BOSTON, ESTADOS UNIDOS. Antes de llevar adelante el gran éxito cinematográfico de Titanic, James Cameron se sumergió 33 veces para visitar el Titanic y así lograr acumular toda la información necesaria para llevar adelante su película.
Sin embargo, en una de ellas, una corriente de agua los atrapó contra la popa del barco y estuvieron 19 horas sin poder subir.
En su libro biográfico el creador de Terminator y Avatar, relató que quedó atrapado en los restos del Titanic en una corriente durante 19 horas. Este revelador testimonio pone de manifiesto uno de los mayores riesgos que implica sumergirse en esas aguas inhóspitas: el peligro de quedar atrapado en algún objeto o estructura submarina.
En palabras de expertos en el tema si uno se llegara a atascar con un fierro o una red de pesca en las profundidades del mar, sería una situación desesperante. No habría manera de que alguien pudiera descender para el rescate, ya que la inmersión alcanza los 3.800 metros de profundidad. No existe otro sumergible en el mundo capaz de realizar una operación de rescate en esas condiciones extremas. Incluso si hubiera uno disponible, estaría tan alejado que la probabilidad de sobrevivir sería mínima. En ese caso, solo quedaría esperar una muerte lenta y asfixiante.
El propio Cameron relataría a la revista Playboy en 2009 que no fue una historia de amor a bordo del Titanic lo que le inspiró para hacer su exitosa película de 1997, sino que el objetivo era otro: “Hice Titanic porque quería bucear entre los restos del naufragio, no porque quisiera hacer la película”, admitió.
“El Titanic era el Everest de los naufragios y, como buzo, quería hacerlo bien. Cuando supe que otros tipos habían buceado en el Titanic para hacer una película IMAX, dije: ‘Haré una película de Hollywood para pagar una expedición y hacer lo mismo’. Me encantó ese primer contacto, y quise más”, reveló.
El director detalló además en una entrevista al National Geographic que pese a haber crecido en Ontario, Canadá, lejos del Océano, recuerda que de pequeño ya veía con asombro los especiales de televisión del recordado explorador marino Jacques Cousteau. Más acá en el tiempo, siendo adolescente, Cameron realizaría una excursión al Museo Real de Ontario, en Toronto, donde se encontraba en cartel una exposición de un hábitat submarino diseñado por Joe MacInnis -el primer científico en bucear en las aguas casi heladas debajo del Polo Norte- lo que le impulsó a escribirle una carta.
Para sorpresa de Cameron, que entonces tenía 14 años, MacInnis le respondió. “Me envió la dirección de su contacto en... el fabricante de plexiglás... Me puse en contacto con ellos y me enviaron una muestra de plexiglás”, recordaría el cineasta. “En ese momento, ya tenía la ventana del futuro hábitat submarino. Solo tenía que construir el resto. Eso era importante. Eso crea la sensación de que es posible”.