Tegucigalpa, Honduras.- Además de tener que sobreponerse a un diagnóstico de salud desalentador y enfrentar las repercusiones físicas y emocionales que derivan del VIH/Sida, los pacientes libran una batalla muchas veces más dura: los estigmas sociales y la discriminación.
A pesar de los avances médicos y el acceso a información, las personas con esta condición siguen siendo víctimas de prejuicios profundamente arraigados en mitos, temores y una falta de comprensión sobre el virus y su transmisión.
La psicóloga Diana Nicole Lozano explica que el estigma se manifiesta de diversas maneras, incluyendo: rechazo por parte de familiares, amigos o parejas; discriminación en los lugares de trabajo; y barreras para acceder a servicios de salud dignos y suficientes. Asimismo, en muchos casos, las personas con VIH son injustamente etiquetadas como irresponsables o peligrosas, lo que perpetúa un ciclo de aislamiento y exclusión.
“En ocasiones, el mismo personal de atención médica mantiene alteraciones en su comportamiento respecto al trato de las personas con VIH; los renuncian a la muerte. Y los mismos cuidadores o el entorno que los rodea reflejan prejuicios que no les permiten entablar una relación digna, puesto que los exponen a una culpa constante y les evidencian temor a contagiarse por estar cerca de ellos”, lamenta la especialista.
Basta de negativas
Por otra parte, Lozano apunta que se debe entender que un diagnóstico no es sinónimo de un mal pronóstico.
“Un diagnóstico abre la puerta para buscar soluciones por medio de las asistencias médicas físicas, los medicamentos y la salud mental, puesto que el bienestar biopsicosocial abarca todos los aspectos del ser humano, y una depresión o ansiedad también puede generar un efecto negativo para la condición del VIH y causar estragos mayores en la vida del paciente”.
El camino para combatir el estigma y la discriminación incluye: promover la educación, fomentar el respeto y la empatía, reconocer la dignidad de las personas, impulsar políticas inclusivas y visibilizar historias positivas.
En ese sentido, Lozano recalca el hecho de que “hablar sana”, aludiendo la importancia de que “visitar a un especialista en psicología ayudará a que la persona atienda su salud emocional y libere sus cargas”.
Prejuicios sexuales
La psicóloga reconoce que el VIH tiende a ser sinónimo de promiscuidad para muchas personas, lo mismo que ser parte de la comunidad LGTBQ+, “lo cual es un pensamiento erróneo, puesto que nadie está exento de tener que vivir con esta condición de salud”.
Siempre hay esperanza
Lozano explica que tanto el VIH/Sida como la diabetes, la hipertensión, los problemas de tiroides, entre otras patologías, son condiciones de salud que nos obligarán a llevar la vida con mayor cuidado.
“Al igual que todas las enfermedades del mundo, el VIH puede ser tratado, permitiendo llevar una vida de plenitud siempre y cuando se mantenga el diagnóstico primario y los cuidados correspondientes”.