TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Un adulto que fue invalidado en su infancia presentará comportamientos que afectarán su dinámica con su entorno, con las personas y con sus decisiones.
Cuando los padres dicen: “No fuimos los mejores padres, pero ahí se criaron los hijos, están sanos”. Pero sanos en qué sentido... ¿físicamente? Porque la salud emocional es otra cosa de la que no se habla, y la que termina afectando a una persona en su pasado, presente y futuro.
¿Cómo es un adulto que fue invalidado en su infancia?
Una persona que tuvo una infancia con carencias emocionales puede verse así: minimiza sus emociones o no las expresa, duda de sus capacidades y/o habilidades, le cuesta abrirse a los demás hasta en los aspectos positivos, siempre busca la validación de otras personas, minimiza sus propios logros, constantemente siente presión por demostrar su valor, le cuesta tomar decisiones y es una persona insegura.
Minimizar las carencias emocionales a las que los padres sometieron a sus hijos en la niñez es solo un ejemplo del daño que puede traspasar generaciones tras generaciones.
Y solo un adulto consciente de sus heridas y que lucha por sanarlas será capaz de romper esa cadena, porque como dice la psicóloga Patricia Mackay, los niños que han crecido en entornos irresponsables emocionalmente, “crecen y se convierten en la antítesis de los adultos con los que vivieron”.
Estos adultos repetirán con sus hijos los patrones de crianza recibidos y esto es “porque se afecta su ajuste psicológico”.
Buscar ayuda profesional para identificar y trabajar en estas heridas no es algo que todos los adultos hacen, si ya de por sí la sociedad estigmatiza las enfermedades mentales y emocionales, aceptar que somos el resultado de una crianza irresponsable no es fácil, requiere de una seguridad, honestidad, humildad y amor propio que no todas las personas tienen reforzados para tomar una decisión tan importante.
Además de que aceptar que se tiene un problema es ponerse en una situación vulnerable que no todos los adultos están dispuestos a aceptar.
Patrones de crianza dañinos
Sucede en muchas familias que los padres instauran patrones de crianza que son nocivos para los niños.
Y aquí queremos dejar algo claro, fijar límites, responsabilidades y metas a los niños no es malo, “al contrario, es bueno si se establecen según los potenciales de los niños y las herramientas de vida que les facilitamos”, dice la experta.
No obstante, hacer de los niños máquinas competitivas, con exigencias demasiado altas, es “represión, es gestar una bomba humana que en algún momento estallará”, señala Mackay, y agrega que según el caso será el tipo de experiencias y frecuencias; que según la figura significante (padre, madre, cuidador) con quien se genera esta relación de exigencia y represión, así será la proyección en las relaciones futuras, ya sean estas laborales, de pareja, sociales, etc.
Cuando ese adulto que tuvo carencias emocionales y sobreexigencias en muchos aspectos, tiene hijos, hace lo mismo “como un mecanismo inconsciente de la búsqueda de la propia identidad”, apunta la psicóloga.
Una niñez plena es posible con adultos emocionalmente responsables y comprometidos con cuidar a esos seres que son frágiles, que se pueden romper con tal facilidad que luego será difícil recoger los pedazos.
Y como todo lo frágil que se rompe, los pedazos hieren, y quedan soltando esquirlas, esas que alcanzan a otros seres que tampoco tienen la culpa.
Los niños no deberían ser piezas moldeables al gusto de adultos dañados, deberían ser seres guiados con amor para encontrar su propia identidad, no la identidad perdida de nadie.
Deberían ser seres que puedan expresar sus emociones con confianza, y que no sientan que por hacerlo son débiles o dignos de desprecio.
Deberían ser seres que al alcanzar un logro lo hagan por satisfacción, no por aceptación.
Y no deberían ser seres que tengan la responsabilidad de pagar con su bienestar los errores o debilidades de los adultos.
Responsabilidad emocional con sus hijos
Investigaciones sobre el desarrollo neurológico en la infancia dicen que los niños llegan a este mundo con un cerebro que está por desarrollar.
Los padres tienen el poder de condicionar ese desarrollo cerebral. Son los responsables de crear un entorno donde ellos puedan desarrollar sus capacidades y habilidades, de gestionar sus emociones y de desarrollar vínculos sólidos y seguros.
No eche a perder esa gran responsabilidad y oportunidad que como adulto tiene en sus manos.