TEGUCIGALPA, Honduras
“Me llevo la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Te dejo la mitad, toda la mitad y nada más que la mitad de la mitad”, reza una de las canciones más populares de la cantante mexicana Alejandra Guzmán.
Pero esta melodía, que hace referencia a la separación de una pareja mediante el divorcio, comenzará a tener un incremento de reproducciones cuando entre en vigencia la polémica reforma los artículos 30, 39, 68 y 70 del Código de Familia, así como la adición de los artículos 70-A, 70-B, 70-C y 70-D de la misma norma que hace referencia a la repartición de bienes mediante la fórmula 50-50 luego de atravesar por un divorcio.
Y es que en los años 2013 y 2014, Honduras reporta 4,514 divorcios, según datos en poder del departamento de Asesoría Técnica del Registro Nacional de las Personas (RNP). Estas cifras podrían ser mayores porque las que tiene el RNP representan apenas 76 ciudades que tienen el sistema mecanizado.
El resto de municipios, aunque tienen una población muy baja en relación con las conectadas en red, también registran separaciones de parejas.
El RNP solo puntualiza los divorcios, no así las separaciones de parejas que han vivido bajo la figura de hecho conocida como unión libre que, en el fondo, también tiene los mismos derechos y obligaciones que los casados.
Los protagonistas de estas separaciones no son incluidos en las reformas aprobadas antenoche por el Congreso Nacional al Código de Familia, porque la ley no tiene carácter retroactivo.
La consecuencia de esta reforma, a partir del momento en que sea aprobada en el diario oficial La Gaceta, es que las parejas que han decidido disolver su vínculo matrimonial se llevarán partes iguales de sus bienes.
Asimismo, la figura es aplicable en aquella separación de parejas que por más de tres años han sostenido una unión de hecho.
El proyecto de reformas fue presentado por el diputado nacionalista Mario Alonso Pérez, con el fin de establecer la obligatoriedad de declarar al momento de contraer matrimonio el régimen económico a que se somete la pareja contrayente.
Según las reformas, a partir de ahora el notario o el alcalde, que por ley son los que casan, exigirán a la pareja contrayente una declaración jurada de los bienes que tienen individualmente. Esto para prevenir un fracaso del matrimonio que, según las estadísticas del RNP, son numerosos, siendo los hijos los que pagan las peores consecuencias desde el punto de vista psicológico.
Los cambios al Código de Familia establecen también que en caso de no haber capitulaciones matrimoniales, imperan las sociedades gananciales. Esto significa que todo lo que se genere durante el matrimonio será distribuido de manera equitativa entre los cónyuges.
No están incluidas las herencias o legados que adquiera cualquiera de los cónyuges y las donaciones que bajo cualquier título se les haga.
Tegucigalpa, la más divorciada
Rogelio Padilla, responsable del departamento de Asesoría Técnica del RNP, dijo a EL HERALDO que Tegucigalpa es la ciudad que representa el mayor número de divorcios, con 2,604 casos.
Esto representa el 57 por ciento del total nacional. Le sigue la ciudad de San Pedro Sula con 594 parejas separadas legalmente, lo que indica un 13.16 por ciento. Hay otras siete ciudades que contabilizan un número importante de hogares terminados por culpa del divorcio.
Estas ciudades son La Ceiba, con 169 expedientes; Choloma, con 113; El Progreso tiene 98, Danlí reporta 69, Tela con 63; La Lima con 61 y Juticalpa tiene 59.
Ciudades que en su momento fueron escenarios de grandes y costosas celebraciones por el vínculo matrimonial hoy reportan separaciones así: Siguatepeque, con 51 disoluciones; Santa Rosa de Copán, 46; Quimistán, 35; Olanchito, 35; Choluteca, 32; Talanga, 32; Comayagua, 24; Villanueva, 24; Santa Bárbara, 24, y Tocoa, 22.
Los registros municipales de Omoa, Roatán, Ojojona, La Paz, San Marcos, Sabanagrande, Catacamas, Puerto Cortés, Yoro, Trujillo, Nacaome y Ocotepeque presentan descasamientos que oscilan entre los 10 y 19 casos entre los años 2013 y 2014.
Las parejas y su “amor eterno”
Pero hay ciudades y pueblos cuyas parejas realmente se juraron amor eterno y están cumpliendo los designios de Dios, a juzgar por el bajo número de desuniones familiares que presentan. Con un solo caso en los últimos dos años hay 34 centros poblacionales. Estos son La Masica, Taulabé, El Paraíso, San Pedro, Pimienta, Santa Cruz de Yojoa, Duyure, Pespire, San Marcos de Colón y Santa Ana de Yusguare.
También están con un solo caso de disolución familiar Yuscarán, Yauyupe, Orica, San Antonio de Oriente, San Juan de Flores, Tambla, La Encarnación, La Labor, Sensenti, Dulce Nombre de Culmí, Guarizama, Santa María del Real, Silca, Atima, San José de Colinas, San Nicolás, Santa Rita, San Vicente, Alianza, Aramecina, El Negrito, Jocón y Morazán.
Unos lloran, otros ríen
El de los hogares es un tema complicado, costoso, apasionado, ilusorio, pero con un nivel de incertidumbre. Mientras muchas parejas lloran por sus disoluciones, por las infidelidades de uno de los cónyuges (principal causa del divorcio), otras realizan pomposas fiestas tras unir sus vidas ante un notario o un alcalde.
Solo el año pasado la ciudad capital experimentó 1,477 bodas, la mayoría celebradas en la alcaldía. San Pedro Sula, por su parte, tuvo 1,054 enlaces matrimoniales. Según la sección de estadísticas del RNP, el año pasado hubo 10,617 casamientos en los 18 departamentos del país. De estos, Francisco Morazán reportó 2,296 y Cortés 2,484. Ambos departamentos aportaron un 45 por ciento de nuevas parejas al país, unidas por el matrimonio civil.
Atlántida reportó 422 bodas, Comayagua 544, Copán 553, El Paraíso 617; Lempira 400; Santa Bárbara 500 y Yoro 551. La esperanza es que todas duren.