Los Ángeles, Estados Unidos.- “Mamma” es un término del latín del que proceden las palabras “madre” y “mama”, y del que también se derivan “mamar”, “amamantar” y “mamífero”, entre muchas otras.
“Mamma” también es la palabra que el doctor Sergi Ganau ha elegido como título de su libro sobre esta glándula femenina, porque considera que el término ‘mama’ es el más acertado desde un punto de vista científico para referirse a esta región anatómica del cuerpo de la mujer.
Este médico especialista en radiodiagnóstico, dedicado a la imagen de la mama desde el inicio de su trayectoria profesional, combina su trabajo en el ámbito asistencial, científico y docente, con la divulgación, a través de artículos y conferencias. Con su nuevo libro pretende extender su conocimiento del público de la mama, según explica el doctor Sergi Ganau, especialista en radiodiagnóstico
“A quienes todavía creen que nuestra sociedad no es machista, Ganau les recomienda repasar el refranero popular y buscar los dichos con referencias al sexo femenino, entre los cuales abundan los que se refieren a las mamas, e incluso hacen que la mujer queda simbólicamente reducida a estas glándulas”, explica.
En otro orden de cosas, Ganau describe algunos aspectos poco conocidos sobre los sinónimos más populares de mama.
Este radiólogo explica que el término ‘teta’ u otros parecidos se utilizan en numerosos idiomas, pero no se sabe con certeza el origen de la palabra.
Podría provenir del francés medieval ‘tete’ (que no tiene nada que ver con tête o «cabeza») y éste, a su vez, del protogermánico (lengua origen del inglés, neerlandés y alemán) ‘titta’.
Añade que “en la mitología griega, la diosa Tetis amamantó a la diosa Hera (hermana de Zeus) durante la batalla que tuvo lugar entre éste y los titanes.
El origen de otro sinónimo de mama, la palabra ‘seno’, parece remontarse al antiguo Imperio romano.
Por aquel entonces, las togas incorporaban un pliegue holgado con forma semicircular sobre la zona del pecho izquierdo, que se utilizaba como bolsillo y se denominaba ‘sinus’, según Ganau.
“Los franceses fueron los primeros en denominar ‘sein’ a la mama. Más tarde, otras lenguas como el español adaptaron la misma idea”, puntualiza.
Por otra parte, el empleo de la palabra ‘pecho’ para referirse a la mama, es una metonimia: un recurso literario consistente en designar algo con el nombre de otra cosa, según este autor.
Con el término ‘pecho’ (del latín, pectus) se designa a la parte del cuerpo humano situada entre el cuello y el abdomen. Al llamar pecho a la mama, se la identifica con su continente, indica.
Artemisa, diosa con senos múltiples
En la antigua ciudad de Éfeso, situada en la actual Turquía, se encontraba el templo de Artemisa, que guardaba en su interior la estatua de la diosa que daba nombre al templo, explica.
Apunta que dicha representación, solo conocida por algunas copias conservadas y por algunos testimonios escritos o dibujados, mostraba a Artemisa con varias ristras de protuberancias alrededor del pecho.
“En la segunda mitad del siglo XX se puso en tela de juicio que dichas protuberancias fueran mamas, debido principalmente a la ausencia de pezones en algunas de las pocas representaciones conservadas”, según Ganau.
La formación del pezón
“Alrededor del primer mes de gestación, aparecen en la piel del feto humano, femenino y masculino, un par de líneas que se extienden desde las axilas hasta las ingles como diminutas cordilleras, formadas por cúmulos de células y denominadas crestas mamarias o líneas lácteas”, señala Ganau.
Explica que “con el tiempo, la mayoría de estas células se atrofiarán, excepto dos montículos situados en la región pectoral y que acabarán formando los dos botones mamarios, precursores de los pezones y las mamas”.
Las ‘estaciones’ de la mama.
Ganau utiliza el símil de un árbol para describir la estructura mamaria: “cada mama es como un bosque compuesto por un número variable de árboles (diez a veinte) horizontalizados y dispuestos de tal forma que las copas quedan posteriores y profundas mientras que los troncos se dirigen hacia el pezón”.
Los troncos y sus ramificaciones son los conductos y conductillos galactóforos, responsables de transportar la leche producida en las glándulas (llamadas acinos) ubicadas en los lobulillos mamarios.
Al igual que un frondoso árbol de hoja caduca queda desprovisto de hojas en otoño o invierno, la mama también está más o menos desarrollada y producirá más o menos leche, en función de la etapa de la vida. Las hormonas marcan el paso de las estaciones en la mama”, según este especialista.
¿Por qué duelen las mamas?.
Las hormonas no son siempre las responsables del dolor mamario o mastalgia, que a veces no guarda relación con el ciclo menstrual, según explica Ganau.
“Entre las mujeres más activas, el ejercicio físico intenso puede ser un factor desencadenante de dolor en las mamas. Los movimientos bruscos y repetitivos en el eje vertical, que se producen, por ejemplo, al correr o saltar, suelen estar implicados con mayor frecuencia”, señala.
Las causas del dolor no están claras del todo. Parecen relacionarse con la tensión que el movimiento genera en las estructuras de sostén: estroma, grasa y ligamentos de Cooper”, señala.
Primeras prótesis mamarias.
Durante la Segunda Guerra Mundial los médicos japoneses utilizaron inyecciones de silicona para dar volumen a las mamas de muchas compatriotas deseosas por parecerse a las mujeres estadounidenses, con resultados desastrosos y efectos secundarios en su mayoría inflamatorios, según este autor.
Señala que “los resultados fueron, en general, tan desastrosos como los efectos secundarios, en su mayoría inflamatorios, de los experimentos realizados hasta entonces con elementos variopintos como la parafina, las esponjas y las bolas de cristal o de marfil”.
“En la década de 1960 un cirujano plástico estadounidense se dio cuenta de que el tacto de las bolsas de sangre era muy parecido al de un pecho. Frank Gerow (1929-1993) y su colega Thomas Cronin (1906-1993) trabajaron conjuntamente con una empresa para desarrollar un prototipo de prótesis mamaria”, puntualiza.
Mamografía
“Seguro que este aparato lo ha inventado un hombre”, suele ser una de las quejas habituales de las mujeres que se realizan una mamografía, pero según explica Ganau, “el hecho de aplastar la mama no es resultado de ninguna mente caprichosa”.
“La compresión de la mama resulta imprescindible para obtener una imagen más homogénea y nítida, así como para reducir la cantidad de radiación absorbida”, concluye.