TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Ya no nos amamos, pero estamos juntos por nuestros hijos” es la justificación que muchas parejas utilizan para no hacerse verdaderamente responsables de una situación que con el tiempo solo se irá agravando.
Por supuesto, la desintegración familiar no es la meta de nadie. Se trata de un proceso cargado de tensiones, conflictos e inestabilidad que altera emocionalmente a todos los involucrados, incluidos los más pequeños. Aunque a veces se vuelve necesaria.
Sea cual sea el motivo por el que usted y su pareja hayan acordado que lo mejor es no seguir juntos, deben saber que si tienen hijos en común, hay maneras de sobrellevar mejor el proceso para que el daño en ellos sea el menor posible.
Lógicamente la edad de los niños es un factor importante. No es lo mismo si son muy pequeños, si son infantes o están en la adolescencia. En términos generales, puede haber ira, frustración, miedo, inseguridad, ansiedad, tristeza, culpa, abandono, negación y demás emociones negativas, que deben prevenirse o tratarse.
Sin embargo, pese a que gran parte de los hijos no suele tomar a bien la separación de sus padres, la mayoría no experimenta problemas serios si se consigue una ruptura saludable. Dejando a un lado el dolor intrínseco al proceso, es importante informar a los niños sobre lo que está ocurriendo.
Cada familia debe decidir el momento y la forma, pero hay que ser honestos con los niños. Y no es preciso entrar en demasiados detalles para ayudarles a entender que la felicidad también puede vivirse en dos hogares. Habrá heridas, pero sanarlas será posible con amor, apoyo y paciencia.
Pautas importantes
Cada caso es un caso, y usted y su pareja deben adoptar y ajustar las medidas necesarias si es que la decisión de separarse es algo seguro. Apóyese de estas sugerencias y tenga siempre presente el impacto en sus niños, que son parte vital del proceso.
No hay venganza válida. La denigración de uno de los progenitores por parte del otro suele ser común y afecta en gran medida a los hijos. Eviten la utilización del niño para tratar de afectar al otro.
Ofrezcan un ambiente sano. Aunque los padres afronten sentimientos difíciles, es importante mantener un trato cordial. Los niños suelen estar bien si observan que sus padres también lo están.
Trabajen en conjunto. Para los niños es más fácil superar esta transición cuando mantienen contacto cercano con ambos padres, quienes deben preservar la visión de equipo respecto a la crianza.
Aléjenlos del debate. Los niños deben quedar al margen de cualquier aspecto que se escape a su control, más aún si les provoca ansiedad, como los asuntos económicos o las disputas sobre custodia.