Ese fatídico día dejó huellas imborrables en la vida de los duques, no solo por la muerte, sino por el arrepentimiento. Ambos hijos de Lady Di hablaron con su madre horas antes del accidente sin imaginar que sería el último día que escucharían su voz.
Para esa fecha, William tenía 15 años y Harry 12. Ambos estaban ansiosos por jugar con sus primos en Balmoral, donde se encontraban de vacaciones en ese momento junto a la reina Isabel II. Las ganas de jugar y divertirse, como es común en niños de su edad, hicieron que esa última llamada con su madre fuera muy breve.
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Años después de lo ocurrido, William confesó que esa última conversación ha estado marcada en su memoria. “Fue ella la que llamó desde París, no puedo recordar lo que dije (…) pero probablemente lamentaré el resto de mi vida que esa llamada fuese tan corta”.
“Harry y yo teníamos prisa por despedirnos, para decirle ‘hasta pronto’… si hubiera sabido lo que iba a pasar, evidentemente habría sido muy indiferente... Esa llamada sigue clavada en mi mente”, añadió el futuro rey.
William también confesó que recuerda todo lo que su mamá le dijo esa noche, pero que desea reservar los detalles.
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Por su parte, Harry dijo: “No hay un día en que William y yo no deseemos que ella todavía esté aquí, y nos preguntamos qué clase de madre sería ahora, qué tipo de papel público tendría y qué diferencias estaría haciendo”.
