Tegucigalpa, Honduras
Para Ernesto Bondy fue una sorpresa satisfactoria saberse ganador del premio único del IX Concurso de Cuentos Cortos Inéditos Rafael Heliodoro Valle.
El creador de esta historia en la que un joven seminarista le dedica pensamientos impuros y miradas impropias a la hermosa Micaela, convenció por mayoría al jurado de esta edición del certamen. Bondy conversó sobre el premio, la obra y sus inicios literarios tardíos.
¿Cómo se siente por haber sido el ganador del Concurso?
Realmente feliz, me alegró mucho darme cuenta. Este es mi primer cuento, porque yo concurso muy poco, y al momento que uno lo hace y sale ganador es una gran satisfacción. Creo que vale mucho la pena lo que hace el periódico porque sí hay que abrir estos espacios culturales y me agrada ver también este proceso del cuento infantil. Me parece que esa categoría debe tener mucho apoyo, y me agradó compartir este premio con una niña que en su momento se ganó su premio ella también.
¿Cómo surge la historia del seminarista?
Es el clásico juego del bien y el mal; el clásico juego, en este caso, del pecado y los principios, de lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer, entonces se me ocurrió ambientarlo en el momento más álgido del pecado, que es en un templo, ejerciendo la liturgia, en el peor momento de la consagración. El encargado de hacerlo no está en lo que tiene que estar, sino que está del otro lado, del lado del pecador, está totalmente fuera de su responsabilidad y eso fue lo que me pareció bien ambientar en esas dos páginas del cuento.
¿Cómo fueron sus inicios como escritor?
Empecé a escribir hace 18 años, o sea que no tengo esa experiencia de los escritores jóvenes que empezaron a escribir desde la adolescencia. No, yo edité por primera vez a los 52 años. Siempre siento esa nostalgia, que me hubiera gustado que a los 12 años, que a los 18 o 20, alguien me hubiese estimulado o ayudado. Siempre tuve el estímulo para leer, pero no precisamente para sentarme a escribir; después seguí mi carrera de ingeniero y viví más de 50 años de mi profesión, y al rato se me ocurrió entrar a este mundo de las letras. Creo que siempre envidio esas opciones que la gente tuvo y yo no. Me imagino que si hubiera comenzado a los 20 años, otra cosa sería.
Ernesto Bondy nació en Tegucigalpa en 1947. Ha escrito los libros “La mujer fea y el restaurador de obras” (1999), “Viaje de retorno, hasta Sabina” (2001), “De ninfas, sabores y desamores” (2003), “Caribe cocaine” (2006) y “La mitad roja del puente. Nacaome Aktion” (2015).
Para Ernesto Bondy fue una sorpresa satisfactoria saberse ganador del premio único del IX Concurso de Cuentos Cortos Inéditos Rafael Heliodoro Valle.
El creador de esta historia en la que un joven seminarista le dedica pensamientos impuros y miradas impropias a la hermosa Micaela, convenció por mayoría al jurado de esta edición del certamen. Bondy conversó sobre el premio, la obra y sus inicios literarios tardíos.
¿Cómo se siente por haber sido el ganador del Concurso?
Realmente feliz, me alegró mucho darme cuenta. Este es mi primer cuento, porque yo concurso muy poco, y al momento que uno lo hace y sale ganador es una gran satisfacción. Creo que vale mucho la pena lo que hace el periódico porque sí hay que abrir estos espacios culturales y me agrada ver también este proceso del cuento infantil. Me parece que esa categoría debe tener mucho apoyo, y me agradó compartir este premio con una niña que en su momento se ganó su premio ella también.
¿Cómo surge la historia del seminarista?
Es el clásico juego del bien y el mal; el clásico juego, en este caso, del pecado y los principios, de lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer, entonces se me ocurrió ambientarlo en el momento más álgido del pecado, que es en un templo, ejerciendo la liturgia, en el peor momento de la consagración. El encargado de hacerlo no está en lo que tiene que estar, sino que está del otro lado, del lado del pecador, está totalmente fuera de su responsabilidad y eso fue lo que me pareció bien ambientar en esas dos páginas del cuento.
¿Cómo fueron sus inicios como escritor?
Empecé a escribir hace 18 años, o sea que no tengo esa experiencia de los escritores jóvenes que empezaron a escribir desde la adolescencia. No, yo edité por primera vez a los 52 años. Siempre siento esa nostalgia, que me hubiera gustado que a los 12 años, que a los 18 o 20, alguien me hubiese estimulado o ayudado. Siempre tuve el estímulo para leer, pero no precisamente para sentarme a escribir; después seguí mi carrera de ingeniero y viví más de 50 años de mi profesión, y al rato se me ocurrió entrar a este mundo de las letras. Creo que siempre envidio esas opciones que la gente tuvo y yo no. Me imagino que si hubiera comenzado a los 20 años, otra cosa sería.
Ernesto Bondy nació en Tegucigalpa en 1947. Ha escrito los libros “La mujer fea y el restaurador de obras” (1999), “Viaje de retorno, hasta Sabina” (2001), “De ninfas, sabores y desamores” (2003), “Caribe cocaine” (2006) y “La mitad roja del puente. Nacaome Aktion” (2015).