TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Lejos de basarse en la confianza, el respeto mutuo y la comunicación abierta, las relaciones con personas manipuladoras pueden socavar nuestra autoestima y bienestar emocional. Identificar los signos de alerta es indispensable.
La psicóloga Diana Lozano explica que “las llamadas banderas rojas funcionan como un sistema de seguridad” que ayuda a reconocer situaciones de alerta en las relaciones tanto de noviazgo como de amistad, familiares y laborales, dando como resultado “la existencia de un agresor y una víctima o varios victimarios”.
Por ejemplo, una señal certera es que los manipuladores a menudo intentan controlar cada aspecto de la vida de su pareja. Esto puede incluir desde qué ropa usar hasta con quién pasar el tiempo. “Siempre manifiestan el deseo de mantener control del entorno de su víctima”.
También suelen culpar a su pareja por los problemas en la relación, incluso cuando no tienen nada que ver con ellos. Pueden hacer que la persona se sienta mal por sus propias acciones y emociones, lo que amenaza su confianza en sí mismas.
“Buscan alejar a la víctima o confrontarla en todo momento, cuestionándoles todo para que sientan una incertidumbre constante”.
Por su parte, la manipulación emocional puede manifestarse de muchas formas, desde recurrir al chantaje hasta usar el amor como moneda de cambio. Los manipuladores pueden jugar con las emociones de quienes los rodean para conseguir lo que quieren, haciéndoles sentir confundidos y vulnerables.
Y son perfiles que suelen carecer de empatía genuina hacia los sentimientos y necesidades del otro. Tienden a ignorar sus emociones o minimizarlas, haciéndoles sentir incomprendidos e invisibles.
“Persiguen satisfacer sus necesidades primarias, desde el cuidado y la ternura, para ser extrañados constantemente y apelar a la dependencia constante”, puntualiza la experta.
Más señales que no debe pasar por alto
Reconocer las banderas rojas es el primer paso para liberarse de una relación manipuladora. Tome en cuenta estas otras señales:
Engaños. Los manipuladores suelen mentir o tergiversar la verdad para obtener lo que quieren. Ocultan información importante o crean situaciones falsas para mantener el control.
Bipolaridad. Alternan entre ser encantadores y cariñosos, y ser crueles y manipuladores. Este cambio de personalidad puede confundir a su pareja y hacer que se sientan inseguros.
Necesidad. Muestran apegos inseguros hacia sus víctimas, haciéndoles creer que son necesarios para su vida, pero que deben hacer cambios constantes para que la relación mejore.
Patrones repetitivos
“Generalmente, el agresor o la agresora tiene una historia de vida traumática, que sigue patrones de conducta inadecuados heredados de sus cuidadores, para conseguir así la atención constante. Recordemos que la víctima puede replicar estos patrones y después hacerlos suyos, usándolos como mecanismos de defensa ante su entorno, y viéndose después como agresor o agresora”, explica Lozano.