La mitad de cementerios clandestinos en Honduras están en la capital
El Ministerio Público realizó exhumaciones en 75 cementerios clandestinos entre 2017 y junio de 2024. En fosas comunes, enterrados de forma clandestina
- 15 de agosto de 2024 a las 00:00
TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Los cuerpos estaban enterrados solo 30 centímetros bajo tierra. Estaban en una zona montañosa y desolada de Lomas del Carmen, en San Pedro Sula, en el departamento de Cortés. Las autoridades buscaron por 10 días, en los que encontraron 10 cadáveres. Sí, se trataba de un cementerio clandestino.
Los primeros dos cuerpos los hallaron el 17 de mayo de 2024, pero con el pasar de los días, entre más cuerpos buscaban, más encontraban.
Había fajas, ropa, cadenas, zapatos y osamentas enterradas, como si los responsables no querían que las víctimas nunca fueran encontradas.
Estos 10 casos fueron incluidos en una lista que el Ministerio Público compartió a través de la solicitud SOL-MP-2718-2024, que enumera a 92 personas encontradas en 75 cementerios clandestinos desde 2017 hasta junio de 2024.
Hablamos de 75 cementerios en casi 8 años. Esto significa que, en promedio, cada año las autoridades encontraron 9 cementerios clandestinos a nivel nacional, y en cada fosa clandestina había 12 cadáveres.
Aquí también se incluyen los 5 jóvenes encontrados a finales de junio en una zona montañosa entre el municipio de Tatumbla y el valle del Zamorano, en el oriente del Distrito Central. Los jóvenes fueron raptados de la colonia Mirador de Oriente, cuando se mudaban desde la residencial Honduras.
“Hay otros puntos del país donde han encontrado supuestamente personas gente inhumadas, esto requiere una explicación: sabemos que esto se origina por medio de las estructuras criminales, son las que llevan a cabo este tipo de asesinatos, mejor dicho, secuestran a las personas para que nunca las familias los encuentren o los puedan identificar, entonces en estos cementerios clandestinos tienden a enterrarlos”, explicó Gonzalo Sánchez, criminólogo y experto en seguridad.
Javier Acevedo, director ejecutivo del Centro de Investigación y Promoción de los Derechos Humanos (Ciprodeh), también coincidió con Sánchez, asegurando que “en el país operan y han operado distintos grupos criminales que son capaces de actuar de esa manera, que son capaces, primero, de dar muerte a alguien, y segundo, de enterrarle sin ninguna identificación para ocultar el delito”.
¿A dónde estaban ubicados?
Los reportes del Ministerio Público indican que en 2017 fueron encontrados 7 cadáveres en 6 cementerios clandestinos, mientras que para 2018 hicieron 8 exhumaciones en el mismo número de fosas clandestinas.
Los casos aumentaron significativamente en 2020, en plena pandemia por el covid-19, mientras que en 2022, el año con más reportes y víctimas, fueron 15 cementerios clandestinos, donde hallaron 22 osamentas.
Para 2023 la cifra cayó, pero hasta junio de 2024 encontraron 9 cementerios clandestinos en los que habían enterrado a 16 personas luego de quitarles la vida.
Solo en Lomas del Carmen, en San Pedro Sula, encontraron 10 de esos 16 cuerpos, todos hombres, a quienes les habían quitado la vida a disparos, ya que los reportes de Medicina Forense señalan que murieron por “proyectil de arma de fuego”.
Cuando los hallaron, ya solo quedaban los restos óseos, todos enterrados en un “campo abierto”, señalan los registros. Una de las víctimas, según dijo la Fiscalía, fue atada y luego asesinada a disparos. De otra se supo que tenía un disparo en la cabeza.
En la mayoría de cementerios clandestinos encontrados, las autoridades no especificaron el lugar donde estaban los restos humanos, pero sí lograron identificar que 4 de ellos -como el caso de Lomas del Carmen- fueron hallados en un campo abierto, 2 en solares baldíos y 1 en una zona montañosa.
Según los registros del Ministerio Público, más de la mitad de los cementerios clandestinos hallados en el país estaban ubicados en el Distrito Central, en Francisco Morazán, mientras que 6 fueron localizados en San Pedro Sula, en el departamento de Cortés.
En ambos municipios hallaron 59 cuerpos entre 2017 y junio de 2024 (7 años y 6 meses), aunque 5 de cada 10 estaban en la capital, ubicada en el Distrito Central.
En el listado aparecen cementerios ubicados en 22 municipios, especialmente en departamentos del norte, centro y occidente del país.
Para Javier Acevedo, el crimen organizado escoge estos lugares para no dejar evidencia de las víctimas y también para evitar que hallen pistas que permitan que los imputen por homicidio, femicidio u otro delito.
Ante la consulta de que los criminales usan constantemente los mismos lugares como cementerios clandestinos, el experto aseguró que estos puntos ya están mapeados y que “es parte de todo el desafío que tenemos como país de avanzar en materia de prevención”, por lo que sugirió establecer medidas complementarias de vigilancia.
Mencionó que eso puede ocurrir a través de cámaras trampa y monitoreo satelital, para que haya una reacción mucho más rápida de las autoridades para investigar y capturar a los responsables. Otra de las sugerencias es capturar de forma infraganti a quienes estén cometiendo un hecho de este tipo.
“Lo otro es fortalecer la labor del Ministerio Público para que haga una investigación más efectiva de los casos y permita identificar con más certeza a quienes son responsables de haber cometido uno o más crímenes violentos”, recomendó.
Acevedo también hizo hincapié en que las autoridades más que identificar los restos de las víctimas y que los familiares puedan tener la certeza que los cuerpos encontrados son de ellos, darle cristiana sepultura y tener un lugar en el cual hacerles memoria, necesitan desarrollar los procesos de investigación para garantizar que quienes cometieron el delito paguen.
El experto mencionó que en el primer caso ya hay una iniciativa para que Honduras tenga un banco de ADN, para que la Dirección de Medicina Forense tengo un registro de datos de personas desaparecidas.
“Esto es importante porque nos permitirá ir reduciendo la impunidad pero el primer elemento, y creo que es el elemento más desde la perspectiva humana, es identificar los restos y que los familiares puedan tener, darle cristiana sepultura y tener un lugar en el cual hacerles memoria de alguna manera”, indicó.
Solo quedaron los restos óseos
El cuerpo humano presenta signos de descomposición 18 horas después de la muerte, pero para que llegue a una reducción esquelética deben pasar entre 3 y 5 años.
Los reportes del Ministerio Público indican que 21 de los 92 cadáveres encontrados en cementerios clandestinos eran prácticamente esqueletos, pero también encontraron casos en los que las víctimas tenían apenas horas de haber perdido la vida de forma violenta y de ser enterradas.
Además, 6 de cada 10 cadáveres encontrados en 49 cementerios clandestinos presentaban signos de haber perdido la vida de forma homicida (alguien causó su muerte).
El caso de los cinco jóvenes que fueron raptados de la colonia Mirador de Oriente, por ejemplo, murieron de forma homicida y fueron hallados en estado de putrefacción, ya que los cuerpos los encontraron días después del crimen.
Posteriormente, las víctimas fueron enterradas en lugares solitarios porque “esa es la mejor forma de borrar cualquier evidencia, cualquier indicio que pueda llevar a los responsables de estos hechos criminales. Por eso tienden a enterrarlo en estos cementerios clandestinos”, advirtió Gonzalo Sánchez.
El criminólogo mencionó que la Policía Nacional tiene mapeado estos puntos, por eso propuso “implementar algún tipo de estrategia, por ejemplo, policías encubiertos en esa zona, perfectamente bien lo pueden hacer y ubicarse en ese lugar en horas de la noche, porque normalmente a esa hora es que entierran a estas personas después de que los asesinan”.
El experto puso de ejemplo a Estados Unidos, pues cuando encuentran a personas fallecidas en puntos específicos ubican a policías de forma encubierta “en medio de la maleza, del bosque, escondidos allí; están un día, dos días, tres días, cuatro días, tal vez más, se van turnando hasta que llegan a botar un cuerpo o a enterrarlo, allí inmediatamente los agarra”, dijo. “El factor sorpresa es sumamente importante”, recordó.
En el caso de Honduras, las autoridades investigan los casos basados en el último lugar donde la víctima fue vista o la última persona con quien se comunicó, de allí se desprenden las primeras indagaciones para encontrarlas y también a los responsables, aunque no todos los casos, según el experto, son resueltos.
“Son crímenes cometidos por estructuras criminales, no es fácil para la Policía. Pueden identificar a la persona, de quién se trata, pero a los responsables difícilmente, por eso es que normalmente estos casos no es que quedan en impunidad. La policía tiene archivados los casos y de repente usted ve que más adelante la Policía captura personas y dice que son los responsables porque tienen X o Y información”, recordó.
Banco de ADN
En 2023 fue publicado en el Diario Oficial La Gaceta el decreto sobre la creación del Sistema Nacional de Bases de Datos de ADN para la “sistematización y almacenamiento de la información genética” de los hondureños.
En el artículo 1 se especifica que la creación de la normativa es “para facilitar el esclarecimiento de los hechos sometidos a una investigación criminal, civil o humanitaria para la identificación de personas desaparecidas y restos humanos”.
La administración de las bases de datos recaen sobre el Ministerio Público, para que canalice todo el procedimiento a través de Medicina Forense.
EL HERALDO intentó dialogar con Yuri Mora, portavoz de Ministerio Público, para conocer más detalles del Sistema Nacional de Bases de Datos de ADN, pero no respondió a la interrogante realizada por este equipo.
Gonzalo Sánchez, por su parte, hizo hincapié en el uso de la base de datos para comparar el ADN de las víctimas, pues la mayor parte del tiempo solo se encuentran osamentas.
“Con un resto sin piel, ya no se pueden tomar las huellas dactilares, entonces se procede a lo que es el análisis comparativo de ADN”, comentó.
Señaló que en algunos casos las víctimas se identifican por la ropa y zapatos que usaba el día que desapareció, pero que siempre es necesario os análisis comparativos de ADN.
“Se traen muestras de la mamá, del papá o de un hermano y se procede a realizar un análisis comparativo de ADN para determinar, con toda precisión, que esa persona, esa osamenta o ese cadáver de esa persona, sí es hermano o hijo de X o Y familia”, explicó.
Al igual Acevedo, el criminólogo puntualizó en que lo importante “es identificar a quién, qué persona es, quién es esa persona, por lo menos para que su familia pueda darle una cristiana sepultura”.