Hoy les compartimos la tercera entrega sobre el departamento de Olancho. Esta vez hablaremos de Juticalpa, un municipio rico en historia, religión y literatura.
Zona bendecida
Como sucede en casi todos los municipios de Honduras, las iglesias de siglos pasados siempre ocupan un papel preponderante en la historia de las localidades, algunas con mayores misterios que otras.
En el caso de la iglesia de Juticalpa, esta fue construida por iniciativa del cura párroco presbítero Pascual Martínez en 1830.
Como era común en el país en ese entonces, la construcción de estas edificaciones tardaban años, por lo que Martínez no pudo ver concluido el proyecto, cuya continuación estuvo a cargo del presbítero Pío Gómez; su inauguración fue el 7 de diciembre de 1874.
Esta iglesia tiene entre sus posesiones un regalo especial de Juan Vilarderó y su esposa Irene Guell, quienes regalaron a la ciudad un reloj en 1875; en esa época los pobladores conocían el tiempo por la salida y puesta del sol.
Cerro de la Cruz
Los lugares por excelencia para apreciar la belleza panorámica de una ciudad son los miradores y Juticalpa tiene el suyo. Con el nombre de Cerro de la Cruz, este lugar, además de su vista, tiene una historia.
Manuel de Jesús Subirana, quien recorrió la región olanchana, también dejó marcado su paso por esta ciudad, dejando una cruz en este cerro, como símbolo de protección de las fuerzas malignas, y cuenta la historia que si la ciudad se apartaba de Dios, la cruz colapsaría y el lugar sería destruido.
Con el paso del tiempo, la cruz fue renovada porque la primera era de madera y un rayo la destruyó, y su ausencia incumplía el legendario mandato de Subirana, por lo que los habitantes reconstruyeron la cruz para sentirse protegidos.
Cuna de escritores
Si hay algo por lo que se caracteriza Juticalpa es por ser cuna de escritores. Son hijos de esta ciudad Froylán Turcios, Alfonso Guillén Zelaya y Clementina Suárez, dignos representantes de la literatura nacional.