Una de las primeras necesidades del ser “racional” fue transmitir a los demás, ya de su época o de las generaciones futuras, sus vivencias e impresiones.
La escritura se inventó en Sumeria (Irak) hace 5,500 años para contar y registrar hechos históricos usando la escritura de símbolos cuneiformes. Poco a poco, la escritura se convirtió en el elemento más importante para la comunicación del hombre. El primer alfabeto, donde las letras podían unirse para ir formando palabras, lo inventaron los fenicios alrededor del 1300 antes de Cristo.
A partir de ahí, la historia de la humanidad está íntimamente ligada a la palabra impresa.
Hay que ver lo que se aprende leyendo. Por ejemplo, el dato con el que arrancamos hoy Rincones forma parte de un informe escrito al rey don Felipe II de España sobre la existencia de la ahora ciudad capital. La nota proviene del libro “Lecturas de la capital de Honduras”, del notable historiador don Mario Felipe Castillo; una obra que presentó recientemente en el Museo del Hombre Hondureño.
“Lecturas” es un libro pequeño (agradablemente pequeño) editado por la Alcaldía Municipal del Distrito Central y que nos regala una serie de datos harto interesantes sobre Tegucigalpa, sus vecinos, iglesias y arte colonial religioso. Debo confesar que me agrada sobremanera como don Mario pone punto final, en las primeras páginas, a esa versión romántica y acaramelada sobre el significado de la palabra “Tegucigalpa”. Para ningún indígena precolombino de nuestras tierras un “cerro de plata” significaba o valía algo. De hecho, ellos no conocían la plata o por lo menos, no como los europeos. En cambio, “lugar donde se reúnen lo señores” es mucho más creíble y congruente con las culturas indígenas de la región.
Otro libro que también recientemente salió a la luz fue “Carrousel internacional”, del abogado Carlos López Contreras. En un tono autobiográfico, a veces académico y hasta novelesco en otros, el excanciller de la República (en varias ocasiones) nos lleva por el tiempo y nos comparte su vida personal y de trabajo. Deja constancia de mil detalles e historias profesionales que moldearon no solo su carácter sino también la patria en la que ahora vivimos. La crisis del BCIE, el diferendo limítrofe con El Salvador, Esquipulas II y la crisis política de 2009 son parte de los relatos que el “canciller de las crisis” nos regala en su libro y que vale la pena leer. La obra fue publicada por Editorial Iberoamericana del poeta Óscar Acosta.
Un libro más que vale la pena (y que todavía no tengo el gusto ni el tiempo de leer) es “Francisco Morazán y sus relaciones con Francia”, del embajador Rafael Leiva Vivas. Abogado y escritor laureado, don Rafael nos ha deleitado y enseñado con sus obras que tratan sobre la historia y la política del país. Una obra con un título tan interesante no deja de llamar la atención y demostrar de paso, la creatividad y capacidad de investigación del autor. Algo a lo que ya nos tiene acostumbrados.
Francamente, me gusta la palabra impresa. El libro, la página escrita, la palabra leída, dan esa huella que deja constancia, permanencia. Algo que voy a extrañar a partir de la próxima semana. Así es, tras nueve años de compartir con ustedes la mañana del sábado amables lectores, llegó el momento de la despedida. La próxima semana será mi última publicación de Rincones de Honduras. Todo aquello que tiene un comienzo, también tiene un final. Espero que me puedan acompañar ese sábado 17 de marzo. Será un verdadero honor para mí compartir por última vez el gusto por la palabra impresa.