CHOLUTECA, HONDURAS.- El jícaro es un árbol que representa a la zona sur de Honduras.
Su preservación es una de las metas que se han trazado diferentes municipios del sector debido a las múltiples bondades que ofrece a sus habitantes.
El producto es utilizado para la elaboración del refrescante refresco de morro -también conocido como horchata, una bebida típica del sur- así como para la alimentación del ganado.
El árbol cobra más notoriedad ante el efecto del cambio climático, ya que puede ser utilizado para diversos propósitos tanto en los seres humanos como en los animales.
Tal es el caso de Marcovia, donde la corporación municipal lo declaró árbol municipal del poblado debido al extenso bosque que existe en la zona.
La iniciativa surgió para reforzar una ordenanza municipal emitida en septiembre de 2018, con la cual se buscaba frenar el corte desproporcionado de este tipo de árbol en la localidad.
“La determinación se tomó para apoyar a decenas de familias que se dedican a comercializar las semillas de jícaro y que utilizan este producto como fuente de ingresos y en algunos casos como fuente de alimento”, dijo Nahún Cálix, alcalde de Marcovia.
Y es que debido a su composición natural y al poco recurso de agua que requiere para desarrollarse, este árbol prolifera en la geografía local, conocida como llanos, la cual se destaca por sitios de poca vegetación y con suelos arcillosos.
Para su desarrollo el árbol sólo requiere precipitaciones de entre 500 y 1,000 milímetros anuales, resiste inundaciones y sobrevive en climas con temperaturas entre los 24 grados centígrados hasta 36 grados centígrados.
VEA: El Jícaro, la tierra que construye su futuro a base de rosquillas
“La población ahora es consciente sobre la importancia de este y de los árboles en general, y por eso cuando se va a construir una obra o el árbol ya dio su vida útil y se requiere cortar acuden a la Alcaldía para pedir sus permisos, se realiza la inspección del caso y la corporación municipal decide si otorga el permiso”, explicó Edwin Banegas, director de la Unidad Municipal Ambiental en Marcovia.
Las personas que no cumplen con el procedimiento requerido son multadas con un monto entre los 1,000 y 5,000 lempiras.
“Así hemos logrado salvar unos dos mil árboles de jícaro en todo el municipio en el último año, pero también hemos multado a unas siete personas por no acatar la ordenanza”, explicó Banegas, sin precisar el monto generado por tales multas.
El funcionario mencionó que la comuna decidió aumentar el número de árboles que debe incluir el plan de compensación para restaurar el bosque.
“Por cada árbol que se corte de jícaro la persona o empresa interesada en cortar el mismo debe sembrar uno y cinco, respectivamente, y eso se lo estamos aplicando a una empresa a la que recientemente se hizo la inspección, quienes estaban interesadas en cortar 20 jícaros, pero en la supervisión solo se les aprobó cuatro que realmente interferían en la construcción del negocio”, comentó el entrevistado.
Si bien en Choluteca y San Lorenzo no se han establecido ordenanzas como tales para proteger el jícaro, sí se hacen inspecciones para evitar el corte descontrolado del mismo.
“En San Lorenzo para cortar un árbol se requiere obtener un permiso de entre 200 y 250 lempiras y se realiza previo inspección en especial con el jícaro, mangle y otras especies proliferantes”, declaró Pamela Barralaga, directora de la UMA en San Lorenzo.
En el poblado existen unas cuatro microempresas, lideradas por mujeres, que trabajan teniendo como materia primera la semilla de jícaro, así que la preservación del árbol es vital.
En Choluteca, por su parte, se impartió un taller para sensibilizar sobre la importancia del jícaro no sólo para uso de bebidas típicas y alimento de ganado, sino también como una opción viable para la alimentación de familias en las zonas del corredor seco afectadas por prolongados periodos de sequía.
ADEMÁS: Una vuelta por Morocelí y su manjar de atractivos turísticos
Múltiples nutrientes
El jícaro, desde su raíz hasta su hoja, se puede utilizar para múltiples propósitos.
En el caso del tronco, el mismo puede ser utilizado como combustible en los hogares; la pulpa es consumida por el ganado, pero al fermentarse se puede elaborar vinos y licores. Los azúcares que se obtienen de la pulpa también pueden ser usados para elaborar etanol, un biocombustible.
La semilla permite elaborar el refresco de morro u horchata, pero también se puede ingerir cruda o tostada así como procesarla para obtener aceite y el producto restante se convierte en harina, la cual puede ser utilizada como concentrado para aves o como materia prima para elaborar nutritivas galletas y otros productos que puedan ser consumido por humanos.