La respuesta más probable es los contribuyentes japoneses.
“Claro que habrá costos, dijo el director ejecutivo del comité organizador Toshiro Muto al anunciarse el aplazamiento. “No tenemos las cifras en estos momentos. ¿Quién los pagará? No hace falta decirlo, no va a ser un tema fácil. Por eso no sabemos cuánto tomará” resolverlo.
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El diario económico japonés Nikkei calcula que la postergación agregó otros 2.700 millones de dólares a los gastos, según cifras de los organizadores locales.
Los organizadores deberán renegociar el alquiler de las instalaciones, pagar por el mantenimiento de los estadios y tal vez buscar otros escenarios. Tendrán que lidiar también con empresas constructores que ya están vendiendo miles de departamentos de lo que debió haber sido la Villa de los Deportistas. El comité organizador, por otra parte, emplea 3.500 personas, muchas de las cuales serán despedidas para reducir costos.
Se vendieron patrocinios por valor de 3.300 millones de dólares, más del doble de cualquier olimpiada previa. Esas empresas querrán saber qué recibirán a cambio de su dinero. ¿Reembolsos? ¿Algún tipo de compensación? ¿Contratos nuevos?
No se puede hacer mucho hasta que no haya fechas nuevas. Lo único que se sabe por ahora es que los juegos programados del 24 de julio al 9 de agosto del 2020 no se realizarán por el coronavirus.
“En términos generales, querríamos hacerlos en el verano (del hemisferio norte, a mediados) del año que viene”, dijo Yoshiro Mori, presidente del comité organizador y exprimer ministro japonés. “Hay que analizar la programación de eventos internacionales. Habrá que ajustar muchas cosas antes de poder fijar fechas”.
Desde ya, los problemas relacionados con la programación se agravan por la incertidumbre en torno al virus y al estado de la economía mundial como consecuencia de la pandemia.
Muto admitió que hay conversaciones con el Comité Olímpico Internacional, que maneja los juegos, pero que la mayoría de los costos asociados con la postergación deberá absorberlos probablemente la sede.
Los organizadores dicen que la justa costaba 12.600 millones de dólares, aunque una auditoría del gobierno indicó en diciembre que el costo real era de 28.000 millones. Siempre hay debate en relación qué constituye un costo olímpico y qué no.
Cuando Tokio consiguió la sede en el 2013, dijo que la justa costaría 7.300 millones de dólares.
El sector privado aportaba 5.600 millones del presupuesto actual. El resto lo ponían los contribuyentes.
Tokio invirtió casi 7.000 millones de dólares en sedes, tanto temporales como permanentes. Casi el 85% eran fondos públicos.
El COI, con sede en Suiza, pone 1.300 millones de dólares, un pequeño porcentaje del total.
En el último ciclo olímpico, del 2013 al 2016, el COI tuvo ingresos del orden de los 5.700 millones de dólares, la mayor parte de los cuales provinieron de la venta de derechos de transmisión. Los patrocinadores generan un 18% de esos ingresos.
La organización cuenta además con un fondo de reserva de 2.000 millones de dólares y seguros que cubren sus pérdidas.
Bent Flyvbjerg, autor del libro “Estudio de los Juegos Olímpicos de Oxford 2016: Costos y sobrecostos de los juegos, dijo a la Associated Press en un correo electrónico que el COI debería poner más dinero para cubrir estas pérdidas ocasionadas por al aplazamiento.
Flyvbjerg describió al COI como un “monopolio” y sostuvo que debería “poner más dinero en unos juegos de los que el COI se beneficia”.
“Tokio y Japón deberán absorber los costos adicionales a menos que el COI haga una excepción y amplíe su fondo de reservas, que es lo que debería hacer desde un punto de vista ético”.
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