TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Ha sido tardío pero placentero: con más gritos que susurros, Ana Gabriel ha arrastrado los ecos de los 80 y principios de los 90 al pleno siglo XXI.
Lo ha hecho con pulcritud. Al filo de las 10:00 PM, tras una larga espera -a las 6:00 PM se abrían las puertas del Palacio Universitario de los Deportes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras- amenizada por hilos musicales que daba pistas sobre lo suntuoso que íbamos a presenciar: de “Simplemente amigos” a “Cosas del amor”, irrumpió en escena “La Luna de América”.
Con una voz que reúne la clásica angustia del temperamento latino junto con un carácter femenino fuerte, apasionado y perfectamente definido, Ana Gabriel arrancaba el que sería el segundo recital de “Por amor a ustedes World Tour” —gira que enfila al resto de Centroamérica y parte Sudamérica—.
Ante un público enfervorecido, maduro y en su mayoría femenino, el concierto comenzó con “Huelo a soledad”. Detrás de la sinaloense una orquesta de casi 10 músicos. Enfundada en un traje sastre negro con apliques, casi a juego de luces azules cegadoras, la sensación fue revivir su gloria.
A partir de ahí, el concierto discurrió en su interpretación con melismas íntimos y cálidos que tocan las fibras del amor, el desamor y lo prohibido por igual. Su matiz suave y levemente en contraposición a la naturaleza sonora de su voz sobrecogió a los capitalinos.
Escucharla es rememorar los ecos de los años ochentas y principios de los noventas del siglo pasado cuando el internet, las redes sociales y la inmediatez eran cosa del futuro y se vivía más en el entorno real y de calor humano. Canciones como “Miedo”, “Quién como tú” y “Pecado original” son como una fotostática de un mejor tiempo, un tiempo que se apetece lejano ahora en nuestro mundo entretejido por lo sintético de la tecnología y la nueva norma social humana.