Con la nostalgia y preocupación lógica por la incomodísima situación que atraviesa el Tiburón, Hermelindo Cantarero, uno de los descubridores de Rambo de León, habla a profundidad del carismático jugador, que paradójicamente el domingo podría hundir aún más al equipo de sus amores.
“Cómo no lo quisiéramos tener nosotros, pero Motagua le paga y nada más nos queda tratar de controlarlo para que no haga su mejor partido”, reflexiona el actual DT de las reservas selacias.
Ya han pasado varios años desde que el Fantasista vistió la camisa de su amado Platense, pero, según el estratega, ese no será ningún impedimento para que Julio César en el Excélsior se derrame en ovaciones hacia uno de sus grandes ídolos, que incluso, los guió a su último título. “Si hay alguien que en Honduras aprecian es a Rambo, y sí es cierto que vamos a estar jugando contra él, pero de que la gente lo va a aplaudir el domingo, claro que lo va a aplaudir, porque él aquí nació, se formó y ama mucho a Platense”, anticipa Hermelindo, para luego hacer una cita con la historia...
Recuerdos imborrables
Entre una y otra conversación referentes a Julio, Cantarero recuerda que fue él, junto a Pablo de León (el tío de Rambo), quienes descubrieron el notorio talento de aquel extrovertido muchacho, capaz de cualquier ocurrencia.
“Me acuerdo que lo llevamos a la Real Sociedad de Tocoa, Colón, y un día como a las 10 de la noche nos dijo ‘tengo hambre, vamos a buscar una yuca con chicharrón’, y llegamos a comprarla y a la hora de cancelar no la pagamos porque la gente nos decía: ‘no, a este cipote hay que ayudarle porque es un gran futuro para el fútbol nacional’ y no se equivocaron”, rememora.
Pero, pese a toda esa alegre remembranza sobre el Rambo de la Gente, es imposible que el timonel no roce la melancolía al pensar en el doloroso sótano que actualmente ocupa el primer campeón de la Liga Nacional. “Hoy nos duele estar en esta posición, por eso vamos a hacer un gran esfuerzo para que el equipo no descienda porque sino se perdería esta gama de muchachos”, medita.
Luego, sonríe y hace un conmovedor llamado al Rambo: “Si el domingo nos puede dar una manito, pues que nos dé una manito. Vamos a ir con Pablo (el tío) a hablar con él para que no nos haga daño ja, ja, ja”.