TEGUCIGALPA, HONDURAS
Si un camino se cierra, otro se abre. Así de simple es el actuar de los narcotraficantes en América y ya lo están demostrando.
Las evidencias asustan. Datos de la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial Sur de Estados Unidos, a los que tuvo acceso en exclusiva EL HERALDO, revelan que el tráfico de drogas por el Pacífico se disparó en un 278.1 por ciento.
Las trazas sobre cocaína y medios de transporte mancharon por completo el mapa del océano pacífico en 2017, mientras que en el Caribe el tráfico aéreo está retomando vuelo.
Los registros de las agencias antidrogas de Estados Unidos revelan que para el año 2016 un total de 623 toneladas métricas de droga pasaron por el océano Pacífico.
Pero de forma repentina el trasiego de cocaína se disparó exorbitantemente en el 2017.
La medición realizada entre el 1 de octubre de 2016 y el 30 de septiembre de 2017 revela que el tráfico de drogas por el sur fue de 2,371 toneladas métricas.
Lo anterior significa que solo en un año el aumento por el mar Pacífico fue de 1,744 toneladas métricas de droga, es decir un 278.1 por ciento.
La droga sale de Colombia, Ecuador y Perú, pasa por las extensas aguas de Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y México.
Desprotegido
De estos países se puede enviar a la costa oeste de Estados Unidos o transportarla vía terrestre a la costa este, donde ha proliferado el mercado de estupefacientes.
El Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos ve con preocupación los indicadores y así se lo planteó al presidente Juan Orlando Hernández la semana pasada.
Los elevados movimientos ilícitos por los mares regionales fueron detectados por el Centro de Información Marítima (CIM) de la Dirección General de la Marina Mercante (DGMM) de Honduras.
Expertos de esta unidad confirmaron a EL HERALDO el desmedido incremento de los movimientos de tráfico de ilícitos de sustancias psicotrópicas.
Una de las formas de operar es traer buques cargados con cocaína a alta mar, luego hacen el transbordo a lanchas rápidas, porque son las únicas que pueden llegar a las playas o zonas costeras donde descargan las droga.
Los expertos indicaron que el bloqueo que se ha hecho en el mar Atlántico ha provocado que los carteles cambien las rutas y el pacífico es ahora su paraíso.
Aquí la vigilancia es casi nula por todos los estados y el espejo marítimo es mucho más extenso.
Pero navegar por el pacífico no es fácil por la condiciones del mar y, según Inteligencia, se ha identificado que están utilizando semisumergibles, sumergibles y hasta aviones no tripulados o drones.
Una de las ventajas de Honduras es la naturaleza geográfica marítima del Golfo de Fonseca, pero aun así hay cargamentos que llegan a Valle y Choluteca, generando violencia en la zona.
Aéreo
Aunque el tráfico de drogas se disparó en el sur, esto no quiere decir que el Caribe haya dejado de ser una ruta importante.
Aquí, Honduras no pierde la posición como el paso obligado y solo por este punto el año pasado pasó el 54 por ciento de la droga que tenía como destino Estados Unidos.
Los datos a los que tuvo acceso EL HERALDO indican que por el mar caribe pasaron 275 toneladas métricas de cocaína en el 2017.
De esta cantidad, 148 toneladas métricas tuvieron como primer destino Honduras, entre los departamentos de Gracias a Dios, Colón, Atlántida y parte de Olancho.
Este 54 por ciento de la droga que vino de Sudamérica hizo transbordo en Honduras, luego siguió su camino hacia Estados Unidos sin problemas.
El 81 por ciento de la droga que pasó por el Caribe hondureño lo hizo por la vía marítima.
Entre los medios de transporte más utilizados están las lanchas rápidas, que según los reportes de Estados Unidos pasaron el 78 por ciento de los cargamentos.
El tres por ciento de la droga utilizó el tráfico comercial, como buques y otras embarcaciones que posiblemente llegaron a los diferentes puertos.
Otro indicador que genera suspicacia es el notable incremento de las trazas aéreas, es decir que más aeronaves con droga llegaron a Honduras en el 2017.
A pesar de que las Fuerzas Armadas (FF AA) aseguran tener escudos aéreos y hacer interdicciones, el 18 por ciento de la droga que llegó al país fue por el aire.
Lo anterior significa que unas 25 toneladas métricas, de las 140 que ingresaron por el Caribe, pasaron en aviones de los diferentes capos que operan en la región.
El fuerte tráfico de narcóticos pone en duda el “blindaje” que promueve Honduras por medio de los escudos aéreos, marítimos y terrestre.
Una de las principales interrogantes para los expertos en seguridad y narcotráfico es el funcionamiento de los radares comprados a Israel recientemente.
Poco se conoce de la funcionalidad de este equipo y las capacidades que tiene para identificar el paso de embarcaciones o aeronaves sospechosas de llevar droga.
El presidente hondureño expuso a su regreso de Estados Unidos su preocupación por la presión de la narcoactividad en La Mosquitia, Colón y en el sur de Honduras.
En su reciente visita a Washington se reunió con el director interino de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, siglas en inglés), Preston Grubbs, y otros funcionarios, donde le mostraron los sorprendentes hallazgos.
“Conversamos de nuestra preocupación por la enorme alzada en la producción de plantas de coca en Sudamérica”, expuso Hernández.
Afirmó que como efecto de ese incremento se empieza a sentir la presión “en La Mosquitia, en todo el litoral atlántico y también en el sur de Honduras, y esto debe tener una visión regional”.
“Me preocupa la presión a que está sometida la población en La Mosquitia, en Colón en general y en el sur de Honduras por parte del narcotráfico”, declaró el mandatario.
Con su declaración, el presidente confirma que el problema de trasiego de drogas está retomando fuerzas buscando nuevas rutas.
Para ejercer mayor vigilancia vía satélites, la DGMM trabaja en la adquisición de un sistema denominado VTS (Vessel Traffic Service) o Servicio de Tráfico de Buques.
Esto permitirá ver las embarcaciones que operan de forma legal y las que no tienen sistemas de transmisión satelital, como las lanchas rápidas.
El proyecto ya está aprobado a un costo de un millón de dólares y se espera que esté listo a finales de este año.