80 días de angustia para familiares de las víctimas en la Anapo: “No nos dicen nada”
EL HERALDO habló con los parientes de Ronal, Kevin y Jairo, los tres fallecidos durante las pruebas físicas para ingresar a la Anapo. Los dolientes contaron cómo afrontan la triste y confusa ausencia y exigen respuestas
Familiares de los fallecidos pedían justicia el 12 de septiembre afuera de la morgue de Tegucigalpa, mientras reclamaban los restos de sus seres queridos.
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TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Se levantó muy temprano y tomó la maleta que había preparado con anticipación junto a su esposa, dentro de ella llevaba todos los implementos que le habían solicitado para ingresar a la Academia Nacional de Policía (Anapo). Camisetas, calzonetas, calcetines, ropa interior, botas, toallas y otros objetos de uso personal formaban parte del precepto que debería llevar para internarse durante cuatro meses y convertirse en policía auxiliar.
Ronal Javier Coello Coello, un abogado de 34 años, se despidió de sus familiares y salió desde su casa en Tegucigalpa rumbo al municipio de Marcala, en el departamento de La Paz, en el centro-occidente de Honduras, donde está instalada la sede policial.
Al llegar al lugar se formó en la fila de aspirantes -eran unos 500- y comenzó a atravesar el portón de ingreso, mientras pensaba en lo que aprendería en esas casi 20 semanas de internamiento. Incluso, bromeó con su esposa, Wendoly Cruz, advirtiéndole: “Yo voy a pasar por esto y después me va a tener que hacer el saludo (policial)”, ante lo cual ambos rieron y se prometieron ser fuertes en el proceso.
Protagonizaron una tierna despedida y Ronal le dijo a su amada que “dentro de un mes me va a traer a mis pelones para poderlos ver”, pero ese reencuentro nunca llegó.
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Así comenzó el calvario para la familia de Ronal, según lo relató a EL HERALDO su esposa, quien es parte de los testimonios recabados por este rotativo que conversó con las tres familias de las mortales víctimas de la tragedia del 11 de septiembre en la Anapo, aunque algunos prefirieron hacerlo en anonimato, pues temen sufrir represalias.
El anhelo de superación de la familia Coello-Cruz se esfumó ese mismo domingo, cuando él fue ingresado a un hospital tras sufrir complicaciones de salud y se le declaró muerto un día después, es decir, el lunes 12 de septiembre.
No obstante, Ronal no fue el único que presentó extraños síntomas, según registros dados por la Secretaría de Seguridad en una conferencia de prensa emitida más de un mes después de la tragedia, donde se estableció que 42 aspirantes ingresaron a centros asistenciales en su primer día de actividades.
Y además de Ronal, otros dos jóvenes murieron y las causas de su extraño fallecimiento aún no han sido esclarecidas, aunque EL HERALDO conoció desde voces oficiales que la causa principal que se contempla hasta el momento es que pudo ser por asfixia, pero no se ha podido determinar qué tipo.
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Lo sueños de Ronal Coello y los otros fallecidos
El esforzado hondureño tenía tres años de trabajar como abogado en la Unidad de Asesoría Legal de la Secretaría de Seguridad, pero si se convertía en policía tendría la posibilidad de ascender en cargos administrativos y con ello obtener mejores ingresos.
Fue por eso que, según su viuda, “cuando la Secretaría abrió el curso él se emocionó y quiso formar parte de la Policía, porque iba a tener la oportunidad de subir el rango y entrar como subinspector”.
“Estaba feliz, se sentía bien, estaba con todos sus ánimos de poder entrar a esa ‘noble institución’ como él decía”, agregó, al tiempo que pormenorizó que sus metas a largo plazo eran construir o comprar una casa, ver crecer a sus hijos, conocer otros países y estudiar una maestría en derecho penal.
Y es que además de ser un destacado profesional, Wendoly lo describió como un buen esposo, lo cual quedó evidenciado cuando por azares del destino un fotorreportero de EL HERALDO salió a tomar fotografías de los capitalinos en el marco del día del Amor y la Amistad en 2020 y captó a Ronal caminando por el parque central de Tegucigalpa, sosteniendo un ramo de rosas y lirios que entregaría a su compañera de hogar.
Juntos tuvieron dos hijos, una de cuatro años y otro de ocho meses, a quienes describía en sus redes sociales como “Sus Coellitos” y su razón para trabajar arduamente.
“Era un joven honesto, servicial, le gustaba alegrar el momento; era muy amigable, hacía bromas, era superalegre, le gustaba la playa, le gustaba jugar con sus niños. Llegaba y no le importaba ponerse a jugar muñecas con la niña, a jugar al salón de belleza, no tenía pena de hacer eso”, siguió relatando Cruz, con mucho dolor en su voz pero a la vez con esa fortaleza que como madre deberá inculcar a sus hijos ante el difícil panorama de crecer sin su padre.
Una historia similar es la de Kevin Jackniel Mejía -el tercer fallecido en la Anapo- quien estaba a pocos meses de convertirse en papá por segunda vez y motivado por la falta de oportunidades de empleo como médico se enlistó como novato en la Anapo.
Kevin murió el 19 de septiembre, luego de luchar por su vida en una sala de cuidados intensivos de un hospital privado. Sus familiares hablaron poco con este medio de comunicación y recordaron que en vida fue un joven alegre, amante del fútbol y “una estrella” que brillaba por su talento y personalidad.
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Don Wilfredo Bautista recordó que su hijo pudo hablar con él incluso después de la tragedia en la Anapo, cuando aún estaba hospitalizado, “después del incidente hablé por videollamada. Ese día, en la madrugada, él recobró la conciencia, sus facultades mentales estaban bien”, dijo a este rotativo vía teléfono, pues él reside fuera del país.
Sin embargo, Kevin presentaba severos daños internos, pues al indagar en el Ministerio Público, el equipo de este medio de comunicación conoció que a él y a los otros dos jóvenes fallecidos les colapsaron primero sus pulmones y posteriormente otros órganos vitales. La principal hipótesis es que fallecieron por asfixia.
“Se está trabajando para saber exactamente si es que ellos habían inhalado alguna sustancia y esto determinará qué fue lo que sucedió, qué fue lo que inhalaron; pero sí, ya se tiene establecido que el primer órgano que les colapsa a ellos es el pulmón, a los tres”, dijo el portavoz del Ministerio Público, Yuri Mora, a este medio.
Días de incertidumbre
Mientras los hijos de Kevin y Ronal no alcanzan a comprender su ausencia, sus otros familiares también viven con la duda de qué fue lo que ocurrió en el recinto policial, pues no han podido hablar con los demás aspirantes que fueron afectados y las autoridades tampoco han sostenido comunicaciones directas con ellos para informar los avances en las investigaciones.
Incluso, hubo inconsistencias desde el inicio, pues durante su charla con este rotativo, Wendoly Cruz también dijo que a diferencia de otros dolientes, ella no supo de inmediato que su esposo había muerto, pues se enteró de lo ocurrido en la Anapo a través de las noticias, pero jamás imaginó que él estaba entre las víctimas, ya que Ronal fue llevado a un hospital ese mismo domingo y su muerte se reportó en horas de la madrugada del día siguiente, hasta que fue ingresado a la Morgue del Ministerio Público a las 12:30 de la mañana.
Fue alrededor de 10 horas después que su familia supo que había fallecido, ya que al ser declarado muerto fue identificado con otro nombre. Las autoridades dijeron que su nombre era Osman Noel Sosa López, pero fue durante la prueba de dactiloscopia que el técnico se percató que las huellas dactilares del cadáver correspondían al joven abogado.
Wendoly recordó ese momento como uno de los más dolorosos de su vida. “A nosotros como familiares nos notificaron el lunes 12, alrededor de las 10:30-11:00 de la mañana. Nos dijeron que hasta que le estaban haciendo la autopsia se dieron cuenta quién era el que había fallecido, porque originalmente lo habían declarado con otro nombre”, testificó.
De ese modo, ni ella ni el resto de su familia pudo ver el cuerpo de Ronal, hasta que se los entregaron dentro de un ataúd para posteriormente darle sepultura en el municipio de la Villa de San Francisco, donde él nació.
Esta situación dificultó que pudieran constatar si Ronal presentaba golpes o algún otro signo de alarma como lo denunció en su momento la familia de Jairo Josué Martínez, el primer aspirante muerto, pues su padre indicó que tenía golpes en la cabeza.
Ante esta denuncia la subsecretaria de Seguridad, Julissa Villanueva, argumentó que el golpe en la cabeza de Jairo pudo deberse al desplome que sufrió al comenzar a sentirse débil, pues se conoció que los aspirantes comenzaron a sentirse mal cuando corrían por la pista de usos múltiples como parte de un entrenamiento de bienvenida en el que debían cargar sus maletas.
Sin embargo, un allegado al informático de 28 años dijo tener sospechas de que algo más podría estar detrás de su fallecimiento.
Es así que las familias de los tres aspirantes muertos dejaron en manifiesto ante EL HERALDO el dolor que atraviesan, la incertidumbre ante la falta de respuesta de las autoridades y hasta el miedo de una mortal represalia si revelan sus identidades al narrar el suplicio tras perder a sus seres queridos. Aún así, continúan exigiendo saber qué causó la irreparable pérdida que sufrieron.
“Ahorita no sabemos nada, hay tantas versiones que no sabemos qué pensar, qué creer. Por eso estamos a la espera de ver los resultados de la autopsia, el dictamen de medicina forense y a partir de ahí esclarecer qué es lo que pasó, pero no nos dicen nada”, concluyó Wendoly.
“Es claro y evidente que no fue algo circunstancial, sino que como dijo el abogado y diputado al Congreso Nacional, Yuri Sabas, culpables hay”, añadió otro de los entrevistados, por lo que dijo que las familias afectadas no descartan conformar un equipo legal para que los represente en una demanda exigiendo justicia.
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