Tegucigalpa, Honduras
Una vez el famoso pintor español Pablo Picasso dijo: “Todos los niños nacen artistas. El problema es cómo seguir siendo artistas al crecer”.
Chris Medina, Javier Moreno, Marcelle Flores y Óscar Villalobos son los protagonistas de cuatro historias diferentes pero que las une un mismo hilo, el del arte.
Ellos descubrieron su pasión desde sus primeros años de vida y decidieron que los acompañaría por siempre.
“Yo dibujo desde que era niño, dibujaba las caricaturas que veía en la tele”, dijo Chris.
“Yo, cuando empecé, estaba muy chiquito, tenía unos ocho años” comentó Javier. Marcelle, por su parte, expresó que “Empecé a dibujar desde los cuatro años y mi mamá lo notó enseguida”.
“Yo dibujo desde los seis años, la edad en la que descubrí, comparándome con mis compañeros, que podía dibujar”, contó Óscar. Palabras que sustentan lo dicho por Picasso.
Fue así como todos iniciaron, dibujando. Posteriormente, cada uno mantuvo viva su faceta artística, desarrollándose en la técnica que mejor los identificaría.
Trabajos en carboncillo, óleo, acrílico, escultura, lápiz acuarelable, tinta y pintura en spray, son solo algunas de las vertientes en las que esta nueva generación de creadores se desempeña de manera impresionante, algunos, inclusive, sin haber pertenecido a una escuela de arte que les permitiera reforzar sus habilidades innatas.
La otra cara de la moneda
Cada uno de ellos desarrolla su arte en sus tiempos libres, debido a que estudian, trabajan, o realizan ambas cosas.
Chris, de 26 años, es pasante de la carrera de Diseño Gráfico, y fue hace apenas tres años que decidió dedicarse de manera más comprometida a retratar en carboncillo y en óleo, pues como él mismo lo dice: “Esto es lo que amo, mi estilo de vida, me representa y es lo que soy”.
Marcelle recién comienza a formarse en la misma profesión y, además, trabaja como diseñadora en el Tribunal Supremo Electoral (TSE). A sus 20 años, aún encuentra tiempo libre para dedicarlo a retratar en tinta, recreando de manera permanente cada detalle del cuerpo y rostro humano. “Quiero mantener mi arte siempre, esto es mi vida”, aseguró.
Óscar es estudiante de la carrera de Ingeniería en Sistemas en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) y también labora en una empresa de logística. A su vez, aunque ha llevado el arte en su sangre desde que era muy pequeño, descubrió hace apenas cinco meses que tenía el don de pintar con spray.
“Quiero mantenerme con mi mente abierta para aprender, no me enfoco en solo una cosa, si no en muchas y voy por todas a la vez, yo sé que se puede”, comentó el joven de 22 años.
Javier Moreno es quizás el más experimentado, pues ha realizado algunos estudios tanto dentro como fuera del país que le han permitido crecer en múltiples áreas. A sus 37 años, es un virtuoso del dibujo, la escultura y la pintura en óleo y en acrílico, siendo esta última técnica su favorita. “Yo no planeo mucho pero me interesa seguir investigando, rasguñar más la técnica, viajar y participar en más salen talleres, conocer más”, expresó. Además, labora en su día a día como parte de una microempresa de encuadernado artesanal que le permite seguir explorando su creatividad.
¿Qué los inspiró?
Chris comentó que su interés por el arte se vio influenciado por su tío Henry Medina, quien en vida también se dedicaba a pintar. “Siempre me gustó su trabajo y a medida que fui creciendo, fui experimentando y conociendo técnicas de otros pintores”.
Por su parte, Marcelle recordó que “mi mami me cuenta que a los siete meses de edad me daba revistas y yo no las rompía como otros niños, en cambio, me quedaba atraída por los colores. A los dos años, cuando me llevaban regalos solo los miraba, ni siquiera los sacaba de su caja porque pasaba todo el día con papel, colores y reglas”.
“En realidad comencé porque me gusta hacer cosas nuevas. Yo había visto unos videos en facebook de gente que hacía pinturas con spray y me dije; ‘yo puedo hace esto también’”, expresó Óscar Villalobos.
A su vez, Javier agregó; “Desde niño soy amigo del hijo del poeta Roberto Sosa y cuando iba a su casa a mí me gustaba tocar las pinturas y aunque su padre siempre me decía ‘las pinturas no se tocan’ yo las volvía a tocar cuando él se iba”.
Una vez el famoso pintor español Pablo Picasso dijo: “Todos los niños nacen artistas. El problema es cómo seguir siendo artistas al crecer”.
Chris Medina, Javier Moreno, Marcelle Flores y Óscar Villalobos son los protagonistas de cuatro historias diferentes pero que las une un mismo hilo, el del arte.
Ellos descubrieron su pasión desde sus primeros años de vida y decidieron que los acompañaría por siempre.
“Yo dibujo desde que era niño, dibujaba las caricaturas que veía en la tele”, dijo Chris.
“Yo, cuando empecé, estaba muy chiquito, tenía unos ocho años” comentó Javier. Marcelle, por su parte, expresó que “Empecé a dibujar desde los cuatro años y mi mamá lo notó enseguida”.
“Yo dibujo desde los seis años, la edad en la que descubrí, comparándome con mis compañeros, que podía dibujar”, contó Óscar. Palabras que sustentan lo dicho por Picasso.
Fue así como todos iniciaron, dibujando. Posteriormente, cada uno mantuvo viva su faceta artística, desarrollándose en la técnica que mejor los identificaría.
Trabajos en carboncillo, óleo, acrílico, escultura, lápiz acuarelable, tinta y pintura en spray, son solo algunas de las vertientes en las que esta nueva generación de creadores se desempeña de manera impresionante, algunos, inclusive, sin haber pertenecido a una escuela de arte que les permitiera reforzar sus habilidades innatas.
La otra cara de la moneda
Cada uno de ellos desarrolla su arte en sus tiempos libres, debido a que estudian, trabajan, o realizan ambas cosas.
Chris, de 26 años, es pasante de la carrera de Diseño Gráfico, y fue hace apenas tres años que decidió dedicarse de manera más comprometida a retratar en carboncillo y en óleo, pues como él mismo lo dice: “Esto es lo que amo, mi estilo de vida, me representa y es lo que soy”.
Marcelle recién comienza a formarse en la misma profesión y, además, trabaja como diseñadora en el Tribunal Supremo Electoral (TSE). A sus 20 años, aún encuentra tiempo libre para dedicarlo a retratar en tinta, recreando de manera permanente cada detalle del cuerpo y rostro humano. “Quiero mantener mi arte siempre, esto es mi vida”, aseguró.
Óscar es estudiante de la carrera de Ingeniería en Sistemas en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) y también labora en una empresa de logística. A su vez, aunque ha llevado el arte en su sangre desde que era muy pequeño, descubrió hace apenas cinco meses que tenía el don de pintar con spray.
“Quiero mantenerme con mi mente abierta para aprender, no me enfoco en solo una cosa, si no en muchas y voy por todas a la vez, yo sé que se puede”, comentó el joven de 22 años.
Javier Moreno es quizás el más experimentado, pues ha realizado algunos estudios tanto dentro como fuera del país que le han permitido crecer en múltiples áreas. A sus 37 años, es un virtuoso del dibujo, la escultura y la pintura en óleo y en acrílico, siendo esta última técnica su favorita. “Yo no planeo mucho pero me interesa seguir investigando, rasguñar más la técnica, viajar y participar en más salen talleres, conocer más”, expresó. Además, labora en su día a día como parte de una microempresa de encuadernado artesanal que le permite seguir explorando su creatividad.
¿Qué los inspiró?
Chris comentó que su interés por el arte se vio influenciado por su tío Henry Medina, quien en vida también se dedicaba a pintar. “Siempre me gustó su trabajo y a medida que fui creciendo, fui experimentando y conociendo técnicas de otros pintores”.
Por su parte, Marcelle recordó que “mi mami me cuenta que a los siete meses de edad me daba revistas y yo no las rompía como otros niños, en cambio, me quedaba atraída por los colores. A los dos años, cuando me llevaban regalos solo los miraba, ni siquiera los sacaba de su caja porque pasaba todo el día con papel, colores y reglas”.
“En realidad comencé porque me gusta hacer cosas nuevas. Yo había visto unos videos en facebook de gente que hacía pinturas con spray y me dije; ‘yo puedo hace esto también’”, expresó Óscar Villalobos.
A su vez, Javier agregó; “Desde niño soy amigo del hijo del poeta Roberto Sosa y cuando iba a su casa a mí me gustaba tocar las pinturas y aunque su padre siempre me decía ‘las pinturas no se tocan’ yo las volvía a tocar cuando él se iba”.