OJOJONA, HONDURAS.-Bajo la neblina de la montaña, en las partes más altas del pintoresco municipio de Ojojona, sumergido en la profundidad reposa oculto el barro virgen.
Su color opaco, su textura gruesa y su maleabilidad son solo algunos de los pequeños ingredientes de una de las materias primas de donde más arte surge.
Ollas, tazas, adornos, figuras de animales, floreros y cuadros son parte del repertorio que se comercializa durante todo el año en este acogedor municipio. Pero durante el mes de diciembre este pintoresco lugar parece ser transformado por la fe cristiana.
Por doquier, decenas ovejas, burritos, bueyes, gallitos, patos y, por su puesto, la sagrada familia invaden las calles empolvadas del lugar. Es Ojojona, que se ha convertido en un gigante belén, pues sus artesanos se dedican día a día a elaborar estas singulares piezas que engalanan los nacimientos de miles de casas en todo el país.
Tradición
La Navidad, que no solamente es el 25 de diciembre, no sería la misma sin la instalación de los tradicionales nacimientos.
Y es que uno de los hábitos que predominan en la mayoría de hogares cristianos es la devoción y representación de la natividad del Hijo de Dios.
Revivir el belén, nacimiento o pesebre de Jesucristo es una habilidad y uno de los símbolos cristianos que en varios lugares de Honduras se personifica, pero también es una alternativa ideal para muchas familias de alcanzar un ingreso durante la temporada.
Y es que es a través de sus diestras manos, los alfareros y alfareras de Ojojona transforman la arcilla para elaborar verdaderas piezas de arte.
Ubicado a unos 35 kilómetros al sur de la capital, ofrece a sus visitantes diversos diseños de coloridas figuras que en las vísperas de la Navidad se venden como “pan caliente”.
Jorge Javier García, un reconocido ceramista con más de 30 años de experiencia con el barro, es un experto que fabrica en su mayoría piezas de alfarería decorativa entre las que destacan los personajes de la sagrada familia.
“Yo tengo 30 años de dedicarme a la alfarería, desperté en el seno del taller de mi papá don Fernando García y él tiene muchos años de trabajar, creo que él empezó con el barro a la edad de 20 años y actualmente tiene 68 años y, bueno, desde siempre Ojojona ha sido un pueblo alfarero y ambas ramas de la alfarería, tanto la utilitaria como la decorativa, nosotros las fabricamos”, comentó García.
Revivir el nacimiento de Jesucristo es una práctica que no solamente conlleva la implementación del barro, sino que de otras técnicas como la pintura de las que se encargan generalmente las mujeres, es decir, los hombres fabrican las piezas y las mujeres se encargan de decorarlas para posteriormente venderlas.
Y aunque sus pobladores aprovechan las ferias, festivales y feriados para generar ganancias, son los meses cercanos a la Navidad los que suelen aprovechar para fabricar diversas manifestaciones de nacimientos.
“Ser alfarero es meditación y concentración, es el arte que Dios nos ha dejado, la capacidad de poder crear lo que uno piense o quiera, ahorita es un buen tiempo para la venta, generalmente en los feriados morazánicos, festivales, ferias hay buen turismo, es por eso que aprovechamos a vender artesanía”, agregó García.
Aunque por lo general en esta localidad cada nacimiento alcanza un valor de 2,200 lempiras para cualquier turista que desee adquirir un ejemplar, existen otros precios cómodos para el público de hasta 1,000 lempiras, incluso se venden las piezas de manera individual.
“El de ocho piezas es el más grande, mide 16 pulgadas, y el mediano, de nueve piezas, mide ocho pulgadas de altura; cada uno tiene sus particularidades, por ejemplo, el mediano trae una pieza más que es el buen pastor, pero el más caro ofrece al Niño Dios más grande y el comprador lo prefiere”, explicó Melvin García, comerciante en Ojojona.
El proceso de elaboración no sobrepasa de los cuatro a cinco días cuando son días calurosos, pero la llegada del invierno hace que el proceso pueda alargarse hasta el doble de días de lo estimado para comerciantes como Fernando García, quien, a pesar de no contar con ningún tipo de ayuda, tiene un deseo de superación indomable.
“Es un negocio familiar sin recibir apoyo, en la actualidad hay grupos organizados en Ojojona pero no estamos incluidos. Sin embargo, para nosotros hacer nacimientos es muy entretenido ya que existen más detalles, es por eso que la fabricación es más lenta”, indicó.
Toda esta actividad que se realiza en esta “cuna de la artesanía” hace que esta comunidad se incluya dentro de la ruta artesanal de Honduras, junto a otras ciudades como Comayagua, La Campa, Valle de ángeles y Sabanagrande.