Su voz transmitía seguridad, aunque pocas veces miraba a la persona que lo entrevistaba. Pudo ser el hambre, la posición en la que estaba sentado o, quizá, la ansiedad por culminar el recorrido que horas antes había empezado en una de sus fincas.
Analizaba constantemente sus respuestas, pero su mirada se escurría entre el fotógrafo sentado casi enfrente de él y el verde patio que anunciaba la entrada a una casa de tres cuartitos construida en medio de 500 manzanas de tierra. Sí, casi 511 veces el tamaño del Estadio Nacional de Honduras Triburcio Carías Andino.
El terreno está ubicado en lo más recóndito de Dulce Nombre de Culmí, Olancho, a más de 270 kilómetros de Tegucigalpa. Allí no hay red telefónica, ni luz, solo naturaleza, algo lógico en tierras que forman parte de la zona de amortiguamiento de la Reserva del Río Plátano, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1982.
La historia de cómo consiguió esas tierras tienen una sola respuesta: se las compró a una persona que, lastimosamente, falleció. No habló de cuánto costó, pero esa no es su única propiedad.
El mismo candidato a la presidencia por el Partido Todos Somos Honduras contabiliza una finca de tres manzanas en Catacamas, Olancho, que compró cuando estaba en la Universidad Nacional de Agricultura y una propiedad en Danlí, El Paraíso.
—¿Se considera terrateniente?
— No.
— ¿Son 500 manzanas? ¿Me está hablando de 500 manzanas y no es su única propiedad?
— Esta es una reserva, tiene mucho valor obviamente... En estos lugares los terrenos no cuestan tanto como en las zonas urbanas.
Su respuesta fue bastante puntual, especialmente cuando afirmó que las tierras de la Finca “El Granadillo” tienen más valor “de conservación”, que forestal o ganadero, aludiendo que apenas cuenta con 50 cabezas de ganado sin pensar en tener más.
Marlon Escoto es un hombre de campo, pero prefiere la siembra. Desde la escuela su maestra le decía que tenía “buena mano” con las plantas. Incluso, él se encargaba de sembrar en el jardín de la escuela en la que estudió. Desde entonces es su hobby.
Su día a día lo distribuye entre la política, su puesto como delegado presidencial de Cambio Climático en Honduras y su familia: su hijo Santiago (5), Ariane (3) y Valeria, quien recientemente nació.
Escoto contrajo nupcias en 2016 con Ariana Erazo y fue hasta que cumplió los 40 años que se convirtió en padre, por eso cuándo le preguntan si se arrepiente de algo responde: de no dedicar más tiempo a los seres queridos.
Pese a eso, si le ofrecen ser ministro de Educación nuevamente no dudaría en aceptarlo, no porque quiera, sino porque considera que el sistema educativo lo necesita. Por eso aceptó varios puestos en el gobierno, “no porque las cosas estén buenas, sino porque hay problemas”.
Es un hombre serio, pero de vez en cuando bromea. Se ha ganado varios enemigos y todavía menciona a algunos del Partido Nacional que darían cualquier cosa para que no siga con su candidatura a la Presidencia de Honduras.
Con 45 años sabe lo que es aguantar hambre, hacer contactos y, según dijo, darse a conocer por su trabajo. Eso fue lo que habló por él cuando el director, con quien no tenía buena relación por ser un líder estudiantil, le ofreció su primer empleo en la UNA.
“Él me dijo: ‘todo lo que has dicho, comentado y criticado lo podrías hacer desde adentro’, me retó y acepté”, contó.
— ¿Cuál era el puesto?
— El que nadie quería: enseñar a los estudiantes tecnología apropiada.
En la actualidad tiene toda una lista de empleos, lo que acreditó completamente a la educación y las oportunidades que él mismo se abrió.
“Hay que nacer, crecer y correr, pero también hay bambúes que crecen un metro al día”, respondió.
Trayectoria
Para Marlon Escoto la educación ha sido pilar fundamental en su vida, por eso su plan de gobierno habla de aumentar el presupuesto para fomentar esa área.Desde niño supo lo que era la pobreza, especialmente en una zona donde no habían escuelas, hospitales y mucho menos fuentes de trabajo. La agricultura y ganadería era la única ocupación.
Nació en una humilde vivienda en San Matías, El Paraíso, un pequeño pueblo de un poco más de 4,000 habitantes arrullado entre árboles y montañas. Como no había un hospital fue una “partera” quien ayudó a su madre, Mirtila Valerio Castellanos, con el alumbramiento.
Su progenitora también era matrona y voluntaria de salud, por eso en su casa no faltaban carteles de los que pasaba preguntando cualquier tipo de información.
“Siempre había cosas que ver y yo siempre estaba preguntando ‘¿y esto qué es?, ¿y esto qué es?’ y así aprendí en casa; cuando llegué a primer grado ya podía deletrear”, comentó, mientras el cielo avisaba que llovería. Tomó la silla en la que estaba y pasó a sentarse a uno de los muebles ubicados en el corredor de la casa.
Minutos después la lluvía ya había mojado por completo la copa de los árboles de mango sembrados en la parte frontal de la finca. Al lado también había ejemplares de café y al fondo, en el costado derecho, se observaban los pequeños potreros donde estaban unas 20 vacas y más de 30 terneros.
La lluvia —por un instante— fue tan fuerte que hizo una gotera en la teja. Escoto no prestó atención, pues estaba recordando cuando caminaba una hora para llegar a la escuela Miguel Paz Barahona, donde estudió de primero a sexto grado.
En el Instituto Departamental de Oriente, al que por mucho tiempo llegó pedaleando junto a los trabajadores que se movilizaban a las tabacaleras, cursó la secundaria y los dos años de bachillerato, carrera que eligió para poder estudiar en la universidad.
“(No tenía dinero), tenía sueños (de ir a la universidad), entonces en segundo de bachillerato cuando llegaron a hacer las pruebas de admisión para las becas universitarias yo las hice todas… En todas las aprobé”, alardeó.
Así fue como en 1994 ingresó a la UNA, donde se graduó de ingeniero agrónomo. Un día antes de recibir el título el director le ofreció trabajo en ese centro educativo, donde posteriormente fue docente, jefe de Departamento a los 23 años “porque nadie quería”, director de postgrado y rector.
En 1999 se fue a Chile a estudiar una maestría en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente, también con una beca. Mientras que el doctorado (en Ciencias y Tecnologías del Medio Ambiente) lo cursó en la universidad de Granada en Andalucía, España.
“Yo no tenía beca para todos los cuatro años del doctorado, entonces tenía que adelantar todo el trabajo de investigación posible para no quedarme a mitad del camino”, recordó, al explicar que la beca era pagada por la UNA.
Al no tener cómo continuar con los estudios, decidió trabajar en un bar hasta que un docente le sugirió pedir una beca en la universidad de Granada.
“Me querían desterrar”
Marlon Escoto es conocido por dos grandes cargos dentro del gobierno: rector de la UNA y ministro de Educación. En ambos logró reelegirse.En este último puesto se echó de enemigos a decenas de dirigentes magisteriales y hasta estudiantes, que no estaban de acuerdo con las reformas realizadas al Sistema de Educación en 2012.
En cambio, en la UNA todavía tiene un proceso abierto por tres delitos de abuso de autoridad, por estar entre las 18 personas que acreditaron 164,266,334.19 lempiras durante dos períodos administrativos (2010-2013 y 2013-2106).
En ese entonces el Ministerio Público afirmó que el dinero desfalcado se usó para incrementos salariales y pagos arancelarios a 82 miembros directivos y del claustro de maestros, a través de procedimientos con vicios de ilegalidad y sin respaldo financiero.
En esa misma institución, también fue llevado a los tribunales por participar en las elecciones de 2016, pese a que el Estatuto de la UNA solo permite una reelección. Ya había ocupado el puesto desde 2007 hasta 2013 (dos periodos).
En 2016 nuevamente ganó las elecciones, entonces el Consejo Directivo Universitario lo juramentó como rector, pero una sentencia en los tribunales de justicia ordenó la nulidad del proceso.
“Querían que renunciara antes de que emitieran el decreto (de intervención de la UNA)”, dijo con voz firme, mientras aseguraba que su respuesta fue no rotundo, pues se quedaría hasta que llegara la misma interventora.
Para ese entonces, Escoto seguía al frente de la Secretaría de Educación, pero consideró que el sugerirle irse como agregado a la embajada de Chile fue parte de una estrategia porque “me querían desterrar”.
Según Escoto, hubo una lista de cosas a las que se le vincularon en la UNA, “pero nada resultó cierto”, dijo, asumiendo que apenas un caso sigue abierto. Fuentes consultadas por EL HERALDO aseguraron que la demanda por el desfalco y también la reelección continúan.
Consideró que estos procesos se van dilatando como parte de una estrategia política. “No tengo ninguna sentencia, ninguna prueba y hoy de lo que me podrían sentenciar es de prevaricato administrativo”, dijo, mientras se acomodaba en la silla.
Las palabras de Escoto parecían ráfagas, pues por casi dos horas trató de hablar sobre su vida, su familia, política y hasta contestar —en tono defensivo— las denuncias que recibió en su gestión en la UNA.
De funcionario a político
“Cuando terminó el gobierno yo dije ‘ya me voy a mi casa’, pero a la tercera semana me llamó el nuevo gobierno (de Juan Orlando Hernández). Pero antes supe que quien presionó para que yo siguiera no fue el nuevo gobierno, sino la cooperación y la iglesia Católica”, dijo sobre su reelección en Educación.“Yo sabía que las cosas no iban a estar fáciles porque ellos iban a buscar la forma de incomodarme, porque desde la época de Pepe Lobo ellos se mostraron incómodos”, lamentó al mencionar a Reynaldo Sánchez como “contrario político”, por “competencia política”.
Pero la lista no culmina allí, pues también aseguró que “entré en la lista de cuadrícula de Mauricio Oliva: ‘saquemos a este de la competencia política’”.
Para Escoto, muchos de los ataques que vivió como ministro de Educación, puesto al que renunció en 2017, están ligados a varios nacionalistas y cuestionó que el Congreso derogara el decreto que daba vida a la alfabetización obligatoria.
Aseguró que cuando Marlen Alvarenga lo invitó a trabajar en conjunto con el Partido Anticorrupción, solo estuvo una semana por la presión de algunos políticos nacionalistas. Lo mismo ocurrió cuando se habló de una coalición entre la UD y Pepe Lobo, donde solo duró un mes.
En el Partido Todos Somos Honduras también quisieron detener su candidatura, pero como Enrique Yllescas no quería buscar la presidencia y a Escoto no lo iban dejar inscribirse, decidieron unir fuerzas.
“Un día me enseñó el teléfono… Te vamos a dar todo, pero quitas a Marlon de candidato”, comentó entre risas el aspirante a la presidencia, al contar el mensaje que recibió el actual diputado del Congreso.
Incluso, Escoto le pidió “ponerle valor” al ofrecimiento, pero afirmó que Yllescas se negó.
Aunque ha trabajado en gobierno conservadores, nunca se consideró nacionalista, pero sí aceptó haber simpatizado con el Partido Libertada y Refundación (Libre). “Yo coordiné la resistencia popular en Olancho, pero cuando Libre nace sé que ese partido es de ‘Mel’ hasta que se muera y no se lo va a dar a nadie”, argumentó.
No guarda resentimientos contra los nacionalistas, incluso, sigue trabajando con el gobierno en la Oficina Presidencial de Cambio Climático, puesto que el mismo presidente Juan Orlando Hernández le ofreció y que tildó como “una tabla para medio flotar” en medio de la intervención.
Considera que es un hombre ético y consciente de que no ganará la presidencia de Honduras, pero espera por lo menos sacar un par de diputados.
Para el analista político Ernesto Paz Aguilar esta jugada puede ser peligrosa, ya que se prestan a dividir y fragmentar el cuerpo electoral sin fuerzas políticas representativas. Además, se aprovechan de la deuda política.
El experto dijo que la mejor estrategia para Escoto sería unirse a un partido grande, para generar verdaderos cambios. El problema es que dos de las tres instituciones políticas fuertes ya fueron tachadas de la lista de opciones, solo queda el Partido Liberal.