HOUSTON, ESTADOS UNIDOS.- El boxeo es un deporte que exige constancia, esfuerzo y muchos sacrificios para cumplir sus sueños.
Mismo caso es el de muchos hondureños que se ven obligados a dejar su país para luchar y sacar adelante a sus familias, mientras buscan una mejor calidad de vida en países de primer mundo, tal y como es el caso de Estados Unidos.
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Ese es el caso de Jesús y Eliab Salazar, un dúo dinámico de hermanos amantes del boxeo que tras haber iniciado su camino triunfal en su natal La Entrada, Copán, y haberse enamorado del deporte de los guantes en Tegucigalpa, ahora buscan emular el ejemplo de grandes pugilistas y ser campeones mundiales.
Con un trayecto lleno de sacrificios, Jesús responde con su destreza en el cuadrilátero, mientras que Eliab en la esquina y en los entrenamientos es la mente que está detrás del éxito que está teniendo su hermano.
Inspirados por las enseñanzas de su padre, los inseparables hermanos se iniciaron en las artes marciales practicando karate full contact, una disciplina que como tal y lo indica su nombre les hizo apasionarse por los deportes de contacto y las artes marciales.
Sin embargo, un evento que cambiaría para siempre la vida de los Salazar sería una visita a la Villa Olímpica, lugar en donde estaban en la búsqueda del deporte ideal para practicarlo todos los días y que a la postre se convertiría en su nueva forma de vivir, siendo así la primera vez que sus ojos brillaron al ver a un guerrero con los guantes puestos tratando de encontrar la forma efectiva de doblegar a su oponente.
“Nosotros teníamos esa curiosidad de ir a la Villa Olímpica, mi papá nos acompañó la primera vez que fuimos ahí a buscar un deporte, bueno, íbamos específicamente por las artes marciales, pero cuando vimos el boxeo a ambos nos brillaron los ojos, porque llegamos justo en el momento en que había un sparring. Estaba “El Escorpión” Ruiz practicando con “El Muñeco” González”, describió Eliab, el mayor del clan Salazar.
“Siempre nos gustó el deporte de contacto y ya estando en la Villa Olímpica nos gustó el boxeo, desde que llegamos nos enamoramos del boxeo y es por eso que nos tomamos bien en serio esto y desde el 2012 para acá hemos tenido una bonita historia en el deporte en donde hemos logrado objetivos, hemos caído y nos hemos levantado, porque de eso se trata el boxeo, de caer y levantarse, porque no todo es fácil en el boxeo”, comienza relatando un entusiasmado Jesús que no podía ocultar la sonrisa en su rostro al recordar ese mágico momento.
Desde aquel día, la dupla de hermanos, que en su sangre llevan lo que llaman como “el orgullo maya”, dejaron el municipio que es la puerta de entrada a la Sultana de Occidente y se mudaron hacia el bullicio de la capital, en donde el barrio Bella Vista sería el cuartel en donde empezarían a forjar un sueño.
En un inicio, ambos hermanos soñaban con ser los reyes del cuadrilátero, hasta el punto que para practicar olvidaban que habían nacido del mismo vientre y se iban a los golpes en el cuadrilátero, sin embargo, las enseñanzas de Geovany Baca fueron un impulso que le dio una nueva dirección a sus caminos.
“Recuerdo que subí al ring y los entrenadores no permitían eso porque éramos novatos, entonces le dije a mi hermano que nos subiéramos y los primeros golpes fueron entre nosotros dos y recuerdo a Geovany Baca que nos dijo que no nos tiráramos así, que lo hiciéramos suave porque nos íbamos a arrancar la cabeza entre los dos, pero era algo que nos gustaba”, relató Eliab.
“Los que estaban abajo del ring sabían que éramos hermanos y pensaban que estábamos enfadados, pero no, era algo que nos gustaba”, añade entre risas.
Mientras Eliab relataba a EL HERALDO con lujo de detalles sus vivencias y consejos que les daba Geovany Baca, Jesús interrumpe la conversación con otro recuerdo a la hora de pelear contra su hermano.
“Entre nosotros dos nos subíamos y nos metíamos golpes como que no éramos hermanos y a los entrenadores no les gustaba porque nos decían que éramos hermanos y no nos podíamos tirar así. Pero ya después entendimos y cuando nos ponían con otros lo que nosotros hacíamos es que ya no nos tirábamos duro y al otro era al que le íbamos a arrancar la cabeza”, añadió entre risas Jesús.
Pero además de los consejos del legendario Geovany Baca, ambos peleadores catrachos también reconocieron la importancia de las enseñanzas brindadas por René González y Geovanny Hernández, quienes han sido parte de este camino que está a las puertas de seguir cosechando más éxitos para el país en el deporte de los guantes.
Dúo dinámico
Desde muy jóvenes, Eliab y Jesús Salazar tenían claro que su mayor deseo era poner en alto el nombre de Honduras con sus triunfos en el boxeo, sin embargo, no imaginaron nunca que lo harían mediante un trabajo en equipo que está rindiendo frutos.
Gracias a sus estudios de Licenciatura en Educación Física cursados en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Eliab decidió pasar del cuadrilátero a la esquina, siendo así el entrenador y mente maestra detrás de las victorias de su hermano.
“Gracias a Dios por el tiempo que estuve boxeando y la formación que he recibido en la UNAH me ha servido bastante para poder apoyar a mi hermano”, señala, pero a la vez reconoce que esta no es una labor nada fácil.
“Es algo muy complejo porque tenemos que estar pendientes de muchos factores, lo que es la alimentación, lo que es el entrenamiento, día a día que no lo vayamos a sobrecargar, es bastante amplio el papel del entrenador, hasta de psicólogo de repente de motivador, hay muchas funciones que cumple el entrenador”.
Sin embargo, Jesús, a quien su incondicional hermano apodó como “El Catracho de Oro” cuando decidieron emprender su aventura boxística, reconoce lo mucho que le gusta trabajar con Eliab, con quien forma un dúo dinámico que aspira a estar en la escena principal del boxeo poniendo en alto el nombre de la nación cinco estrellas.
“A mí me gusta trabajar con mi hermano, tengo confianza en él, de hecho aquí en Houston no me gusta más entrenar con alguien que no sea él. Me gusta cómo Eliab trabaja, hay una conexión entre él y yo que es bastante importante y es por eso que formamos un buen equipo y cuando estoy en mi esquina él y yo nos entendemos tan bien”, indicó Jesús.
Ambos jóvenes amantes del boxeo disfrutan de su convivencia diaria, en donde además de practicar juntos el deporte que tanto aman primero deben de cumplir con sus deberes laborales en Estados Unidos, donde combinan su faceta de boxeador y entrenador instalando líneas de cables de fibra óptica para conexiones a internet.
Esta convivencia y excelente relación familiar ha hecho que ambos sigan adelante en su camino hacia el éxito.
Durante su conversación con EL HERALDO, tanto para Jesús como para Eliab fue inevitable mencionar lo mucho que se admiran el uno al otro.
“Lo que me gusta de trabajar con Eliab es lo que he aprendido de las cargas, el maneja bastante bien eso, él sabe cuándo le va a meter presión a mi cuerpo y cuando la debe bajar y en mi amplia carrera amateur la viví con diferentes entrenadores, pero ya en el ámbito profesional tenemos que estar con más cuidado”, dijo por su lado “El Catracho de Oro”.
“Hay algo que me gusta de Jesús y es que él es alguien que nunca se da por vencido y eso me ha motivado a seguirlo apoyando y como entrenador he aprendido mucho y he desarrollado muchas habilidades con él, entonces enseñando es como se aprende”, añadió un orgulloso Eliab.
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Catrachos de oro
Luego de representar a Honduras en diferentes competiciones boxísticas a nivel nacional e internacional, Jesús y Eliab decidieron emprender una aventura hacia Estados Unidos en búsqueda de nuevas oportunidades para seguir adelante.
Desde hace tres años ambos radican en el país norteamericano, en donde relatan que los inicios no han sido fáciles, sin embargo, poco a poco han salido adelante y han sabido combinar sus facetas laborales y deportivas.
Pero antes de subir al cuadrilátero a nivel profesional en un país que se caracteriza por ser sede del boxeo de primer nivel, Jesús reconoce que estuvo cerca de dejar lo que tanto le apasiona por centrarse en su trabajo.
“Llegó algún momento en que me dediqué tanto al trabajo que me tocó parar el boxeo, esos momentos en donde yo me frustraba la vida, yo siempre he tenido algo y es que mi corazón me dice que puedo lograr algo y es por eso que no me he retirado del boxeo, porque hay algo ahí que no me deja tranquilo”.
“Si yo digo que no voy a seguir boxeando eso no me deja en paz, todos los días me enojo y me digo a mí mismo que tengo que seguir, porque en la cabeza tengo una voz diciéndome ahí tú lo vas a lograr, tú puedes, tú tienes talento y eso me impulsa a seguirlo intentando”, añadió.
Tras lograr organizar su tiempo y retomar esa pasión que tanto ama, Jesús relató su sacrificio diario, indicando que la jornada para él inicia a muy tempranas horas de la madrugada cuando él va al gimnasio a entrenar y posteriormente irse a su jornada laboral para posteriormente regresar al que ya es su segundo hogar a seguir practicando y mantener así el deseo de cumplir su sueño.
Para Eliab, el tiempo convivido en el gimnasio y el trabajo es algo muy fundamental para su carrera.
“Nos sirve bastante el que nosotros estemos juntos trabajando, que yo trabaje a la par de él porque veo como hay días cargados aquí en Texas, hay días de temperaturas altas, todos esos son factores que debo tomar en cuenta a la hora de planificar y por eso creo que nos beneficia bastante que siempre pasemos juntos en el trabajo, en los entrenamientos, por eso creo que por los momentos estamos haciendo un buen equipo”.
Con ya tres años en Estados Unidos, en este 2022 Jesús Salazar, mejor conocido como “El Catracho de Oro” ha disputado dos combates profesionales por medio de la promotora The Boxing Showcase, los cuales han saldado con decisivos triunfos para el hondureño.
El primero fue un nocaut con un compatriota, Jorge Luis “El Chele” Munguía, a quien con su imponente pegada doblegó en el segundo round tras un certero gancho a la boca del estómago.
El segundo triunfo para Salazar fue más trabajado, ya que la decisión de los jueces terminó favoreciéndole para imponerse ante el estadounidense Ricky Evans, contra quien tanto él como su entrenador reconocen que se les complicó mucho desde el primer asalto, sin embargo, lograron corregir su estrategia y ser los vencedores.
Con la tercera pelea a sus puertas, ahora Jesús y Eliab divisan en el horizonte un 2023 en donde esperan seguir cosechando triunfos y seguir consolidándose en la élite del deporte de los guantes.
El hecho de pelear en Estados Unidos ha sido motivo de orgullo para “El Catracho de Oro”, quien no puede evitar pensar en su tierra natal tras sus exhibiciones en los cuadriláteros.
“Cada pelea que hacemos nos sentimos felices por Honduras, por mí, por mi familia, porque sabemos que estamos haciendo bien las cosas y sabemos el sacrificio que hemos hecho para llegar hasta ese día de la pelea, lo que tenemos que bajar de peso, mi dieta y cuando llegamos a la pelea y logramos ganarla es una felicidad que no logró describirla. Cuando es una pelea dura como la última nos da más emoción y alegría”.
Por su parte, Eliab como todo buen entrenador relata lo mucho que le satisface ver a su pupilo triunfar tras un combate, asegurando que muy pronto se convertirá en un boxeador de élite e incluso llegará a ser campeón mundial.
“Para mí es una satisfacción bastante grande, porque yo siempre he tenido la certeza que mi hermano tiene un tremendo talento y tengo la seguridad de que en un futuro va a ser un campeón mundial”.
Habiendo superado dificultades como la cancelación de peleas, ausentarse de su trabajo y costear sus carreras, el dúo dinámico no para de soñar y tiene claro su objetivo, convertirse en un equipo capaz de llevar a lo más alto a un boxeador nacido en Honduras.
“Siempre desde que empezamos en esto se me llenó la mente y el corazón de querer ser campeón mundial. Siempre pensé que tenía que ser aquí en Estados Unidos, porque aquí es donde se dan las grandes peleas y poco a poco se me han ido dando las cosas y ya estamos aquí y ahora toca seguir trabajando duro, sabemos que no va a ser fácil y vamos a seguir trabajando en eso para poder lograrlo”, indicó “El Catracho de Oro”.
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Amor por Honduras y sus familias
Alejados de su amada Honduras desde hace mucho tiempo, tanto Jesús y Eliab manifestaron a EL HERALDO que el cariño por su tierra y el amor a sus familias son el motor que los impulsa a salir adelante en el día a día.
A Jesús le hace mucha ilusión poder cosechar éxitos en el cuadrilátero, ya que desea servir de ejemplo para las nuevas generaciones que aman el deporte.
“Mi mayor motivación son mis dos hijas, mi esposa, mi familia, mi Honduras, en verdad le tengo un gran amor al país, a mi familia que es mi sueño algún día quedar en la historia del boxeo para que mis hijos y todos se sientan orgullosos y que Honduras pueda decir hoy sí tenemos un boxeador hondureño, salido de los barrios y calles de tierra aquí que está en Estados Unidos, lo logró y fue campeón mundial”.
Pero además del anhelo de triunfar también está la voluntad de ayudar a los futuros pugilistas que se forman en el país.
“Uno de mis mayores objetivos es que si logro ser campeón mundial o tengo una buena carrera es que los que vienen atrás sean hondureños de allá, quiero apoyar a toda costa al boxeo en Honduras”, sentenció Jesús.
Y es que “El Catracho de Oro” está en buenas manos, ya que además del impulso por su familia, a su hermano Eliab lo que más lo motiva es verlo triunfar y poder ver a su querido Jesús llegar a lo más alto del boxeo, cumpliendo así ese sueño que una vez tuvieron al llegar a la Villa Olímpica y observar por primera vez la magia que ocurre dentro del cuadrilátero.
“Sinceramente para mí la mayor motivación que tengo es mi hermano Jesús, porque si bien tengo la motivación de sacar adelante a mi familia y todo eso pero también es el hecho que también mi hermano puede lograrlo, puede ser campeón y mi mayor motivación es esa, verlo cumplir su sueño y yo poder ser parte ahí de todo, primero Dios algún día yo lo voy a ver algún día levantando un cinturón de campeón del mundo. Primero Dios lo vamos a lograr”.
El dúo dinámico de los hermanos Salazar cierra su gran 2022 con una pelea más en Estados Unidos, en donde el objetivo para ellos es seguir acumulando más experiencia para afrontar de la mejor manera un 2023 en donde esperan asentarse aún más en la élite boxística.
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