Tegucigalpa, Honduras
Atrevida, desinhibida, y valiente, así puede describirse la obra de Juana Pavón, la inmortal poeta hondureña, a quien todos también recordaremos como “Juana la loca”.
Su vida estuvo marcada desde su no-natalidad (su madre, una joven de 15 años, falleció antes que ella hubiera nacido), sus primeros años los pasó entre la adopción y orfanatos y posteriormente en internados, sus tragedias de vida entre las que se encuentran abusos, violaciones, ser madre sin protección alguna, lanzada a la calle, denigrada y despedida de su trabajo, también marcaron su poesía.
A Juana jamás se la podrá acusar de cobardía, de quedarse callada frente a las injusticias, de dejar de ser fiel a sí misma, y mucho menos, se le podrá acusar de haberse traicionado asumiendo los roles que la sociedad le impone.
Ella, al igual que otras contemporáneas, fue condenada a la soledad por querer forjar su margen en una sociedad tradicional y llena de rígidas reglas.
La poeta se dedicó en poemas a defender las injusticias sociales y su lucha feminista quedó plasmada en poemas como: “Estoy loca”, “Mi hombre ideal”, “Diluvio”, “Deseos irreverentes”, “Morir de risa”, “Llegue sobre la carne”, “Maldad y locura”, “Nosotras: esas sujetos”, “De una vez por todas” y “Juana la loca”.
Su vida y legado son repasados en la obra teatral “Juana la loca” montada por el grupo Teatral Bambú, con un libreto de Carlos Veliz, la cual se sigue representado en diferentes centros culturales de la capital hasta la fecha.
“Ay! ¿Qué hacer, qué decir y qué pensar? Bueno, cierra tus ojos mira más allá de lontananza inalcanzable. Dite en silencio, piensa; eso viene, nada lo detiene y pasará aún tu grito o aullido desesperado” fue uno de los últimos escritos que la poeta regaló a una de sus amigas, en semanas recientes previo a su muerte este jueves 28 de marzo, tras una larga batalla contra el cáncer.
Los restos de Juana Pavón, están siendo velados en el Salón Juan Lindo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
Atrevida, desinhibida, y valiente, así puede describirse la obra de Juana Pavón, la inmortal poeta hondureña, a quien todos también recordaremos como “Juana la loca”.
Su vida estuvo marcada desde su no-natalidad (su madre, una joven de 15 años, falleció antes que ella hubiera nacido), sus primeros años los pasó entre la adopción y orfanatos y posteriormente en internados, sus tragedias de vida entre las que se encuentran abusos, violaciones, ser madre sin protección alguna, lanzada a la calle, denigrada y despedida de su trabajo, también marcaron su poesía.
A Juana jamás se la podrá acusar de cobardía, de quedarse callada frente a las injusticias, de dejar de ser fiel a sí misma, y mucho menos, se le podrá acusar de haberse traicionado asumiendo los roles que la sociedad le impone.
Ella, al igual que otras contemporáneas, fue condenada a la soledad por querer forjar su margen en una sociedad tradicional y llena de rígidas reglas.
La poeta se dedicó en poemas a defender las injusticias sociales y su lucha feminista quedó plasmada en poemas como: “Estoy loca”, “Mi hombre ideal”, “Diluvio”, “Deseos irreverentes”, “Morir de risa”, “Llegue sobre la carne”, “Maldad y locura”, “Nosotras: esas sujetos”, “De una vez por todas” y “Juana la loca”.
Su vida y legado son repasados en la obra teatral “Juana la loca” montada por el grupo Teatral Bambú, con un libreto de Carlos Veliz, la cual se sigue representado en diferentes centros culturales de la capital hasta la fecha.
“Ay! ¿Qué hacer, qué decir y qué pensar? Bueno, cierra tus ojos mira más allá de lontananza inalcanzable. Dite en silencio, piensa; eso viene, nada lo detiene y pasará aún tu grito o aullido desesperado” fue uno de los últimos escritos que la poeta regaló a una de sus amigas, en semanas recientes previo a su muerte este jueves 28 de marzo, tras una larga batalla contra el cáncer.
Los restos de Juana Pavón, están siendo velados en el Salón Juan Lindo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.