TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Cuando nos casemos va a cambiar” es, quizá, una de las frases más utilizadas para mantener la esperanza de que sí, en efecto, una persona tiene el poder de cambiar a otra. Pero haciendo un llamado a la realidad, las cosas no son así.
Las personas no cambian porque otros quieren que lo hagan, cambian porque así lo decidieron hacer.
Todo ser humano tiene defectos en su personalidad, ya sean estos comportamientos o hábitos, puede ser que quienes rodeen a estas personas los vean de lejos, no sea algo que les afecte o que vaya a arruinar sus vidas, entonces lo aceptan como es.
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Pero ¿qué sucede cuando usted está con alguien que tiene comportamientos que le dañan de alguna manera? Cualquiera podría decir que “se aleje”, pero resulta que no siempre sucede así.
Pasa, por ejemplo, que cuando una pareja inicia una relación, hay tantas expectativas, tanta idealización, que los ojos y la mente son incapaces de ver e interpretar comportamientos que a largo plazo son dañinos. Lo ideal es tratar de conocer a las personas sin ponerle tantos filtros y sin depositar tantas expectativas. Si hay algo que no gusta, decirlo, pedir que sea diferente, pero con la plena consciencia de que al final la decisión no la toma usted, no tiene ese poder.
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Otro punto importante es que mientras más pida usted que una persona cambie, más resistente se vuelve a esa solicitud. A nadie le gusta que le pidan salir de su zona de confort, de ese espacio que, aunque a usted le haga daño, hace sentir a su cónyuge segura(o).
Hay un tanto de egoísmo en esto, sí, pero lo cierto es que nadie hace ajustes a sus hábitos y comportamientos porque le afecten a otros, lo hace porque le afectan a sí mismo y considera, entonces, cambiar.
Lo que sí puede hacer para ayudar
Acompañamiento: Recuerde que cuando una persona tiene comportamientos o hábitos nocivos, lleva toda una vida en ello.
Más que exigir, trate de hacer la observación, y si hay alguna disposición de cambio, valorar los pasos que dé sin juzgar ni apresurar el tiempo.
Apertura al cambio: Puede intentar que la otra persona comprenda que es importante cambiar aspectos de su vida. Hágale sentir segura de que usted le acompañará en el proceso.
Autoanalícese: Piense si lo que quiere cambiar del otro está basado en sus propias carencias o necesidades, si es así, no logrará nada si lo solicita desde su propio egoísmo.
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No sea un juez: No fiscalice cada cosa y no mida los progresos como si fueran una cuota diaria de algo medible. Si la otra persona ha decidido cambiar, sea paciente sin juzgar.
Cambios radicales: Cada persona tiene su esencia, si así la conoció no intente hacer de ella alguien diferente a quien es. De ser así, lo ideal es que desde el inicio se rodee de gente que acepta como es.