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La historia de vida de Luis Fernando Suárez

¿La magia dura mientras persiste el deseo? La frase seguía dando vueltas en mi cabeza…

20.09.2012

Se llama Olga. Es una mujer cuya piel está curtida por el sol y el trabajo, y cuyo cuerpo está marcado por las cicatrices que deja una vida llena de luchas y sacrificios.

Mi admiración y mi amor por ella serán eternos.

Es una mujer llena de historias. Cada una de sus frases se constituye en una sentencia gracias a la experiencia de sus casi 80 años. Por eso, cada conversación se convierte en una fuente infinita de conocimiento.

Un día cualquiera, estábamos cocinando algo en leña. Y claro, mi escasa experiencia en esas tareas hacía que repetidamente se me apagara el fuego. Le pregunté, entonces, cómo hacían ellas para preparar sus alimentos cuando no existía el servicio de energía eléctrica en los hogares.

Me dio entonces una clase de cómo cocinar con leña, cómo iniciar el fuego, cómo avivarlo, cómo mantener el calor, de qué forma se evita el desperdicio de la madera. Fue, ni más ni menos, una clase magistral proveniente de una sabia.

Pero quedaba la parte básica de la lección acerca de cómo avivar el “fuego terminado”, es decir, cómo aprovechar lo que queda de la noche anterior. La técnica, me explicó, es muy simple … se tapa el “tizón encendido” (el último leño) con bastante ceniza, y al levantarse a la mañana siguiente sólo hay que retirar esa cubierta y soplar suavemente para que reaparezca la llama, según la maestra, de manera mágica.

Como la ignorancia es atrevida, desde mi escepticismo puse en duda la efectividad del método. Olga apenas sonrió mientras reiteraba que la llama aparece como por arte de magia. “Es cierto, aseguró. La llama aparece de manera mágica gracias, eso sí, a un secreto que jamás se puede dejar de lado: “La magia dura mientras persiste el deseo”.

¿La magia dura mientras persiste el deseo? La frase seguía dando vueltas en mi cabeza…

Entonces continuó su reflexión profunda: “Siempre me levanté con el deseo interior de que apareciera el fuego constante y por eso, milagrosamente, a las 4 de la mañana, después del soplo, mi fuego estaba ahí para calentarnos. Lo deseaba fervientemente y siempre el milagro ocurría”.

Me quedé pensando que todo ese contenido sabio cabe perfectamente en el fútbol. No basta el enunciado de buscar la victoria. Todos los participantes en cualquier competición expresamos el deseo de ganar.

Pero la victoria sólo la logran quienes tienen su fuego interior encendido, aquellos que cada día soplan con suavidad para que, mágicamente, renazca la llama.

Por lo pronto, yo tengo claro lo que quiero: lograr, de nuevo, la clasificación a un Mundial de Fútbol. Valoro inmensamente lo que se hizo en la Copa Oro y en los Juegos Olímpicos de Londres, pero mi sueño es clasificar con Honduras a la cita de Brasil 2014. Ese es mi objetivo y espero que pueda contar con todos ustedes.

Pero aprendí de Olga que ahí no terminan las cosas. Aprendí que “la magia sólo dura mientras persista el deseo”. Aprendí la lección y todos los días me aseguraré de que el fuego interior no se debilite o se apague. A eso los invito, a levantarnos cada día, quitar la ceniza y soplar las brasas para mantener la llama encendida. Solo una vez hayamos revivido el fuego, podremos salir a trabajar sin descanso y sin pausa con el fin de que volver al Mundial no sea un sueño sino un proyecto de vida por cuya concreción lo haremos todo.

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