TEGUCIGALPA, HONDURAS.-La muerte repentina de uno de los exjugadores más carismáticos de la
Selección de Honduras, cayó como balde de agua fría al mundo del fútbol y en especial a doña
Yolanda Blanco, madre adoptiva de
Walter 'Pery' Martínez.
En la comunidad garífuna de Sambo Creek, la madre que un día educó al exitoso jugador, compartió su dolor al darse cuenta de la noticia.
“Me duele la partida de 'Pery' Martínez, me ha dolido, me duele porque me duele. Ahora le digo yo, ¿quién podrá comprar mi ataúd si vos me lo prometiste a mí? pero se me fue antes que yo muriera, eso me ha dolido en el alma”, soltó entre signos de lágrimas.
VEA: La trayectoria de 'Pery' Martínez, el habilidoso delantero hondureño
La última vez que pudo escuchar al delantero fue hace al menos 15 días cuando 'él mandó un audio preguntando -a dónde está la vieja, dile que estoy bien, pero yo pronto llegaré a Honduras- eso fue menos del mes, pero imagínate, la muerte lo arrebató”.
Ante ello detalla que el aviso no solo le tocó a ella, sino también a sus tres hijas (oriundas de Sambo Creek) que dejó en vida. “Sus hijas paradas ahí, vieras cómo gritaban las nietas ayer por su papá”.
Pero aquel momento nunca apartó de sus pies una pequeña amiga, una pelota de con el cual reflejó su talento hasta que finalmente la vida le extendió una mano con el empresario Miguel Kawas, quien se lo llevó a vivir a la sede del Victoria.
“Por eso yo amo a ese equipo, el Victoria, aunque esté en la derrota los seguiré, porque ha sacado buenos muchachos”, alzó Blanco.
Allí fue donde hizo amistades como Luis Adrián Norales (hijo de Yolanda), que meses después decidieron recibirlo en casa.
“Nos criamos juntos en el fútbol, él se fue con nosotros para Sambo Creek y tomó a Yolanda como su madre porque en su momento no tenía a nadie, ella le dio ese cariño a él”, cuenta el exfutbolista, Mario Chávez con quien compartió camerino en el Victoria.
Doña Blanco terminó criando a siete hijos en una casa de madera, sin lujos, solo mucho amor y educación para entregarles.
“Era un muchacho inquieto, apenas lo regañaba. Los dirigentes de Marathón venían a buscarlo cuando tenían un partido importante, él estaba Cuyamel y yo me fui a pie a rescatarlo para que se lo llevaran. Hicimos lo humanamente posible. La vida de Pery, no hay palabras para empezar a decir o terminar con sus recuerdos”, dijo.
De él le enorgullecía cada vez que decía “-mi madre es Yolanda Blanco, mis hermanos son sus hijos-, esas palabras lindas que decían yo se las agradezco a él”.
Finalmente cierra al mencionar que “toda la vida lo recordaré con amor independientemente que no haya gozado nada de él, pero lo tomé como un miembro de mi familia”.
En la comunidad garífuna de Sambo Creek, la madre que un día educó al exitoso jugador, compartió su dolor al darse cuenta de la noticia.
“Me duele la partida de 'Pery' Martínez, me ha dolido, me duele porque me duele. Ahora le digo yo, ¿quién podrá comprar mi ataúd si vos me lo prometiste a mí? pero se me fue antes que yo muriera, eso me ha dolido en el alma”, soltó entre signos de lágrimas.
VEA: La trayectoria de 'Pery' Martínez, el habilidoso delantero hondureño
La última vez que pudo escuchar al delantero fue hace al menos 15 días cuando 'él mandó un audio preguntando -a dónde está la vieja, dile que estoy bien, pero yo pronto llegaré a Honduras- eso fue menos del mes, pero imagínate, la muerte lo arrebató”.
Ante ello detalla que el aviso no solo le tocó a ella, sino también a sus tres hijas (oriundas de Sambo Creek) que dejó en vida. “Sus hijas paradas ahí, vieras cómo gritaban las nietas ayer por su papá”.
¿Cómo llegó Pery Martínez a sus brazos?
La historia de Walter Martínez está escrita con pinceles que enmarcan superación.Su familia tiene sus raíces en Pacunca, Colón, sin embargo, él nació en Tegucigalpa en 1982, año en que Honduras participó en la primera Copa del Mundo (España). Al menos 12 años después que abrió sus ojos al mundo “la mamá (biológica) se lo llevó”, pero “no lo pudo dominar”. Fue así como llegó a La Ceiba en donde subsistía en las calles en solitario.
“No tenía hogar, era un muchacho travieso que se dedicaba a jugar pelota en la calle y a lustrar zapatos”, recuerda.
Pero aquel momento nunca apartó de sus pies una pequeña amiga, una pelota de con el cual reflejó su talento hasta que finalmente la vida le extendió una mano con el empresario Miguel Kawas, quien se lo llevó a vivir a la sede del Victoria.
“Por eso yo amo a ese equipo, el Victoria, aunque esté en la derrota los seguiré, porque ha sacado buenos muchachos”, alzó Blanco.
Allí fue donde hizo amistades como Luis Adrián Norales (hijo de Yolanda), que meses después decidieron recibirlo en casa.
“Nos criamos juntos en el fútbol, él se fue con nosotros para Sambo Creek y tomó a Yolanda como su madre porque en su momento no tenía a nadie, ella le dio ese cariño a él”, cuenta el exfutbolista, Mario Chávez con quien compartió camerino en el Victoria.
Doña Blanco terminó criando a siete hijos en una casa de madera, sin lujos, solo mucho amor y educación para entregarles.
“Era un muchacho inquieto, apenas lo regañaba. Los dirigentes de Marathón venían a buscarlo cuando tenían un partido importante, él estaba Cuyamel y yo me fui a pie a rescatarlo para que se lo llevaran. Hicimos lo humanamente posible. La vida de Pery, no hay palabras para empezar a decir o terminar con sus recuerdos”, dijo.
De él le enorgullecía cada vez que decía “-mi madre es Yolanda Blanco, mis hermanos son sus hijos-, esas palabras lindas que decían yo se las agradezco a él”.
Finalmente cierra al mencionar que “toda la vida lo recordaré con amor independientemente que no haya gozado nada de él, pero lo tomé como un miembro de mi familia”.