Honduras

En deterioro la salud mental de hondureños, según expertos

Expertos coinciden en que los hechos que se viven son el resultado de la convulsión política, social y económica que atraviesa el país

19.08.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Desde hace varios años la salud mental de los hondureños está deteriorada y cada día empeora.

El odio, violencia, caos, crímenes, enfrentamientos, insultos, disturbios, protestas, entre otros actos en contra de la paz y la armonía, atizan los niveles de polarización que hay entre compatriotas.

Esos factores más elementos como el azote de enfermedades, los problemas de pobreza, la falta de empleo, la pésima calidad en los servicios de salud y educación, entre otros, contribuyen a diario a agravar la salud mental de los hondureños.

Una mala mirada o un cruce de palabras puede terminar con una fuerte riña y hasta en muerte entre personas producto de la irritabilidad que padece la sociedad.

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Ejemplo de eso es el espectáculo dantesco que vivieron los hondureños el sábado en el Estadio Nacional donde una turba de aficionados de los dos equipos de fútbol de la capital le propinaron una severa golpiza a sus contrarios.

La golpiza con palos, tubos, piedras y patadas en el rostro y otras partes del cuerpo hacia las víctimas provocaron la muerte de cuatro jóvenes.

Este tipo de eventos violentos, cada vez más frecuentes en el país, evidencian la carencia de valores, el irrespeto por la vida, altos niveles de intolerancia y, lo más preocupante, una inexistencia del amor por el prójimo y un exagerado ambiente de egoísmo.

Factores desencadenantes

EL HERALDO buscó a diferentes expertos y representantes de la sociedad para conocer desde sus puntos de vista las posibles causas que están afectando la paz de la nación.

Uno de ellos es el representante de la Iglesia Católica, Juan Ángel López, quien lamentó la violencia que ocurre a diario en el país.

“Todos estos hechos de personas ultimadas, muertos a golpes, el hecho del estadio lo que hizo visible, evidente una realidad que estamos viviendo todos los días a nivel nacional”, manifestó el sacerdote. Agregó que todos necesitan cambiar de actitud porque la cuota de responsabilidad es de todos.

“Lo que estamos viviendo en el país es fragmentación porque cada grupo vela por sí mismo y por sus propios intereses'. Señaló que muchos jóvenes que participan en actos de barbarie han crecido en un ambiente de violencia.

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“Hace 10 años (2009) cuando el nivel de conflictividad del país estalló a los niveles que hoy tenemos esos jóvenes tenían siete, ocho o nueve años, así que ellos han crecido en un ambiente de tomas de carreteras, de encapuchados, de tirar piedras, de quemar negocios, represión con bombas lacrimógenas, le han perdido el respeto a la Policía y la Policía ha perdido la capacidad de ser un ente que se respeta, esos muchachos son herederos de esas situaciones”, afirmó López.

Indicó que un factor que influye es que se ha degenerado el valor de la familia, no se promueve. “El Estado tiene una cuota de responsabilidad muy alta porque los políticos nos tienen en esta situación, nos han enseñado a odiar, este es el reflejo de esta política nefasta partidista que nos está educando para odiar para ver al otro como un enemigo al que hay que eliminar”, reprochó.

Lamentó que las personas se han vuelto intolerantes completamente y “se nos está educando para odiar y el camino del odio a lo único que lleva es a más muertes”.

Asimismo, dijo que hay una población cansada a la que hay que devolverle la esperanza.

El sacerdote también cuestionó que la Policía Nacional no previó que ese lamentable hecho podía ocurrir y se pudo haber evitado. El padre Juan Ángel López deploró que en Honduras ya no se respeta el mandamiento de Dios: “¡No matarás!”.

Por su parte, la socióloga Hilda Caldera, afirmó que la juventud necesita metas más altas y más oportunidades.

Indicó que los ídolos de los jóvenes no pueden ser narcotraficantes, futbolistas u otras personas que no aportan nada para su futuro. La socióloga señaló que las malas noticias que a diario se transmiten masifican más los lamentables hechos.

Salud mental dañada

“Vamos a reconocer que el pueblo hondureño estamos envueltos en una problemática de la salud mental muy grave, estamos ante una epidemia nacional”, expresó Rosa Martínez de Menjívar, psicóloga clínica.

Añadió que más del 50% de la población hondureña está proclive a desarrollar un problema de salud mental.

“Es alarmante y preocupante porque la salud mental es la capacidad que tenemos que tener para convivir en una sociedad y ser participativos en la comunidad”, comentó.

Agregó que entre los factores que están dañando la salud mental de los hondureños están: altos niveles de impunidad, el narcotráfico, el alto consumo de drogas, el alcoholismo, entre otros.

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“La psicosis es un trastorno mental que está ligado al consumo, yo opino que todos estos actos de violencia, de barbarie, que estamos viendo están asociados con el consumo de drogas porque lleva a la persona a un estado de psicosis temporal, se pierde el contacto con la realidad”, explicó Martínez.

Lamentó que la droga se está comercializando a bajos costos en el país por lo que cualquier joven tiene acceso a la marihuana, cocaína, el crack, entre otros tipos de drogas.

En muchas regiones del país el consumo de drogas ha desplazado al consumo de alcohol que antes predominaba, según la experta.

Sumado a lo anterior altos niveles de pobreza, la corrupción, desempleo, falta de oportunidades que obligan a muchas personas a migrar hacia otro país. En Honduras hay un millón de jóvenes, en edad productiva, que no estudian ni trabajan.

Esas personas al no tener oportunidades se pueden integrar a maras y pandillas, se introducen en el mundo del alcohol y las drogas. La desintegración familiar afecta el futuro de los jóvenes que no tienen un cuidado y una autoridad que los controle. Expertos coinciden en que la problemática en el acceso a los servicios de salud y educación también influyen en la población.

Martínez puntualizó que la población también está sufriendo de estrés postraumático después de ver o experimentar hechos de violencia por lo que las personas están obligadas a permanecer encerrados en sus casas.

Por otra parte, para el filósofo Simón Fú, las principales instituciones de la sociedad: la familia, la escuela y la iglesia han fracasado completamente.

“En Honduras hace falta la capacidad de reflexión y de discernimiento, estamos sujetos a un modelo estandarizado de violencia, todo se resuelve a través de acciones, de palabras o de otro tipo de componente social que no razona en lo más mínimo lo correcto y lo que hay que hacer, vivimos en sociedades extremadamente intolerantes”, señaló el filósofo.

La población debe recuperar el temor a Dios y el respeto por la dignidad humana.

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