Periodismo de Impacto

Rapaduras de Cantarranas, una dulce manera de cuidar el medio ambiente

Decenas de familias del municipio de Cantarranas, en Honduras, producen el tradicional dulce de panela en un trapiche artesanal sin derribar ni un solo árbol

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21.04.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- No hay nadie que se resista a su sabor autóctono, que endulza y enamora los paladares más exigentes. La panela o rapadura, ingrediente a base de caña de azúcar infaltable en la gastronomía hondureña, se ha convertido en una de las principales fuentes de ingresos de decenas de familias del municipio de Cantarranas, a unos 55 kilómetros de la capital de Honduras.

Su producción artesanal, una herencia que se ha ido traspasando de generación en generación, está en manos de un grupo de familias aglutinadas en una cooperativa agroforestal denominada Chabosuji, que no han derribado ni un solo árbol para la fabricación de la panela, reduciendo las emisiones de dióxido de carbono y de partículas finas en el aire.

Chabosuji opera con el apoyo del Programa de Adaptación al Cambio Climático en el Sector Forestal (Clifor), financiado por la Unión Europea y el Gobierno de Alemania.

Además, cuenta con el apoyo del Instituto de Conservación Forestal (ICF) y la Cooperación Alemana (GIZ) y el respaldo de la Alcaldía de Cantarranas.

Las familias de Cantarranas tienen un centro piloto que denominan trapiche ecológico, ubicado en la microcuenca La Nevada, en una de las 20 aldeas que conforman el municipio. Ahí instalaron un sistema innovador que permite fabricar el dulce de panela utilizando el bagazo, o residuo de caña seca para encender el fuego,sin hacer uso de leña.

Esto impide la deforestación de los bosques, particularmente en el área de la microcuenca, donde la cooperativa además realizó labores de reforestación al plantar árboles de caoba, cedro y pino, donados por el ICF.

“Esta iniciativa del trapiche ecológico nos demuestra el buen engranaje entre los temas del clima, del cultivo y del bosque. Como institución estamos sumamente alegres de que la Chabosuji genere empleo y produzca amigable y sosteniblemente en relación con el medio ambiente”, explicó el coordinador nacional del programa Clifor, Mario Martínez.

El proceso para convertir la caña de azúcar en panelas o rapaduras comienza con la temporada de la zafra, o cosecha, período en que la caña alcanza su madurez. Lo primero es extraer el jugo de la caña de azúcar.

El líquido obtenido se vierte en un recipiente y comienza un proceso de cocción hasta conseguir que el agua se evapore y lograr una miel espesa.

A medida que se va enfriando, la miel se convierte en panela líquida que,una vez condensada, se vierte en un recipiente en donde se bate hasta enfriar, para darle consistenciay espesor.
El mercado potencial del dulce son todas las personas que por sus hábitos alimenticios desean consumir solo productos naturales, sin adición de químicos.

La panela o rapadura es utilizada mayormente en Semana Santa, Navidad y Año Nuevo, en la cocina de los hondureños para elaborar exquisitos postres como las torrejas, rosquillas en miel, plátano, ayote y ciruelas en miel, entre otros.

La producción de dulce de panela en Cantarranas ya comienza a dar frutos. La prueba es que una cadena de supermercados seleccionó a la cooperativa Chabosuji como uno de sus proveedores, gracias a la labor de los técnicos del programa Clifor, que va desde cuestiones organizativas hasta asistencia técnica.

Con la producción del dulce de panela granulada, la cooperativa agroforestal se orienta también a una creciente clientela, que no busca solamente productos orgánicos, sino también saludables. En contraposición al azúcar refinado, mejor conocido como azúcar blanca, la panela mantiene todos los nutrientes de la caña de azúcar.

“Debido a un procesamiento totalmente natural, este producto incluye elementos como carbohidratos, vitaminas, proteínas, grasas, agua, calcio, fósforo, hierro, sodio, potasio y magnesio, saludable y de alto valor nutritivo”, relató el presidente de Chabosuji, Carlos
Ovidio Mejía.

Mejía explicó que el Programa Clifor, el ICF y la Alcaldía de Cantarranas “nos dio una oportunidad y decidimos aprovecharla. Y como cooperativa agroforestal hemos demostrado que podemos producir ecológicamente y mostrar a lo sociedad que estamos adaptándonos al cambio climático”.

Las autoridades del ICF están felices conel proyecto. “Con la implementación del trapiche ecológico se está logrando una reducción significante de leña que normalmente se usa en los trapiches tradicionales.

De esta forma nosotros estamos haciendo aportaciones en el tema de emisiones de gases de efecto invernadero que está causando el calentamiento global”, manifestó Manuel Alvarado, jefe regional del ICF. También contribuyen a reducir la contaminación del aire, que provoca enfermedades cardiovasculares y respiratorias.

Y es que, el pintoresco municipio, cuyo casco urbano está tapizado de murales del pincel de decenas de artistas nacionales, encontró su futuro en la caña de azúcar, después de ser por muchos años una zona de agrícola y ganadera, según el regidor municipal Marco Guzmán.

Cantarranas recibe al año más de 10 mil visitantes, que llegan atraídos por su belleza escénica, su gastronomía autóctona y sus dulces panelas.

Este artículo se publicacomo parte de Earth Beats, una iniciativa internacional y colaborativa que reúne a 18 medios de comunicación de todo el mundo para centrarse en soluciones a los desechos y la contaminación.