Honduras

De los Amish que vinieron solo queda la historia y su fe

Actualmente existe una confusión entre los amish y los menonitas; sin embargo, ambos grupos vienen de la vertiente protestante conocida como anabaptista o rebautizadores.

24.03.2014

Los menonitas, que dejaron atrás las costumbres amish para volverse progresistas, mantienen la observancia de la Biblia por encima de la tradición.

Esto les ha permitido una mayor interrelación con la comunidad, logrando así atraer a su congregación a los pobladores de la zona.

A pesar de considerarse de avanzada, viven de la manera más sencilla, el capitalismo no les ha golpeado como lo ha hecho con otras denominaciones cristianas.

Su llegada al país en 1970 y sus cambios de costumbres no representa el inicio del menonitismo en Honduras. La historia de los menonitas en este país se registra a partir de los años 50.

A pesar que desde sus raíces se les enseñó a vivir la fe sin una ostentación que pueda perturbar sus creencias, los miembros de este grupo religioso han ido evolucionando, adaptándose al estilo de vida de sus épocas.

Cambios

Actualmente, existe una confusión entre los amish y los menonitas, sin embargo, ambos grupos provienen de la corriente protestante conocida como anabaptista o rebautizadores, que se desprende de la reforma protestante del siglo XV.

A pesar de sus raíces comunes y profesar la misma doctrina cristiana, difieren en la interpretación de cómo esas prácticas deben vivirse.

La diferencia surge en 1693, cuando Jakob Ammann, un líder anabaptista suizo, sintió que los líderes de la Iglesia no estaban manteniéndose estrictamente separados del mundo e impulsó una renovación espiritual y sus seguidores fueron denominados amish.

Ammann impuso estrictas reglas separatistas en la vivencia de su fe, que son guardadas y cumplidas muy celosamente por sus seguidores, como la vestimenta sencilla y distintiva, el no recortarse la barba para los casados, el uso de ganchos en lugar de botones en la ropa, el transporte con coches tirados por caballos y el no uso de electricidad en las casas.

Por otro lado, están los menonitas de hoy que no se ven muy diferentes a cualquier persona que se encuentra en la calle. Creen más en la vida sencilla y en la fuerza de la espiritualidad antes que la separación completa de la sociedad.

Para el pastor de la iglesia menonita de Tegucigalpa, Pedro Cálix, una de las congregaciones más modernas, “el amish se quedó congelado en el tiempo; ellos dicen ‘vamos a seguir con las mismas practicas antiguas’, no usan nada de la tecnología, comenzando por sus carruajes, sus carretas deben ser de pura madera, no se les permite nada de aros de hierro. El arado también debe ser de pura madera sin nada de metal, la vestimenta que adoptan ni siquiera usa botones en sus camisas, dicen que es pecado, que es vanidad”.

“Pero en Estados Unidos se van dando algo. Dice un amish, ‘a mi carreta le quiero poner un aro de metal’, entonces le pone lo metálico y cuando lo ven los ancianos lo expulsan; entonces él tiene que salir de la comunidad, ‘¿y ahora?’, se preguntan, ‘¿cómo nos vamos a llamar?’, entonces dicen ‘nos vamos a llamar beachy amish’, o sea los nuevos amish. Le ponen metal a la carretera, al arado y hasta ahí no más”.

“Luego, en este nuevo grupo surgen otros que plantean que con maquinaria pueden trabajar mejor la tierra y se compran un tractor; cuando los líderes se enteran los expulsan también. Ahora los nuevos amish dicen, ‘ni modo, pero ahora ¿qué hacemos?, ahora vamos a volvernos a llamar menonitas’. Ahí está la confusión”, explicó Cálix.

De los amish que vinieron a la planicie de Guaimaca solo queda la historia y los descendientes de los Schmucker, así como un grupo de hondureños que se unió a su congregación, en búsqueda de la salvación eterna.