Como un criminal de alta peligrosidad es considerado por las autoridades un presunto cabecilla de una banda de extorsionadores capturado en una operación ejecutada por agentes de la Fuerza Nacional Antiextorsión (FNA) en el municipio de Guaimaca, Francisco Morazán.
Willian Joel Navas Rivera, de 25 años, alias “El Terrible”, fue detenido en posesión de 60 mil lempiras del cobro de extorsiones y tres teléfonos celulares que, supuestamente, utilizaba para llamar a sus víctimas y exigirles el pago de fuertes sumas de dinero. El supuesto malhechor fue trasladado a la capital y puesto a la orden de la Fiscalía para que se le instruya un proceso ante el juzgado competente por extorsión.
Peligroso criminal
Tras una serie de investigaciones, la FNA obtuvo información sobre la participación en un rosario de delitos entre los que se incluye la muerte violenta de varios motoristas del transporte urbano en las colonias Flor del Campo y Las Torres en el año 2014.
“El Terrible” quedó con el sucesor del principal cabecilla de la banda del “Mafia”, Orlin Orlando Alvarado Peralta, después que este fue trasladado de la Penitenciaría Nacional Marco Aurelio Soto (PNMAS) a una cárcel de máxima seguridad.
Según la FNA, esta estructura criminal mantenía atemorizados a transportistas de taxis y autobuses urbanos e interurbanos.
También se le vincula de haber ordenado en abril del año pasado la muerte del motorista de un taxi, Benjamín Álvarez Moncada, quien fue ultimado a balazos por un menor de 15 años cerca de la Unidad Metropolitana 1 del barrio Los Dolores.
En aquella ocasión, el sicario declaró que el crimen fue ordenado por “Mafia” y que él había viajado desde la ciudad de Guaimaca.
La FNA hace un llamado a las personas que han sido víctimas de extorsión por parte de Navas Rivera que se presenten a la oficina a reforzar la denuncia a fin de que se le aplique todo el peso de la ley.
Un oficial de esa unidad de inteligencia que participó en el operativo reveló que Navas Rivera se movilizaba por diferentes ciudades, entre estas Santa Rosa de Copán y San Pedro Sula, desde donde controlaba las operaciones, exigía depósitos de fuertes sumas de dinero en cuentas bancarias a nombre de testaferros que utilizaba para el lavado de activos