CORTÉS, HONDURAS.- Con el termómetro marcando 38 grados centígrados y una sensación térmica de 43 grados, eso no es impedimento para los miles de aficionados de Marathón que está copando el Yankel Rosenthal.
Las enormes filas, desde tempranas horas, con el color verde como predominante, ha engalanado la final y los aficionados se las ingenian para sofocar el calor.
Con banderas de gorros, cartones como sombreros y agua para hidratarse, esperan pacientemente bajo el infernal sol que baña a San Pedro Sula con su inclemente fuerza.
“No importa el sol, lo que importa es que empujaremos al equipo para la remontada”, explicó don Roberto Alberto, un fanático que con sus gafas de sol, camisa retro de Marathón y armado con una buena botella con agua, esperaba porque se abriera el portón.
Una gran cantidad de olimpistas también se hizo presente. La mayoría usa camisas de colores normales o usan algunas de equipos internacionales como Real Madrid, Inter Miami o Barcelona.
A medida se acerca la hora del partido, la música sube de volumen en las afueras del Yankel, al mismo tiempo que la temperatura parece que también aumenta, eso hace que algunos opten por encontrar bajo cualquier sombra un aliciente.
Otros se han valido para hacer su negocio y una bolsa con agua está costando entre 10 y 20 lempiras. No digamos si quiere una carne asada, debe sacar 250 y 300 lempiras. “Es que todo está caro, si pagan 1500 por un boleto, porque no por una carne”, cuenta Francia, mientras sopla el anafre en los perímetros del estadio verdolaga.
La seguridad está garantizada. Los uniformados se encuentran como si se tratara de una guarnición que se prepara para una batalla. Con palos, escudos y mascarás de gas caminan en pelotones por los alrededores del estadio.