VEA: El arte en yeso que hace perdurables recuerdos de vida
Hasta el momento, su serie cuarentenaria aborda una amplia gama de asuntos
relevantes, prestando atención especial al reconocimiento de la solidaridad, la paz, la reconciliación divina, la unidad con la naturaleza y la moderación, seguida de imágenes que retratan la vida cotidiana durante el encierro, incluyendo aquí su “Reverencia” de la serie “Tauromaquia ciseroniana”.
En este experimento serial, Ciserón ha diversificado los encuadres, usando el retrato, la figura completa, la figura de parejas, la escena doméstica y el campo paisajístico; también el bestiario y el bodegón.
Este amplio registro de situaciones compositivas le permite experimentar con diversas soluciones cromáticas, que además afectan la función visual de las texturas y las líneas.
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En la obra de Ciserón también la simbología busca aferrarse a las dificultades y oportunidades de la existencia, recorriéndola con sus apesarados Cristos, sus lunas llenas, sus agitadas palomas, sus toros embravecidos y las ondeadas banderas. De este modo, el artista logra zurcir la mirada aturdida de la gente al cielo inmenso de la esperanza, yendo de la angustia urgente a la gloriosa eternidad de lo divino.
En fin, la convicción de Ciserón es que la creación humana, entre ellos el arte, tiene la capacidad de resarcir tragedias, esquivar angustias y conseguir que la vida se prolongue más allá de los pesares y las amenazas. Pero todo esto con fe, con propósitos, con resultados.
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Esta es la razón más profunda que nutre la continuidad de su pintura en tiempos difíciles. Con esta prueba fehaciente, no sólo ha conseguido decirnos que es creador, sino también un atento servidor de la gente. De este modo, su proceder artístico ha resultado ser, al mismo tiempo, una tremenda lealtad humana