Honduras

'El Palomo”, alma de las Ferias

El señor Audilio de Jesús Ordóñez Barahona es un hombre de 82 años que utiliza una variedad de disfraces para alegrar
las ferias patronales, los eventos políticos, entre otras celebraciones, en el municipio de San Buenaventura, Francisco Morazán. Es conocido cariñosamente por los habitantes como “El Palomo”.

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07.04.2014

Si hay un personaje artístico con la capacidad y destreza de animar las festividades de su pueblo natal y divertir a los presentes, ese es “El Palomo”.

A sus 82 años, don Audilio de Jesús Ordóñez Barahona, conocido cariñosamente por los habitantes por ese apodo, es el encargado de alegrar las ferias patronales y las fiestas de Navidad y la Semana Santa, entre otras, con sus presentaciones artísticas.

Para alegrar a los asistentes utiliza diversos personajes que van desde el Rey Feo, un de jinete montado en un burro que le prestan, hasta una bailarina sensual vestida con minifalda que con sus movimientos muestra el calzón rojo femenino que se compró para lucirlo y hacer reír.

En Semana Santa representa personajes como Judas Iscariote y los judíos. Las ferias patronales, los eventos políticos, las celebraciones de cumpleaños y las fiestas de fin de año no son tan atractivas sin la presencia de “El Palomo” y algunos miembros de su familia que lo acompañan en los eventos.

En su humilde vivienda ubicada en el barrio El Frijol, Ordóñez Barahona guarda una colección de máscaras, pelucas y otros disfraces, así como una variedad de ropa femenina que, según dijo a EL HERALDO, le ha constado mucho dinero.

“El Palomo” es padre de cinco hijos, tres varones y dos mujeres, que procreó con la señora Eda Silva, además de que es abuelo de ocho nietos, con quienes realiza un trabajo en equipo.

Él confió que tiene más hijos “por fuera” y que son 18 en total.

Sus hijas se encargan de maquillarlo, su compañera de hogar de colocarle bien la vestimenta, mientras que sus pequeños nietos se visten de caballeritos para acompañarlo en su actividad de compartir alegría con la gente.

El octogenario es el encargado de inaugurar las carreras de cintas montado en su mula y otros eventos, según reveló su hija Jenny Gabriela Ordóñez Silva, quien apoya a su padre colocándole el maquillaje.

Aseguró que ha visitado muchos lugares como Santa Cruz de Yojoa, Santa Ana, Pespire y Nacaome, donde ha hecho reír a los presentes.

Don Audilio de Jesús se divierte mucho simulando coqueterías a los ebrios, quienes al ver sus movimientos sensuales al ritmo del reggaetón, cumbia y punta catracha no se contienen para lanzarle algún piropo.

Inicio de su carrera artística

Don Audilio de Jesús se siente satisfecho de lo que hace, y contó que inició su carrera artística cuando era niño, aunque lamenta la falta de apoyo por parte de las autoridades.

Al consultarle si recibe un pago por sus actuaciones, respondió que “a veces pido apoyo porque soy pobre, salgo con una latita y me dan mi pesito, pero de ahí les doy a mis hijos y mis nietos que me apoyan”.

Relató que a la edad de 12 años, un día que se encontraba en la escuela le quitó prestado el vestido a una niña y comenzó a bailarles a sus compañeros, razón por la cual fue castigado por un maestro.

“Me acuerdo que era una faldita, yo les bailaba, les hacía piruetas y a la gente le fue gustando, después me dediqué a alegrar las fiestas”, expresó.

Ahora su mayor satisfacción es ver sonreír a niños, jóvenes y adultos, lo cual lo hace sentirse alegre y feliz.

El usar prendas femeninas no tiene nada que ver con sus preferencias sexuales, ya que su pasión son las mujeres y a pesar de su avanzada edad, no le faltan los piropos.

Hay unas que se enamoran de mí, prosiguió, pero no es porque lo sienten, sino porque a veces uno pega sus mentiras y “guáfiras”.

EL HERALDO le consultó a Ordóñez Barahona sobre el apodo de “El Palomo” y contestó que lo adquirió por un comerciante que se dedicaba a vender achinería en el municipio.

Había un achín al que le decían “El Palomo”, dijo, su nombre era Juan Ramón y él no era de aquí; era un bolito que vendía muñecas de trapo y mi mamá le alquilaba un cuarto en la casa.

Yo me le pegaba detrás y los vecinos le preguntaban a mi mamá por qué permitía que anduviera con él, por eso comenzaron a llamarme “El Palomito”.

“Así me quedé como “El Palomo” hasta el día que el Señor me lleve”, agregó.

Aseguró que no le molesta que lo llamen por ese apodo, “más bien me agrada, porque mucha gente me llama Palomito”.

El octogenario se declaró ser un activista político de filiación liberal, aunque aseguró que algunos han luchado por cambiar su ideología por otra que “a mí no me parece”.

El sueño de Ordóñez Barahona es que las autoridades de Cultura, Artes y Deportes se interesen por apoyar a los artistas nacionales que carecen de recursos económicos.

De igual manera, tiene la esperanza de que sus hijos y nietos continúen con su carrera artística después de que Dios lo llame a su última morada.