Tegucigalpa, Honduras
La capital del país será la capital del fútbol, el epicentro que encenderá las turbinas de la alegría con el resplandor del astro brasileño Ronaldinho, el Balón de Oro 2005 que jugará este domingo el Partido por la Paz entre los clubes Motagua y Real España en el Estadio Nacional.
Con 37 años de enseñar sus dientes y sus regates, el fenómeno que maravilló al mundo con su “cola de vaca” y que tuvo su pico alto de rendimiento en Barcelona entre 2003 y 2008 se apresta a pisar suelo catracho por primera vez en su vida.
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“Cuento con ustedes, aficionados de Honduras”, ha dicho el sudamericano nacido en una favela de Porto Alegre y que a los ocho años perdió a su padre para quedar bajo la influencia positiva de su hermano mayor Roberto Assis y llegar a ser “Rey de Europa” entre 2004 y 2006, hasta tocar el cielo con las manos en 2002 cuando decidió que Brasil fuera campeón del mundo en Japón y Corea del Sur.
Artista del balón
Embajador del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y del Barcelona FC, el nombre de Ronaldinho da la vuelta al mundo como pólvora de carnaval.
“Estoy de viaje en viaje, visitando mucho los países donde tengo las escuelas Ronaldinho’s Soccer Academy en Asia y Norteamérica”, le contó al diario salvadoreño El Gráfico esta semana.
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Aunque ya no juega de forma oficial, no ha existido ningún partido homenaje para despedir al mejor jugador de la primera década de esta siglo; él asegura que es algo que ha pensado seriamente y que además hay ofertas para realizar una especie de gira final para que el mundo gratifique a Dinho, el jugador de la eterna sonrisa.
Mientras tanto, Honduras se puede dar el privilegio de gritarle al mundo que el campeón de la Champions en 2006 y de la Copa Libertadores en 2013 pisará la gramilla del Estadio Nacional, tal como lo han hecho figuras de la talla de Pelé, Enzo Francescoli, Hugo Sánchez, Jorge el Mágico González e Iván Zamorano, entre otros.
Somos, claro, unos verdaderos privilegiados