En la rigurosa sentencia de Armando Castro, Mingo encontró la gloria desde los 11 metros para darle ese merecido 3-2 al España con el que se ha deshecho de un Olimpia que se vio sentenciado en el último suspiro de una sabrosa batalla.
Y es que el clásico moderno hizo honor a su nombre desde principio a fin. Y vaya que fin. Se acaba la historia, el reloj rebasaba los 90, Iván López le sacaba un polémico penal a Bryan Johnnson (leve manoseo) y Domingo Zalazar ajustaba al palo izquierdo su segundo de la noche y el lapidario 3-2, al 94. Vaya forma de cerrar una desafío que tuvo vértigo, goles y muchas emociones.
Quioto abre la lata, pero...
Apenas se abrió el telón, Zalazar avisó al cruzar un mano a mano y luego se vino un aluvión de llegadas (Buba López le quitó el gol a Carlo Costly y Noel a Claudio Cardozo) hasta encontrar el detonante de los festejos.
Entre la confusión de un rebote -Wil Barahona la estrelló en Carlos Pineda-, Quioto le puso tiza: quebró con un recrote a Allans Vargas y besó la red con un zurdazo cruzado (1-0).
Salvado del virtual 2-0, de Costly y Michaell Chirinos, España encontró petróleo en la bajada de cabeza de Cristhian Altamirano y el derechazo de Cardozo, que mandaba la batalla empatada 1-1 a los camerinos.
Con Altamirano cambiado la izquierda, el Búho taladró al León y encontró premio en las primeras de cambio. Altamirano, tras dejar a Israel Fonseca, encontró una estética volea de Bryan Acosta, que se llenó la boca de gol. Al 48, la Realeza ganaba 2-1.
Will igual y Mingo sentencia
El León -que con Bryan Johnson sacó el 1-3 sobre la línea de gol tras un disparo de Altamirano- no hacía pie en el Morazán, pero Héctor Vargas mirá al banco y allí encontró el mejor de los recambios de los últimos tiempos en la Liga: Carlos Will Mejía.
Garrincha, con el alma de aquel Will que mató a España en la final de 2011, arrancó de su propio campo y de su pierna derecha sacó una auténtica bomba que explotó en el fondo del marco catedrático para firmar el 2-2, al 65.
Con la salida de Quioto, Olimpia bajó revoluciones, mientras España fue rozando el gol hasta encontrarlo en la mano dura del árbitro Castro y el temple de Zalazar desde el manchón penal...