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Gol a la xenofobia: Las selecciones de migrantes en el Mundial de Rusia 2018

Las potencias europeas, donde han ganado terreno partidos de ultraderecha con un discurso que discrimina a los migrantes, no repararon en convocar jugadores de ascendencia extranjera en sus equipos para disputar Rusia 2018

30.06.2018

MADRID, ESPAÑA

En 1998 Francia aprendió a quererse multirracial. A golpes de balón. Como anfitrión y campeón de la Copa del Mundo. Con los pies de una selección de origen diverso conquistó la gloria del fútbol y el país abanderó la unidad. Fue gracias a un tal Zinedine Zidane, de padres argelinos, a Lilian Thuram y Thierry Henry, originarios de la isla de Guadalupe. A Marcel Desailly (Ghana), Patrick Viera (Senegal), Christian Karembeu (Nueva Caledonia) y David Trezeguet (con ascendencia argentina).

Francia ganó esa copa cuando despuntaba una ola de xenofobia. Eduardo Galeano lo recogió en su libro “El fútbol a luz y sombras”: “Una encuesta, publicada en esos días por le Figaro Magazine, reveló que la mitad de los franceses quería la expulsión de los inmigrantes, pero el doble discurso racista permite ovacionar a los héroes y maldecir a los demás. El trofeo mundial fue celebrado por una multitud sólo comparable a la que desbordó las calles, hace más de medio siglo, cuando llegó a su fin la ocupación alemana”.

Para Rusia 2018, los galos vuelven a recurrir a la fórmula del mestizaje para integrar un equipo de habilidosos jugadores, aunque con el fantasma de la xenofobia a espaldas, personificado en el partido de extrema derecha Agrupación Nacional, antes Frente Nacional.

No es el único país europeo que reúne seleccionados de ascendencia extranjera en medio de un creciente sentimiento de odio a los migrantes. Inglaterra, Alemania y Suiza viajaron a Moscú en un momento que grupos de ultraderecha ganan terreno político. Con un gol pueden mover el marcador a favor de la diversidad racial.



Por otra humillación a Le Pen
Francia sabe dar lecciones con el fútbol. En 1998, el más escéptico era Jean Marie Le Pen, líder del ultraderechista Frente Nacional, quien atacó a la selección gala dos años antes del Mundial: “Es artificial que hagamos venir jugadores extranjeros para bautizarlos como equipos de Francia. La mayoría no canta o visiblemente no se saben La Marsellesa”. Tras la victoria, la prensa recoge que Le Pen quiso rectificar al felicitar a Zidane, 'hijo de la Argelia francesa'.

Este 2018 los galos acuden a Moscú con la misma fórmula, con más de la mitad del plantel plagado de inmigrantes e hijos de inmigrantes. Las raíces de 11 jugadores se remontan a las antiguas colonias africanas y territorios franceses en ultramar; y otros tres nacieron fuera de Francia. Ese es el caso de Samuel Umtiti (Camerún), Thomas Lemar (Guadalupe) y Steve Mandanda (Congo).

De Guinea son los padres de la estrella Paul Pogba, que milita en el Manchester United y elegido mejor jugador joven en la Copa del Mundo de 2014. De hecho, su hermano Mathías juega en la selección de fútbol de Guinea. Mientras que en el Caribe, en la isla de Martinica, se gestó la historia de Raphael Varane. Los progenitores del defensa central del Real Madrid nacieron en este territorio caribeño y luego emigraron a Francia.

Sin embargo, los fantasmas de la xenofobia no descansan en Francia. Estas voces salen del mismo lugar de hace 20 años. El relevo de Jean Marie lo tomó su hija, Marine Le Pen, presidenta de Agrupación Nacional -antes Frente Nacional- con un credo político racista similar al de su padre y que obtuvo el 33.9% de los votos en la segunda vuelta a la presidencia en las elecciones del 2017.

La fractura del Brexit
Una encuesta de la cadena inglesa Sky en 2017 reveló la fractura que trajo el Brexit a la población de Reino Unido, y dejó al descubierto la xenofobia. El 74% de los consultados consideró que el país era más racista que en años anteriores y que estaba dividido socialmente.

El organismo de vigilancia Kick It Out documentó 282 casos de discriminación, la mayoría por motivos raciales, en el fútbol inglés en la primera parte de la temporada 2017-18, lo que supone un aumento del 75%.

Pero el combinado inglés también se reforzó con una cosecha de una antigua colonia británica para su cita en Rusia. Raheem Sterling nació en Jamaica y se nacionalizó inglés. Comparte raíces con sus compañeros Ruben Loftus-Cheek y Ashely Young, ambos nacidos en Inglaterra y de padres jamaicanos.

También está el caso de dos migrantes de segunda generación. Dany Welbeck de padres ghaneses y Fabian Delph, quien -gracias a su familia de Guyana- tiene la doble nacionalidad inglés-guyanés.

El fútbol germano contra los racistas
Si en la política europea los partidos antiinmigración ganan terreno, en el fútbol alemán quieren cerrar filas contra los racistas. El defensa Jerome Boateng, de origen ghanés, fue víctima de los comentarios xenofóbicos en 2016 de Alexander Gauland, vicepresidente del partido euroescéptico de derecha Alternativa para Alemania (AfD). “La gente lo considera un buen futbolista, pero no quiere tener a Boateng como su vecino”.

Las palabras del político desataron una ola de indignación. La Federación Alemana de Fútbol y la Liga alemana mostraron su respaldo público a Boateng y condenaron las expresiones de Gauland. La afición llevó unos días después pancartas con el siguiente mensaje: “Boateng, múdate a mi vecindario”.

Alemania, actual campeona y ya eliminada en la fase de grupos, ha tenido como referentes a otros cinco futbolistas de ascendencia extranjera. De origen turco, sobresalen Mesut Özil y İlkay Gündoğan, quienes antes del campeonato estuvieron en el ojo de la controversia por fotografiarse con el presidente de Turquía, Recep Erdoğan, conocido por sus políticas autoritarias. Los padres de Sami Kedhira nacieron en Túnez, mientras que los del delantero Mario Gómez en España.

Las heridas de los Balcanes en Suiza
Suiza clasificó a los octavos de final y un momento decisivo fue la victoria 2-1 sobre Serbia. Pero el triunfo pasó a segundo plano por la celebración de Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri, autores de los goles helvéticos. Ambos, de origen albanokosovar, festejaron realizando la doble águila albanesa, como señal de reivindicación política. Kosovo es un territorio de la antigua Yugoslavia de mayoría albanés que históricamente ha luchado por independizarse.

Con la desintegración de Yugoslavia, Kosovo quedó integrado como territorio autónomo a Serbia, pero la abolición de su autonomía en 1989 desencadenó un enfrentamiento bélico conocido como Guerra de los Balcanes. Las familias de Xhaka y Shaqiri se exiliaron en Suiza durante el conflicto.

Lo de estos deportistas es un patrón. La selección de Suiza es el reflejo de los desplazamientos por las guerras entre los territorios que conformaban Yugoslavia. Al menos siete jugadores convocados para Rusia 2018 tienen orígenes de estas zonas, como Kosovo, Bosnia y Herzegovina, Croacia y Macedonia.

Los helvéticos también se reforzaron con cinco futbolistas africanos: Tres nacieron en Camerún, uno en Cabo Verde y uno en Costa de Marfil. En el combinado suizo hay figura ibérica y latina: Ricardo Rodríguez, de padre español y madre chilena.

Fórmula inversa: Holanda en Rusia 2018
Holanda no clasificó a la Copa del Mundo 2018, pero siete jugadores nacidos en sus tierras viajaron a competir a Moscú. Dos de ellos representando a Nigeria y cinco a Marruecos. Estas dos selecciones africanas estaban plagadas de futbolistas nacidos en Europa. Túnez y Senegal también aplicaron la fórmula y quisieron sacar provecho a la emigración al convocar deportistas de otras latitudes, pero con padres nativos de sus tierras.

Lo de Marruecos es relevante, pues 17 de sus 23 jugadores nacieron en el extranjero, diseminados en Holanda, Francia, Bélgica, España y Canadá. Tanto Senegal como Túnez llamaron a nueve futbolistas en la misma condición. Y Nigeria integró a cuatro a su plantilla.