Allan Dagoberto Fajardo Paz (31 años) está listo para enfrentarse a la Calculadora Deportiva de EL HERALDO. Son diez preguntas, unas más rebuscadas que otras, pero primero nos tiene que hablar sobre cómo llegó a convertirse en uno de los nuevos rostros del periodismo deportivo de la televisión hondureña.
En la década de los 90 era un chico de finca, de una vida rodeada de ganado y pastizales. Le colaboraba a sus abuelos a cuidar los animales de la granja.
El asma hizo que viviera una niñez en medio de ciertas restricciones, pues tenía prohibido realizar actividades como 'jugar una potra', andar descalzo o disfrutar de un refrescante 'topoyiyo'.
El abuelo confiaba en la medicina natural para que la enfermedad desapareciera. Preparaba, con delicadeza, una y otra vez los remedios (limón con azúcar, miel y otros hierbas) para que Allan sobrellevara el problema.
Aunque de cipote descubrió que no le bastaba con correr detrás de un balón. Sus cuerdas vocales, aún sin desarrollar, se inquietaban al querer narrar el gol de algún compañero.
Una de las primeras señales para Allan Fajardo fue el Mundial de Estados Unidos de 1994. Apenas tenías seis años de edad. En las “potras” del recreo ya fantaseaba con ser un Bebeto, Roberto Bagio o un Diego Armando Maradona. Y, tras que anotaba, lo narraba.
Tiempo después, dejó su natal Quebraditas. Por cuestiones de la vida, no tuvo un rumbo fijo: le tocó mudarse a varios lugares, como La Ceibita, San Antonio, Sinaí y La Acequia.
Estando en la aldea Sinaí, en el departamento de Colón, el huracán Mitch (1998) azotó con furia, convirtiéndose él y su familia en parte de los miles de hondureños que se quedaron sin hogar. 'Fui un damnificado, el huracán nos llevó todo'.
De narrar las burocráticas a comentar el mundial
En las las ligas burocráticas, Allan preparó su voz durante casi cinco años para un reto mayor. 'Me pagaban 200 lempiras por partido', reveló en la entrevista.
Cuando la Selección de Honduras regresó a un mundial después de 28 años, Allan Fajardo pulía los vehículos en un modesto taller de pintura de su tío en San Pedro Sula, norte de Honduras. 'Sabía que ese oficio no era lo mío'.
VEA: Los datos que no sabías de Allan Fajardo
A días de comenzar el Mundial de Sudáfrica 2010, un primo le avisó que había un casting en Vica, ahora VTV. Sin pensarlo, Allan se encaminó con la certeza de que la oportunidad que tanto esperaba, al fin llegaba.
El taller de su tío pasaría a la historia, ya que aquel flaco y espigado cipote quedaría contratado para transmitir nada menos que el mundial que marcó el retorno de la Bicolor.
Tras esa experiencia, Allan se abrió camino en Todo Deportes, donde Mauricio Kawas fungió 'como maestro en su carrera'. Su talento no pasó desapercibido y Televicentro lo fichó después.
Maneja una inmensa base de datos en su memoria, aunque lejos de definirse como un “cerebrito” en datos deportivos, dice ser 'un hijo de pu… ja, ja, ja'. 'Algunos datos se me olvidan más', confiesa con modestia.
En sus ratos libres prefiere compartir con su pareja -con quien lleva más de 5 años-, ver películas, documentales de animales, leer un buen libro y, si llueve, mucho mejor.
Las novelas rusas y libros deportivos también son parte importante en la vida del comentarista, mientras que las redes sociales no son precisamente su gran afición. 'Las uso más por trabajo'.
Aplica una fórmula sencilla para mejorar en su profesión: 'Estudiar lo que realmente sirve y no llenarme de cosas que no me sirven'.
Allan Fajardo vive el momento, no le inquieta mucho su futuro, pero lo que sí tiene claro es que al final de su trayectoria sueña con verse en una hamaca rodeado de vacas y gallinas disfrutando aquellos tiempos mozos en su natal Quebradita
La Calculadora Deportiva espera por él...