Un 30 de mayo, la pista del aeropuerto Toncontín le quedó corta al piloto del vuelo 390 de TACA.
Fue hace nueve años que las radios y las televisoras de Honduras rompían transmisión para reportar de última hora que una enorme aeronave se había salido de la terminal aérea.
Pocos daban fe a semejante episodio: Un avión Airbus 320 partido en tres sobre una calle adyacente al aeródromo.
El accidente aéreo cobró la vida de cinco personas. Las víctimas fueron Harry Brautigam, presidente del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE); Jeanne Chantal Neele, esposa del exembajador brasileño en Honduras, Bryan Michael Nele; Cesare D'Antonio Mena, capitán del avión; y dos personas que circulaban por la zona en un pick-up y quedaron atrapados por la estructura.
Aunque a la postre se concluyó que un error del piloto provocó el siniestro aéreo, el hecho marcó a Toncontín como un aeropuerto inseguro y los fantasmas de una reubicación despertaron por unos meses, pero nunca hubo una propuesta formal que amenazara su funcionamiento a corto plazo.
Sin embargo, nueve años después, la suerte está echada para la terminal capitalina, pues irreversible se mira la puesta en marcha del aeropuerto de Palmerola, a unos 70 kilómetros de la capital de Honduras.
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Mal aterrizaje
La investigación determinó que ese 30 de mayo del 2008 falló la pericia del capitán D'Antonio.
Según las conversaciones entre cabina y torre de control, esa mañana estaba opaca. Los controladores aéreos determinaron que había apenas dos kilómetros de visibilidad, cuando lo requerido para un correcto aterrizaje es de cuatro a cinco kilómetros.
El resultado fue que, a las 9:45 AM, la aeronave tocó suelo varios metros después del punto de aterrizaje, la pista fue insuficiente para frenar el empuje que llevaba o volver a ponerla en vuelo.
''Estamos con viento de cola. Están muy bajas las nubes'', dijo el piloto, según la conversación grabada por la caja negra del avión.
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El Airbus 320 perforó un cerco de alambres y avanzó un poco más de ladera para finalmente detenerse en la calle que conecta la colonia El Pedregal con el bulevar Comunidad Económica Europea (CEE).
El avión se partió en tres y bajo la pesada máquina, que transportaba 121 pasajeros y seis tripulantes, quedaron tres vehículos con varios ocupantes en su interior.
ConsecuenciasEl expresidente Manuel Zelaya ordenó el cierre indefinido de Toncontín después de la tragedia, pero a la luz de los resultados - que indicaban como principal causa un error humano- se activó un comité de ciudadanos, trabajadores y empresarios para reabrir la terminal.
La orden era habilitar la pista de Palmerola, donde Estados Unidos tiene su base militar Fuerza de Tarea Conjunto Bravo, como aeropuerto comercial para la capital.
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Dentro de ese tiempo también se formularon varias alternativas para construir un aeródromo en Talanga, al oriente y a 55 kilómetros de la ciudad; la Laguna de El Pedregal (norte, 20 kilómetros) y hasta Cerro de Hula (sur, 35 kilómetros).
Ninguna de las iniciativas prosperó en los siguientes meses, menos la de mayor peso, Palmerola. Toncontín recuperó su puesto como aeropuerto capitalino, pero la secuela de esta tragedia había quedado para sumarse a los motivos, quiérase o no, para cerrarlo.
Reformas, dimensiones y problemas
Meses después del siniestro aéreo, Aeropuertos de Honduras, concesionaria de la terminal, finalizó la ampliación de la pista de Toncontín.
Podría pensarse que fue un intento para maquillar el problema de la terminal aérea por donde al año circula un aproximado de 600,000 pasajeros, pero este proyecto había arrancado meses antes de la tragedia del vuelo 390.
La superficie se amplió en 300 metros y su longitud pasó de 1,862 a 2,012 metros, pero todavía es insuficiente para el aterrizaje y despegue de aeronaves de gran calado.
Toncontín lo pueden usar aviones tipo A320, A319 y B737.
Sin embargo, el dilema del aeropuerto no pasa por la longitud de su pista. Varios expertos en aeronáutica señalan que el sector montañoso de Tegucigalpa también complica el aterrizaje y es el acercamiento a la pista donde radica la prueba de fuego.Para ponerlo en palabras simples, la dificultad para los pilotos es maniobrar sobre pendientes y montañas, mientras hacen un giro de 90 grados y a sus pies se ven residenciales en colinas.
Aunque la balanza de las ventajas y desventajas de Toncontín nunca termina de inclinarse, su suerte está echada. Con la habilitación de Palmerola, posiblemente en el 2019, el puerto aéreo de la capital quedará para vuelos nacionales y posiblemente regionales.
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