Tel Aviv, Israel
La gira asiática en la que se encuentra inmersa a día de hoy la cantante Britney Spears le está sirviendo, además de para cimentar su estatus de superestrella en esta región del mundo, para conocer a fondo el alcance y la dimensión de las reacciones que es capaz de generar su presencia entre sus fans más radicales y alocados.
Tanto es así, que abrumada ante el revuelo que suscitó su visita del pasado domingo a la ciudad antigua de Jerusalén, en la que cientos de fans se agolparon contra su coche y prácticamente no la dejaron moverse más allá de unos centímetros, la popular intérprete no tuvo más remedio que abandonar la zona rápidamente.
La princesa del pop acabó tan abrumada ante el exceso de cariño que le dedicaron sus admiradores, al margen de la más que comprensible ansiedad que se desprende de aglomeraciones de ese tipo, que no le tembló el pulso siquiera antes de cancelar la cena que tenía prevista esa misma noche con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien precisamente le había invitado a su residencia para darle oficialmente la bienvenida a su país.
Una vez recuperada del susto, el lunes Britney ofreció un exitoso concierto en el parque Yarkon de la ciudad de Tel Aviv.