el sobrepeso, los cuales a su vez son factores de riesgo.
La OMS cita que las personas que no hacen actividad física suficiente tienen entre un 20% y un 30% más de probabilidades de morir prematuramente que aquellas que se ejercitan con regularidad. De nuevo, aquí interviene la aparición de las ECV, el cáncer y la diabetes.
Síntomas y señales de alerta de problemas cardíacos
Los síntomas de este tipo de padecimientos pueden variar entre los hombres y las mujeres, pero, de manera general, suelen incluir: dolor de pecho (angina de pecho), dificultad para respirar, fatiga excesiva, entumecimiento, hinchazón, debilidad o frío en las extremidades, dolor en el cuello, la mandíbula, la garganta, el abdomen superior o en la espalda.
Chinchilla, por su parte, define a la hipertensión arterial como un “asesino silencioso”, debido a que subraya que el 50% de los pacientes hipertensos son asintomáticos. “Hay personas que pueden tener una presión hasta de 300 y no sentir nada, así han llegado a mi consultorio”, comenta.
Pero entre quienes sí dan señales, el médico apunta que el principal síntoma es el dolor de cabeza (cefalea), sumado el cansancio al caminar, la sudoración nocturna y palpitaciones aceleradas.
En cuanto al infarto de miocardio, Chinchilla describe un dolor torácico, localizado en la parte central del tórax. “Se siente como si un elefante presionara con su pata el pecho del paciente”.
Y añade que en las únicas condiciones en que no se produce este dolor es en personas diabéticas y adultos mayores, quienes sufren de infartos indoloros, presentando solo ligeros mareos o náuseas.
Tratamientos actuales para enfermedades cardiovasculares
Los tratamientos para enfermedades cardiovasculares varían según la gravedad y el tipo de afección. No obstante, suelen enfatizar en cambios en el estilo de vida, medicamentos y procedimientos médicos.
Los medicamentos para controlar la presión arterial (antihipertensivos), reducir el colesterol y prevenir la formación de coágulos son comunes, pero siempre deben ir sugeridos y guiados por un especialista (cardiólogo). En casos más graves, se pueden realizar procedimientos como angioplastias y cirugías de bypass.
“La primera recomendación es mantener el peso adecuado, con ayuda de una dieta balanceada que incluya frutas, verduras, pescado, pollo, un mínimo de carnes rojas, y de preferencia la cocción a vapor”, apunta Chinchilla, quien complementa la receta con ejercicio físico moderado, “al menos caminar una media hora diaria”.
En adición, dormir ocho horas continuas, disminuir la carga de estrés, practicar ayuno intermitente (si es candidato), descartar el consumo de alcohol y el tabaquismo, e implementar técnicas de relajación como el yoga y la meditación, en palabras del experto, “ayuda a reducir significativamente el riesgo de enfermedades cardíacas, entre otras”.
Los chequeos médicos regulares y la gestión de los factores de riesgo son fundamentales para prevenir problemas cardíacos antes de que se desarrollen. “La recomendación general para pacientes de 20 años en adelante es tomarse al menos una vez al mes la presión arterial”, concluye Chinchilla.
Dietas y ejercicios para un corazón saludable
Como se ha mencionado, mantener la salud cardiovascular implica adoptar un enfoque integral que incluya una dieta equilibrada y ejercicio regular.
En términos de alimentación, es esencial priorizar frutas, verduras, granos enteros, proteínas magras y grasas saludables. Se debe limitar la ingesta de grasas saturadas y trans presentes en alimentos procesados, favoreciendo grasas saludables encontradas en aceite de oliva, aguacates y nueces. Además, incorporar alimentos que controlan el colesterol, como avena, legumbres, pescado rico en ácidos grasos omega-3 y aceite de pescado.
Controlar la cantidad de sodio también es crucial para mantener una presión arterial saludable. Reducir el consumo de alimentos procesados, y usar hierbas y especias en lugar de sal puede ayudar en este aspecto. El consumo de alcohol, si se elige, debe hacerse con moderación, siguiendo las pautas recomendadas.
En cuanto al ejercicio físico, se recomienda la realización de actividades aeróbicas como caminar, correr, nadar o andar en bicicleta. Al menos 150 minutos de rutina aeróbica moderada o 75 minutos de actividad intensa por semana, distribuidos en varios días, son metas a alcanzar.
Incorporar ejercicios de resistencia, como levantamiento de pesas u opciones con bandas elásticas, al menos dos veces por semana, fortalece los músculos. No se debe descuidar la flexibilidad y el equilibrio, por lo que alternativas como el yoga y métodos de estiramiento deben hacer parte.
En complemento, es crucial escuchar las señales del cuerpo durante el ejercicio y consultar con un profesional de la salud antes de realizar cambios significativos en la dieta o rutina, especialmente para aquellos con condiciones de salud existentes.