Murió a sangre fría al lado de su madre y con muchos sueños por cumplir. Daniel Guzmán, de ocho años, se convirtió en uno de los cinco hondureños que perdieron la vida en la masacre perpetrada el pasado viernes en Texas, Estados Unidos. Sus familiares, amigos y compañeros lo recuerdan como un niño muy inteligente, buen amigo y una promesa del fútbol. A continuación más detalles del pequeño compatriota.
El pequeño Daniel estaba en la casa de sus familiares en un vecindario del condado de San Jacinto, Texas, cuando un hombre armado, identificado como Francisco Oropeza, ingresó y disparó contra él y cuatro familiares más que estaban en la sala.
Daniel recibió múltiples disparos de un fusil de grueso calibre en su cabeza y en su cuello. A unos metros estaba el cadáver su madre, quien también fue alcanzada por las balas de individuo.
El detonante de la masacre habría sido un reclamo de la familia al hombre, de nacionalidad mexicana, quien solía hacer disparos en su jardin. El papá de Daniel, Wilson García, se acercó a su casa para pedirle que no disparara cerca de su propiedad, pues su bebé de dos meses de nacido intentaba dormir.
El tirador, quien supuestamente estaba bajo los efectos del alcohol, se negó y decidió asesinarlos a todos con su arma, luego huyó con rumbo desconocido, pero fue encontrado la tarde del martes en Conroe, Montgomery, a unas 50 millas del lugar de la masacre.
Amigos, familiares y conocidos del pequeño Daniel han lamentado el suceso y lo recuerdan como un niño muy inteligente, que tenía muchos sueños por cumplir.
En el vecindario han realizado cadenas de oración y santuarios conmemorativos a la familia.
Aaron Muñíz, uno de los amigos del pequeño Daniel, le escribió una emotiva carta. “Tú eras el mejor amigo del mundo, eras muy buen portero en soccer (fútbol) y estarás en nuestros corazones, nunca te vamos a olvidar”, escribió el menor en una hoja de papel.
En la carta se puede ver que dibujó a Daniel enfrente de la puerta del cielo y de Dios, quien lo recibe con los brazos abiertos. En el lugar también otros menores han colocado peluches y más cartas, así como adultos han encendido veladoras y flores.
Wilson García, padre del menor, reveló para Telemundo que el pequeño Daniel soñaba con ser futbolista profesional. García ahora debe cuidar de las dos hermanitas de Daniel, una recién nacida y una niña de dos años.
El padre de Daniel estaba en la vivienda el día de la masacre y logró escapar por una ventana luego de ver sin vida a su esposa e hijo.
Por otro lado, se conoció que el pequeño Daniel era amigo del hijo de Francisco Oropeza, el mexicano acusado de perpetrar la masacre.
De acuerdo con Ramiro Guzmán, tío de Daniel Enrique Laso, su sobrino y el hijo de Oropesa solían andar juntos en bicicleta hasta la parada de autobús todos los días.
Guzmán mencionó, durante una entrevista con la NBC News, que a pesar de que ellos nunca hablaron con el mexicano sabían que su hijo tenía una amistad con Daniel. “Pero mi sobrino, él siempre llevaba su bicicleta a donde paraba el autobús escolar. A veces iban juntos, mi sobrino y su hijo”, contó.
Las demás víctimas de la masacre respondían al nombre de Diana Velásquez, de 21 años, José Cáceres, de 18 años, Obdulia Molina, de 31 años, Sonia Guzmán, de 28 años, y su hijo Daniel Guzmán, de ocho años. Todos de nacionalidad hondureña.
El crimen ha conmocionado a la comunidad estadounidense y hondureña, pues es la primera vez que se registra una situación como esta. El padre de Daniel decidió que los cadáveres fuera repatriados a Honduras para que su familia de su tierra natal pudiera darle el último adiós. Se estima que los cuerpos repatriados estarán en el país a mediados de mayo.