TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La pobreza y la desigualdad social que existe en el país ha provocado que más de un millón de niños y niñas hondureños tengan que dedicarse a trabajar, dificultando su inclusión al sistema educativo.
La encuesta de trabajo infantil elaborada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y el Proyecto Futuros Brillantes de Visión Mundial Honduras revela que en el territorio hay 1,022,550 menores de 5 a 17 años que se dedican a trabajar en condiciones que vulneran su derecho a la educación.
Lamentablemente en la mayoría de los casos esos menores se ven obligados a dejar sus estudios o a faltar constantemente a clases para realizar alguna actividad laboral, en la que se exponen a situaciones peligrosas, con horarios prolongados.
La encuesta revela que el trabajo infantil afecta directamente en la deserción escolar y la no la asistencia de los menores a las escuelas. “Eso esta comprobado, sobretodo en la actividad económica, el trabajo en ese campo es directamente excluyente de los niños del sistema educativo”, señaló Allan Cruz, subdirector del Proyecto Futuros Brillante de Visión Mundial.
A los 6 años de edad un menor que trabaja tiene una tasa de asistencia de 85.42%; sin embargo, asistir a los centros se reduce aún más a medida el menor crece, llegando a una asistencia menor de hasta el 49.64% cuando cumple 14 años.
“La brecha de asistencia a la escuela se va ampliando a medida que el niño va mayor, todavía los niños entre 5 y 11 años combinan el trabajo con el estudio, pero después de 12 años comienza abandonar la escuela con mayor frecuencia y entre más cercano están a los 17 años están más lejanos de la asistencia escolar”, agregó Cruz.
Las tasas de asistencia entre las niñas en comparación con la de los niños, las diferencias máximas son del 21.8%.
Actividades que realizan
De acuerdo a los resultados de la encuesta que fueron dados a conocer en marzo de este año los menores de 5 a 17 años que realizan trabajo infantil o quehaceres del hogar en condiciones peligrosas o con horarios prolongados representa el 40.6% de la población total en esa edad que es de 2,519,255.
De 1,022,550 menores que deben trabajar, un total de 342,180 realizan actividades económicas, mientras 472,983 se dedican a quehaceres del hogar donde no pueden asistir a un centro escolar y 207,388 que se dedican a ambas actividades.
De la niñez que se dedica exclusivamente a quehaceres domésticos 367,377 realizan actividades por naturaleza potencialmente peligrosas, mientras 105,606 niños y niñas trabajan bajo horarios prolongados con al menos 14 horas semanales.
Las actividades domésticas, que en su mayoría son las niñas las afectadas están cuidado de personas como ser niños o adultos mayores, además de actividades como recoger leña y labores de aseo.
“Son peligrosas porque no son remuneradas y en muchos casos son privativas de ir a las escuelas, porque una niña que esta cuidando a un adulto mayor no puede seguir estudiando”, dijo el subdirector del proyecto de Visión Mundial.
De los 342,180 niños y niñas que trabajan en actividad económica en sectores como el comercio informal, la agricultura y el sector manufactura artesanal como zapatería, carpintería, ebanistería, entre otras.
”La principales conclusiones que hay es que 1,022,550 niños y niñas que están trabajando en condiciones a erradicar y que esos niños los estamos condenando a una vida de pobreza y a una vida de exclusión”, expresó Cruz.
La pobreza es el principal factor que obliga a los menores a dejar sus estudios y dedicarse a trabajar.
”Cuando un hogar es pobre se ve en la necesidad de expulsar o mandar a los niños a trabajar, entonces eso no lo pueden controlar ellos, ningún niño trabaja porque quiere, trabaja por que se le obliga, porque las condiciones de pobreza de su hogar son pobres y tiene que hacerlo”, enfatizó el representante de Visión Mundial.
Los departamentos con mayor tasa de prevalencia de trabajo infantil son: Gracias a Dios (45.9%), Intibucá (35.2%) y Lempira (34%).
Mayor atención
Las estadísticas muestran la necesidad de hacer cambios en las políticas y regulaciones hondureñas sobre el trabajo infantil y la labor doméstica de los menores.
Para Lizeth Coello, titular de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf) es necesario que se comiencen a tratar la relación entre el trabajo infantil y la deserción escolar.
“Aunque tenemos una normativa en nuestro país respecto a que los niños mayores de 14 años pueden trabajar siempre y cuando no se les interrumpa su formación académica en condiciones que no generen riesgos, hay que asegurar si esto no está afectando la deserción”.
Otros expertos expresaron que se debe fortalecer los esquemas de protección a los menores, sobretodo en el área rural, que es donde se concentra más el trabajo infantil.
En las áreas urbanas se deben fortalecer las políticas de prevención de la violencia, pues estas están directamente relacionadas con el trabajo infantil, es decir, que donde hay más violencia hay mayor incidencia de niños trabajando, explicaron los expertos.
Las recomendaciones anteriores deben ir acompañadas de programas de atención y de inclusión a la ciudadanía que son necesarios trabajar.